Siguiendo un libreto elaborado desde el comunismo de siempre, operado en el continente por el Foro de San Pablo/Grupo de Puebla, se reinicia la destitución judicial de alcaldes elegidos por voto popular, y no tengo duda que en breve también de gobernadores. Nunca respetaron la democracia, su alma totalitaria se los impide. Cayó el Muro de Berlín, pero este persiste dentro de sus corazones. Para ellos la democracia es una simple careta, que usan con una total desvergüenza, porque es lo políticamente correcto, en los tiempos que vivimos.
Pero como siempre no dan la cara, se amparan en su poder judicial, que le sirve de espada y de escudo. Un poder judicial completamente desprestigiado nacional e internacionalmente, que actúa como un simple apéndice del poder ejecutivo sin chistar; incluso sin respetar su propia dignidad y la de sus miembros.
La historia se repite, ya conocemos este bolero, es lo mismo que hicieron a partir del 2008, cuando comenzó abiertamente la judicialización de la política, destituyendo a gobernadores elegidos como: Leopoldo Fernández, Mario Cossío, Ernesto Suárez. Lo mismo que alcaldes como: Jaime Barrón, René Joaquino, Héctor Cartagena, Víctor Balderrama, Jhonny Pardo, Delfor Burgos, Nyls Carmona, Bladimir Chávez, Jorge Morales y otros. Y también alcaldes obligados a renunciar por presiones callejeras como: David Carvajal, Adalid Carvajal, Abel Vera, Elías Felipe Villca y otros.
No hay peor dictadura que la disfrazada de democracia. Al menos los dictadores clásicos tuvieron el coraje de dar la cara y mostrase como tales. Cerraron el Congreso, no lo subordinaron. Tomaron el Poder Judicial, no lo cooptaron. Pusieron interventores en las gobernaciones y alcaldías, no los tumbaron con sus chicanas legales. Pusieron tanques en las calles, mataron y murieron en nombre de la dictadura, no escondieron sus sucias garras en los cálidos ropajes de la Democracia (Crítica Política 1-01-12).
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Termino parafraseando a Emma Goldman. “La libertad no descenderá al pueblo, el pueblo debe alzarse a la libertad”. Los tiranos llegarán hasta donde los dejemos llegar.
El autor es abogado