Menchú da la espalda al TIPNIS


MENCHU La Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, participó de una sesión del Congreso de Bolivia donde recibió la medalla “Marcelo Quiroga Santa Cruz”. Durante el acto, rechazó firmar un petitorio que le presentó la diputada opositora Paola Zapata (CN), en el que se solicita la nominación al Nobel de la Paz para los marchistas indígenas defensores del TIPNIS, que ya ha sido firmado por miles de bolivianos. El tema amerita un imprescindible comentario.

Como primera acotación, esta es la segunda vez que Menchú visita Bolivia en el 2012, ya que hace muy poco tiempo atrás fue parte de la “boda del año”, protagonizada por el vicepresidente Álvaro García Linera en Tiahuanaco.

Detalle que motivó la ironía de la parlamentaria Zapata, quien atribuyó el rechazo a que “no era mi boda ni había ají de fideo”.



Bromas aparte, vale la pena preguntarse por qué Menchú le da la espalda a los luchadores del TIPNIS.

¿Mera desinformación?

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Una somera investigación sobre la trayectoria del personaje nos lleva a otra tesis, más emparentada con la parcialidad y el sesgo ideológico.

Para David Horowitz, la historia de Menchú es un ejemplo de “fabricación política, un entramado de mentiras y una de las mayores bromas pesadas intelectuales y académicas del siglo XX”.

Horowitz relata cómo se construyó el “mito Menchú” a partir del libro de su traductora/editora, Elisabeth Burgos-Debray, esposa del teórico marxista Regis Debray, recordado en Bolivia por su participación en la guerrilla del “Che” Guevara.

Deconstruyendo la mitología de “Yo soy Rigoberta Menchú”, el citado analista revela que la biografía de la dirigente indígena consignada en ese libro (que le abrió las puertas al Nobel) sería mayormente fraudulenta.

Baste citar que, según Horowitz, “La lealtad de partido de Rigoberta hacia la causa castrista es tan rígida que después de que se publicara su libro y se convirtiera en portavoz internacional de los pueblos indígenas, ella rehusó denunciar el intento genocida de los dictadores sandinistas por erradicar a sus indios miskitos. Hasta se enfadó con su propia traductora por el tema de los miskitos (Burgos-Debray, junto con otros destacados izquierdistas franceses, había protestado por los ataques sandinistas)”.

Por lo visto, para la señora Menchú hay indígenas buenos e indígenas malos. Los primeros son los instrumentalizados por el proyecto político continental que ella suscribe, mientras que los otros no le merecen la menor consideración…

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