Anoche miraba las noticias, cuando vi que un grupo de tarijeños le lanzaba huevos al gobernador cruceño con gritos de «asesino» y otras sandeces.
Luego vi que otro grupo de tarijeños, revisaban cédulas de identidad en el aeropuerto y si en el carné decía Santa Cruz, estaba listo el o la camba.
Eso me hizo recordar lo que me pasó en Tarija, en ocasión de la Feria del Libro que allí realizan.
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Creo que fue el 2018.
Les cuento:
Arribé a la «Capital de la Sonrisa», después de un viajesango por tierra de casi veinte horas.
Iba yo invitado por la Secretaría de Cultura del Gobierno Municipal de Tarija y me recibió Juan Flores, un excelente gestor cultural y muy respetado en su medio.
Empezó el acto y me invitaron a dar unas palabras.
Listo.
Empezó la feria, me dieron mi espacio, coloqué mi banner y mis libros. En ese año solo tenía Papá el Cojudo.
La feria empezó desde la mañana y en un lapso de descanso fui al hotel, pero al volver por la tarde, mi banner promocional estaba botau fuera del salón.
¿Qué pasaría?
Lo traje, lo puse de nuevo y entonces aparecieron.
Dos señores que dijeron ser de la Asociación de Escritores Tarijeños y que se declararon indignados por el título de mi libro éxito.
– «No vamos a permitir que un libro con ese título, sea visto por nuestros estudiantes»
Yo me reí de tan retrógrada expresión y eso los enojó más.
Traté de explicar que era un libro sobre Valores, que ya tenía algunos reconocimientos, pero nada.
Querían que saque mi banner porque era una «indecencia».
La discusión fue subiendo de tono y se sumaron miembros de la Cámara del Libro de Tarija, quienes finalmente me ordenaron que no muestre el título del libro y si no estaba de acuerdo, que abandone la feria.
Me parecía ridículo.
Entonces les pregunté si el título de mi libro era más «indecente» que sus fiestas de compadres y comadres, eventos donde quedan mulas de borrachos y con el culo al aire debajo de alguna mesa.
Les mencioné los «Cuentos Chapacos», hermosa obra del gran escritor Oscar Alfaro y los contenidos machistas y sexistas que tienen.
¿Qué piensan sus niños y jóvenes de eso?
-les pregunté.
¡Nooo!
¿Pa qué abriría el pico?
Con eso me botaron definitivamente.
Recuerdo que una señora peruana era la más indignada y ofendida por la palabra «cojudo».
En fin, ese rato recogí mi banner, mi maletita con libros y media vuelta a casa.
Volví molido.
Pero…
Siempre agradeceré a Juancito Flores, un hombre culto a quien se le caía la cara de vergüenza por semejante, innecesario y estúpido bochorno.
En eso pensaba anoche, cuando miraba los ataques al gobernador cruceño, quien luego de superado el impase, fue finalmente recibido y expuso sus ideas.
Ni me sorprendió lo sucedido con el gober.
Fuente: El Escribidor