Elio Pedraza Vargas*
El viernes 12 de octubre por muchos años se festejo el “día de la raza, el día del indio” y en fin, servía para recordar que fue la llegada del genovés Cristóbal Colón a las indias, hoy América, lo que nos permitió ver la luz de la civilización de la vieja Europa. La cual llegaba con sus taras, tabúes, Dios, Santos y Santas, para luchar palmo a palmo con el sol, la luna, el jaguar, el puma, el trueno, el rayo el relámpago y las piedras, el nuevo espacio conquistado.
Y cientos de años después, luego de haber vivido los oriundos de estas tierras alejados del poder constituido por el carai, no podemos desmerecer el intento de algunos campesinos, indígenas, originarios u oriundos en su lucha por sentar presencia en la actividad política, social y económica del país.
Y ahora es tiempo de sumarse a la lucha contra la discriminación y el racismo y no debemos confundirlas por el insulto y la crítica a los que quieren ser y no son o a los que renegaron o reniegan de su entorno social, desclasándose cada vez más. Ellos son los peores enemigos de su propio entorno, son enemigos de su propia familia e incluso con Dios por delante son quienes discriminan.
Pero absurdo sería generalizarlo, porque hay muchos y tal vez más que en verdad llevan la semilla, la planta, la flor y el fruto de la comprensión y aceptación al ser que es diferente, y ellos, esos luchadores tal vez sean los menos conocidos porque lo hacen plagados de sentimiento de dar al prójimo lo que aún ellos no tienen y trabajan en el anonimato, no como otros que tan solo lo hacen por aparentar un sentimiento de solidaridad pero vacío, que está acorazado con los nuevos adelantos que tiene la medicina o la psicología o cualquier otra profesión que pueda servir para buscar disminuir la capacidad de un ser que desde ya viene con capacidades diferentes.
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Y hay que continuar lamentado que las mismas autoridades del Ejecutivo y Legislativo estén tan perdidos en la lucha contra el racismo y toda forma de discriminación, para ellos la descolonización es el punto de partida para poder pensar como “bolivianos”, porque dejaremos de imitar a extranjeros o dejar de depender del exterior para tomar nuestras decisiones”.
Que increíble, porque entramos al juego de los dioses y divinidades, con un gobierno que sobre todo impone un Estado laico, dónde no se hable de un Dios occidental, sino que se debería tal vez hablar de Mahoma, Ala, de la piedra, de Zoroastro, del libro de los muertos, de el libro de Dzyan, del texto de los Vedas, de la Doctrina Secreta, de Isis sin velo o de la Biblia.
Y porque no también de Marx, Lenin, Mao se Tun, de Fidel, de Chávez e incluso de Morales, quien ya fuera recomendado por el vicepresidente a sus grupos de poleras rojas en Cochabamba a leer los discursos de Evo o tal vez tendríamos que leer a Surco, Vedia, Quiroz, García Linera, Quintana, Rojas, Sacha y otros para descolonizarnos.
Y nos zambullimos en una cifra proporcionada por el Deber en la página A 12 del 12 de octubre del 2012, cuando nos muestra que solo siete denuncias han sido conocidas por discapacidad y que 21 denuncias han sido para educación y salud.
Cuando hasta ahora no existen establecimientos educativos ni educadores competentes para educar a niños y niñas con diferentes tipos de discapacidades en los colegios, y ellos si son discriminados por sus compañeros y sus profesores principalmente, con el siempre achaque; son más de cuarenta en el curso y no se pueden ocupar por uno o dos.
Es verdad que hay ONG que llevan adelante métodos y técnicas en las cuales los niños y niñas con discapacidad estén en colegios “normales”, para que haya un avance de acuerdo a la capacidad de aprendizaje de aquel que tiene capacidades diferentes. Pero estos pueden ser de convenio o uno que otro que dependa de una congregación religiosa.
Cuando aquí se debería obligar a la educación pública y privada abrir sus puertas a los miles de niños y niñas que tengan alguna discapacidad. Porque la discapacidad no escoge entre el que tiene o no tiene recursos económicos y hay que tomar muy en cuenta que la rehabilitación, los medicamentos y hasta el vestirlos es más dificultoso y caro.
Y tal vez recién ahí sepamos cuanto hemos logrado luchar contra la discriminación y el racismo y cuanto hemos avanzado, porque hasta la fecha todo es enunciado de buenos placeres entre discurseadores, pero sin embargo las escuelas siguen siendo el reflejo de la forma en la cual nosotros como padres educamos a nuestros hijos.