Epidemias, pandemias y acciones humanas

a_saavedra3 Agustín Saavedra Weise *

Epidemia es aquella enfermedad propagada en un país durante cierto tiempo. Es algo temporal y distinto de la endemia, dolencia que afecta a una zona determinada en fechas determinadas, tal como sucede acá con el dengue. Finalmente, pandemia es la enfermedad que se extiende a muchos países. El prefijo ‘pan’ significa ‘totalidad’.

El mundo cada tanto vive atemorizado por eventuales pandemias. La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene sus niveles de alerta que van desde el uno hasta el seis, ya éste de naturaleza catastrófica.



Aunque intervienen muchos factores, en gran medida el propio ser humano es quien causa los desastres. Recordemos el caso de las ‘vacas locas’, producido por dar alimentos inadecuados a ese herbívoro. Cientos de miles de bovinos fueron cruelmente incinerados y desaprovechados para la alimentación u otros usos. Pasó el tiempo y apareció la influenza aviar o gripe del pollo, nuevamente por falta de cuidado de la gente a cargo en algunos criaderos. Más de 300 millones de aves de todo tipo tuvieron que ser sacrificadas para evitar la propagación de la enfermedad.

Últimamente y con la alarma creada en torno a la gripe porcina (ahora denominada A H1N1) proveniente de México –originada allí por negligencia humana al no vacunarse algunos hatos de cerdos–, los pobres chanchitos son los que pagan los platos rotos. En Egipto ya se sacrificaron a todos los puercos existentes y en otras partes también los están destruyendo sin ningún beneficio para nadie. El hombre justifica –sin piedad– mediante la matanza de estos inocentes animales sus propias culpas.

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Aunque es mejor prevenir que curar, no dejó de llamar la atención lo desmesurado de las medidas contra esta última amenaza de pandemia. Sobre una población mundial de siete mil millones de almas, los casos de gripe porcina fueron (son) insignificantes a lo largo del planeta. No sé si algo tuvieron que ver histerias mediáticas, confeccionistas de barbijos o qué, pero existe una exageración digna de estudios sociológicos globalizados. Quizá estos excesos evitaron y evitan mayores propagaciones. Puede ser; es mejor prevenir que curar.

En el pasado, la humanidad atravesó –por su propia culpa– muchas plagas y calamidades de salud. En la Europa de la Edad Media, fanáticos religiosos acusaron a los gatos de ser ‘diabólicos’ y casi los exterminan. Resultado: murieron durante la epidemia de peste millones de seres contagiados por roedores, pues las ratas proliferaron con la desaparición de su depredador natural. A fines de la década de los 60 del siglo pasado, en nuestra Bolivia hubo una epidemia de peste bubónica en algunas zonas de Beni, motivada también por la matanza indiscriminada de gatos salvajes. Se le dio solución enviando aviones cargados de gatos al lugar afectado. Los felinos contuvieron la crisis con su implacable cacería de ratones y se acabó el problema. Moraleja: el equilibrio natural es verdadero e irrefutable. Todo tiene una razón de existir. Si quito algo, creo un desequilibrio. El hombre debe examinar continuamente sus propias acciones en el campo de sus vínculos con animales y medio ambiente. Se probará que somos mayoritariamente culpables de las anomalías.

Tuvimos antes –y tenemos en el presente aún– una larga cuota de potenciales pandemias: diversas pestes, cólera, tifus, sida, malaria, fiebre amarilla, viruela, etc. Es por eso que la alerta continua se impone ante posibles brotes que pueden expandirse rápidamente por la fluidez de las comunicaciones y por la concentración humana en grandes ciudades. Debemos cuidar y prevenir, pero sin caer en exageraciones universales.

* Ex canciller, economista y politólogo, www.agustinsaavedraweise.com