La Ley Electoral, Minera, de Autonomías y de Deslinde Jurisdiccional son parte del conjunto de normativas que han puesto freno a los avances de las naciones originarias. XI Marcha exige el respeto a derechos indígenas.
Leny Chuquimia / La Paz
Las grandes conquistas de los pueblos indígenas van en retroceso. La Justicia Indígena, la autodeterminación de los pueblos, tierra y territorio, la participación política y la consulta previa, todas reconocidas en la Constitución Política del Estado (CPE), no logran concretarse por una serie de leyes restrictivas aprobadas en la década pasada.
“La primera marcha indígena del 90 es el referente para nuestras conquistas. Logramos que se reconozca a las naciones indígenas y su derecho a la tierra y territorio. Se logró plasmar esto -junto a la participación política-, la consulta previa y la autordeterminación de los pueblos, en la nueva CPE, que es uno de los mayores avances”, afirma la presidenta de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (Cnamib) Wilma Mendoza, dirigente mosetén.
“Lo que está pendiente es la consolidación de la CPE”, sostiene el presidente de la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), Justino Zambrana. Añade que todos estos años, el gobierno no priorizó el tema. “Muchas de sus leyes no entienden el concepto de las naciones indígenas. Se las politizó, confundiendo a nuestras naciones indígenas con sectores sociales, algo muy diferente”.
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Para la diputada Toribia Lero, el retroceso empezó apenas se aprobó la Carta Magna, que recogía lo suscrito por el país en el Convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) y la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas. “Se debían desarrollar nuevas leyes para implementar la CPE y fue ahí que empezó la ruptura con Evo Morales, porque sus normas estaban llevando las conquistas al retroceso”.
Hernán Ávila, responsable del programa Defensores, de Unitas, coincide en que lo avanzado estaba en normas que necesitaban ser operativizadas, pero pasó lo contrario. “Desde 2009, las leyes bolivianas comenzaron a coartar y restringir todo lo logrado”.
Territorio, consulta y Ley Minera
La tierra y territorio es parte de la agenda inconclusa del movimiento indígena, sobre todo dentro de las TCO del Oriente, el Chaco y la Amazonia. Región desde la que el pasado 25 de agosto se emprendió una nueva marcha.
“Lamentablemente los saneamientos de los territorios no están consolidados en su totalidad. Si bien se hizo cambios en el tema jurisdiccional, como la titularidad de la tierra para las mujeres, no se avanzó a favor de la colectividad. No se culminó el proceso de los territorios tradicionales como se demandó”, reclama Mendoza.
Pone de ejemplo el caso de la TCO de Apolo, donde la titulación esta paralizada desde hace 15 años. En este lugar sólo un poligono se ha cerrado.
“De las 600 mil hectáreas solicitadas, solo se saneó 280 mil. Eso se repite en todas las TCO. Sólo hay avances cuando, sin consultarnos antes, el Estado quiere implementar un proyecto extractivista. Recién nos dicen que titularán lo restante, a cambio de realizar la consulta, como si fuera una compensanción”, denuncia.
Y es que el derecho a administrar su propia tierra y territorio está ligado al ejercicio de la consulta previa, una conquista a la que la Ley Electoral le quitó el poder. Esto no les permite una verdadera autodeterminación.
“La nueva Ley de Régimen Electoral de 2010 reconoce a la consulta previa, pero también establece que aunque el Órgano Electoral lleva a cabo el proceso, le hace un seguimiento y concluye en un informe, el proceso no es vinculante. Entonces ¿qué sentido tiene? si al final el que toma la decisión es el Estado. Él consulta, pero no importa lo que le respondamos”, cuestiona Lero.
Ávila dice que la consulta previa es parte no solo de la CPE, sino de los tratados y convenios internacionales suscritos por el país. Aún así, se hacen normas que la incumplen, como la Ley Minera, promulgada en 2014.
“Esta ley fue diseñada solo para desvirtuar esta conquista. Se la convierte en un mero formalismo, en el que el Estado tiene la última palabra para otorgar concesiones mineras a diferentes sectores, poniendo en riesgo a los territorios, los medios de vida y la vida misma de los indígenas”, sostiene.
Añade que basta con ver lo que está pasando en el norte de La Paz, donde la minería esta desplazando a las poblaciones nativas en beneficio de un pequeño sector. “Se perjudica a toda la población. Ahora los habitantes tienen en su organismo niveles de mercurio nunca antes visto”.
Para Mendoza este punto es realmente preocupante. Afirma que antes y durante la pandemia, el Estado continúo trabajando en la identificación de “qué hacer o qué encontrar” en los territorios indígenas, en relación a proyectos extractivistas.
“A mi comunidad, este año nos llegó de sorpresa la socialización de trabajos mineros. Quienes nos visitaron ya tenía todo cuadriculado, pero nosotros en ningún momento fuimos consultados. Les cuestionamos ¿en qué queda nuestro derecho, sobre todo para las mujeres?”, lamenta.
Como respuesta solo les indicaron que son políticas de Estado. Políticas que ahora llegan a nombre de reactivación económica.
Divididos con afanes políticos
“Desde el Gobierno se dividió a los pueblos indígenas. Es por eso que en la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob) -que aglutinamos a 14 regionales a nivel nacional- hay una gran molestia en este momento”, indica el presidente de la APG, Justino Zambrana.
En 2009, campesinos, colonizadores e indígenas -a través de la Cidob y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq)- conformaron el Pacto de Unidad para impulsar la aprobación de la nueva CPE, llevada a cabo por el primer gobierno de Evo Morales.
Sin embargo, en 2011, luego de la VIII Marcha Indígena en Defensa del Parque Nacional Isiboro Sécure, ambas entidades decidieron alejarse del pacto afín al MAS, porque -sin una consulta previa- impulsó la construcción de una carretera que divide al Tipnis en dos.
Con el alejamiento, el gobierno de Morales se quedó solo con el apoyo de los campesinos y los colonizadores, ahora denominados interculturales. Los indígenas dejaron al gobierno que se proclamaba como su representante.
Fue entonces que desde sus grupos afines creó, apoyó y reconoció -para sumarlas al Pacto de Unidad- a dos dirigencias paralelas de la Cidob y el Conamaq, presididos por Melva Hurtado e Hilarión Mamani, respectivamente.
“Ahora pasa los mismo. El presidente Luis Arce es el cabecilla de un gobierno que se entromete en temas orgánicos. No respeta nuestros derechos, quiere poner su propia dirigencia para que tape, avale y sea cómplice de sus hechos de corrupción, de vulneración de nuestros derechos y de los avasallamientos de nuestras tierras… para nosotros ya basta de este tipo de cosas ”, afirma Zambrana.
Indica que al no encontrar oídos a sus demandas en el país, se busca acudir a la comunidad internacional para poner en evidencia su situación. Sostiene que la división no podrá apagar el movimiento indígena.
“Nosotros somos parte viva de la historia y seguiremos vigente, porque seguiremos existiendo y luchando”, asevera.
3 décadas de lucha
- Primera Los indígenas de la Amazonia, a iniciativa del pueblo moxeño de Trinidad, abrieron la senda de sus reivindicaciones con la marcha de 1990 denominada “Por la Dignidad, Tierra y Territorio”. Caminaron los 700 kilómetros que separan la capital beniana de La Paz durante más de un mes.
- Pedido Tres demandas indígenas detonaron esa primera protesta contra el avasallamiento de colonos y madereros: la defensa de la reserva forestal chimán, del Parque Isiboro Sécure y del Ibiaro.
- Chimán El bosque chimán fue declarado Reserva de Inmovilización Forestal en 1978; sin embargo, esa condición fue suspendida en 1986. Sin norma ni control, desde 1988 empresas madereras iniciaron actividades extractivas.
- Isiboro El Isiboro Sécure -declarado Parque Nacional en 1965- soportaba desde 1980 el ingreso de colonizadores. Al incremento de la cacería estimulada por la demanda internacional de cueros de fauna silvestre se sumaron plantaciones de coca. La posición biogeográfica entre los Andes y la selva que ocupa el Tipnis genera una rica biodiversidad. Su población, inminentemente indígena, está distribuida entre los pueblos moxeno, yuracaré y chimán. En los últimos años ha aumentado los interculturales.
- Ibiato El tercer punto de defensa fue el Ibiato (Loma Alta), donde se otorgaron dotaciones agrarias a por lo menos 11 estancias ganaderas en territorio Sirionó. Esos avasallamientos ya habían derivado en enfrentamientos en 1989.
- Alianza Al llegar a La Paz, en la cumbre, en medio de pututus y wiphalas, fueron recibidos por los aymaras y quechuas, con quienes se aliaron. Hubo intentos de división y desacreditación parte del gobierno de Jaime Paz Zamora y los sectores cívicos del Beni. Pero la marcha despertó una gran solidaridad entre los sectores urbanos, además de un gran impacto mediático.
- Decreto A raíz de la movilización histórica, se promulgó el DS 22610 que reconoce al Tipnis como territorio de los pueblos mojeño, yuracaré y chimán.
El despojo del Fondo Indígena
Luego de ser reconocidos, el movimiento vio que para una gestión autónoma -dentro de sus territorios- era necesario contar con economía.
“Ahí nació el IDH, de los pueblos indígenas. Esta lucha se inició en el pueblo guaraní que pedía el 10% de las regalías por el gas que sale de nuestro territorio”, manifiesta Zambrana.
Mendoza señala que este pedido fue tomado en cuenta por la Cidob que hizo de la demanda una exigencia de todos los pueblos de tierras bajas y de los que quisieran sumarse.
“No se obtuvo el 10%, sino el 5%”, explica la representante.
Con el monto se creo el Fondo Indígena, en 2005. Este fue desactivado luego de su desfalco por dirigentes de organizaciones sociales a fines al MAS.
“Esta es una de las conquistas de las que fuimos despojados y que queda pendiente restituir”, afirmó Mendoza.
La ley de deslinde y la justicia indígena
Una de las conquistas que llegó con la nueva CPE es el reconocimiento de la Justicia Indígena con igual jerarquía que la Justicia Ordinaria. Sin embargo, en 2010, la Ley de Deslinde Jurisdiccional fijó una serie de restricciones que redujo su accionar a pequeñas controversias y conflictos. Esta justicia no es aplicable a personas no indígenas que cometan delitos dentro de sus territorios, creando décadas de retroceso.
“La ley nos coartó y nos dice que sólo podemos administrar caso leves, simples cositas. No nos permite administrarnos como lo hacíamos antes. Con nuestra justicia no tenemos que preocuparnos de estar pagando abogados ni perdemos tiempo, es más educativa y controlada”, dice Mendoza.
Afirma que para los indígenas es muy difícil acceder a la justicia ordinaria que es costosa y nada equitativa.
Participación política sólo con partidos
Para el movimiento indígena su participación política contemplaba la conformación del Parlamento Indígena. Con él ejercerían la democracia comunitaria dentro de su casa grande y del Estado. Para ello se pidió 36 escaños, uno para cada una de las nacionalidades reconocidas dentro la CPE.
La demanda no fue aceptada como tal, pero sí se fijó siete escaños especiales a nivel nacional y cinco a nivel de tierras bajas, Oriente, Chaco y Amazonia. En los departamentos con cartas orgánicas aprobadas, lograron tener representaciones especiales subnacionales.
“La elección de estos representantes debía darse por normas y procedimientos propios, pero la Ley Electoral hace que los partidos políticos continúen siendo los intermediarios en la elección de diputados, dentro las circunscripciones especiales”, manifiesta Ávila.
Una autonomía de alcaldes con ponchos
Mendoza explica que en este caso, en lugar de reconocer a sus propios gobiernos, la norma les puso varias trabas, lo que hace que conseguir la autonomía no sea factible y accesible, tal como debería serlo.
“Tenemos el ejemplo del municipio de Charagua, que pese a culminar el proceso no son autónomos en términos de la autodeterminación de los pueblos”, sostiene.
Ávila indica que los requisitos no solo inviabilizan la construcción de las autonomías. “Los procesos solo avanzan en la medida en que las propuestas originales de los pueblos indígenas cambian para poder cumplir lo pedido. Al final del proceso acaban dentro de la lógica del Estado monocultural de raíz colonial”, explica.
“Lo que hace la Ley Marco de Autonomías es, prácticamente, colocar un poncho al alcalde”, reprocha Lero.
PUNTO DE VISTA
Pedro Portugal, indianista e historiador
El avance del movimiento indígena ha sido muy dispar
No se lo ha incluido dentro de un proyecto nacional como tal. Sino en cuanto a minorías que tiene derecho a ciertas aspectos. Por ejemplo, a las autonomías territoriales.
Hay temas que se van pidiendo desde los años 80 y fueron avanzando hasta que en el gobierno de Evo Morales se concretaron. Sin embargo, es algo totalmente parcial y bastante frágil, como lo hemos visto recientemente.
Los territorios que -supuestamente- pueden ser administrados por las comunidades indígenas, no obedecen directamente a su propia administración, pueden ser agredidos por el Estado o pueden ser motivo de enfrentamiento con otros grupos sociales. Tal como vemos ahora en el oriente, donde hay conflictos entre pueblos indígenas de esas regiones y migrantes aymaras y quechuas, denominados ahora interculturales.
Creo que hace falta ver y entender el problema indígena en un contexto total, global… nacional. Quizás se ha puesto demasiado énfasis en las diferencias y no en los elementos comunes, en la igualdad de derechos y de integración de los indígenas. Es algo que queda pendiente.
Se ha avanzado bastante en estas décadas, pero queda lo realmente sustancial. Quedan pendientes las respuestas comunes que puedan garantizar los derechos indígenas y su cumplimiento. No como minoría aparte o con identidad diferentes, sino como grupos activos dentro del un mismo proyecto nacional.