Rafael Puente – Pagina SieteEl presidente Evo Morales ha sido durísimo con la Policía Boliviana en el discurso que pronunció en ocasión de la posesión del nuevo comandante general. Pero lo curioso es que de sus críticas implacables la que más les ha dolido a los amigos policías es la afirmación de que están demasiado gordos. De las otras no han dicho nada, pero a propósito de esta última -que los medios han acompañado con sabrosas tomas de cinturas abundantes debajo de los uniformes- han esgrimido toda clase de excusas, entre las que sobresale la afirmación de que con el mucho trabajo y el poco sueldo no tienen tiempo para hacer deporte -¿a diferencia del Presidente?-, ni menos aún gimnasia.No es mi intención refutar estos argumentos ni cebarme en el perfil prominente de muchos agentes del orden, sino más bien proponer soluciones, por supuesto en la línea del diálogo amistoso. Para empezar, a modo de consuelo, quiero hacer notar algo que todos sabemos, y es que los gordos suelen ser buena gente, tendientes a la sonrisa y la afabilidad; los temperamentos fregados suelen ser de los flacos; así que empecemos por rescatar el lado positivo del problema, y veamos más bien cómo mejorar la imagen de nuestros policías gorditos, pero sin olvidar esta faceta aprovechable.Yo estoy convencido, amigos policías, de que la causa principal de su exceso de peso es la ingestión permanente de comida chatarra, que por lo demás no sólo genera obesidad, sino -lo que es mucho más grave- también colesterol del malo. Y efectivamente, con sus apretados horarios y sus bajísimos sueldos ¿qué otra cosa pueden hacer que ingerir comida chatarra, rica en grasas saturadas y en féculas generadoras de tejido adiposo? No podemos pedirles que coman alimenticios platos de quinua en momentos en que este producto -pensado ya para la mera exportación- está alcanzando precios exorbitantes, y tampoco podemos cargarles a ustedes la responsabilidad de esa situación (que corresponde a los ministerios de Desarrollo Rural y Productivo). Pero pasemos de la protesta a la propuesta.¿Qué tal, amigos policías gorditos, si de sus ingresos extraordinarios -donativos de ciudadanos agradecidos por la siempre necesaria aceleración de trámites, compensaciones por una pacífica resolución de conflictos- destinan una parte sustancial a mejorar su dieta diaria sin tener que acudir a restaurantes especializados ni complicarles la vida culinaria a sus esposas? ¿No podrían llevar consigo una especie de cantimplora nutritiva en la que se combinara una buena dosis de yogur natural con diferentes cereales alimenticios y ricos en fibra, ya sean de carácter universal como la avena, el ajonjolí o la linaza; ya sean de nuestro acervo ancestral andino como el amaranto, la cañawa o el maíz willkaparu? Si a eso le añadieran la decisión de ahorrar dinero evitando gastos en bebidas más o menos alcohólicas, estoy seguro de que podrían lograr una mejora sustancial de la silueta y pasarían a merecer el elogio de nuestro Presidente, con la correspondiente elevación de la autoestima (ya que las otras críticas presidenciales parece que no les preocupan tanto). ¿No creen?Y cambiando de tema (y de interlocutor): Compañero Presidente Evo, ¿y para cuándo queda la reforma estructural de la Policía? Porque usted sabe muy bien que ni sus duras críticas ni mis amistosos consejos pueden producir un cambio real de nuestra institución del orden’ Y el recuento que han hecho los medios de los comandantes generales que se han sucedido en estos siete años de su Gobierno casi parece una colección de prontuarios.*Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.
