No pega una en diplomacia ni en fútbol pero gana en shows mediáticos, dice cualquier barbaridad y todo se le perdona al «indígena» presidente.
El presidente Morales jugando un partido en la ciudad de El Alto (foto archivo ABI)
Cuando Evo, por esas exigencias que son intrínsecas a su investidura, debe viajar al exterior, se esmera en hacer payasadas y, lo que es peor, hace caer en ridículo a todos los bolivianos sin que nosotros le hayamos hecho nada.
Esta vez se anotó un autogol de factura y digno de figurar en cualquier antología de la historia, no digamos del fútbol pero si de la falta de ética y sentido común. A un periódico argentino que como Página 12 se ha mostrado siempre indulgente y parcial con él, declaró, sin tapujos, que hubiera preferido que Bolivia perdiera frente a la Argentina y no le propinara la histórica goleada de 6-1 en el estadio Hernando Siles de La Paz.
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En primer lugar esta declaración muestra una soberana inconsecuencia. “Ganamos con altura en la altura” proclamó jubiloso en esa oportunidad y por una vez expresó el sentimiento que nos embargaba a todos los bolivianos, del oriente y del occidente, del altiplano, los valles y los llanos.
Pero Evo no iba a quedarse tranquilo; la lucidez no es su principal virtud: viaja a la Argentina y con una habilidad digna de un crack se encarga de encajarnos un gol olímpico y sostiene que para evitar el veto a la altura habría preferido que Bolivia pierda y que los bolivianos no tengamos un motivo, cada vez menos frecuente para alegrarnos y festejar.
Para quedar bien con sus anfitriones se olvida de su lema de que “se juega donde se vive” y se olvida también que cuando visitó la sede de la FIFA en Suiza al retornar nos vendió el cuento de que, con sus buenos oficios, el tema del veto a la altura había sido solucionado.
Intentando seguir su estrecho razonamiento y acomodarlo a ciertos moldes lógicos suponemos que Evo considera que al perder el partido con la Argentina , el problema del veto se hubiera subsanado.
Entonces debiéramos concluir que si esta es la forma de solucionarlo, lo único que queda a la selección nacional es perder todos los partidos que juegue en La Paz , así no existiría el argumento de la altura y se acabó el problema.
Es claro que se trata de una inconsecuencia y, peor aún, de una puñalada por la espalda a los verdaderos deportistas que consideran que el fútbol es un deporte mundial y por tanto se lo debe jugar tanto en la costa como en las montañas, en el frío y en el calor, porque casualmente nuestro planeta tiene esas características diversas. Lo contrario significaría que se deba realizar campeonatos para países al nivel del mar, otros a una altura media y otros a la altura de La Paz. Evidentemente , el rótulo de Mundial ya no correspondería.
Si esa es la forma en la que Evo “defiende” la altura, los bolivianos estamos obligados a prevenirnos y estar seguros que no solamente vetarán el estadio de La Paz, sino también los de Cochabamba, Sucre y Tarija. ¡Y dale Evo, sos un campeón!