Fidel Surco, ese que se dice dirigente de los colonizadores, de los grupos “multiétnicos”, de la “coordinadora para el cambio” y de quien sabe cuántas otras organizaciones de fachada del MAS pero que en realidad es un próspero empresario del autotransporte, ha logrado en unos pocos meses convertirse en el hombre de confianza de Evo Morales y como tal está a cargo de la administración de varios millones de dólares que el gobierno para tener controladas a las “organizaciones sociales”.
La creación de organizaciones de fachada del MAS se ha intensificado con vistas a las próximas elecciones de diciembre y también el flujo de dinero hacia entidades tradicionales como la Central Obrera Bolivia. Todo es coordinado por Fidel Surco quien cuenta para su tarea con el generoso aporte venezolano de 10 millones de dólares.
Bajo el rótulo de un programa de “fortalecimiento de las organizaciones populares” se tiene previsto entregar a paso acelerado, sedes sindicales y vehículos de lujo para el uso de los dirigentes, además de otras prebendas.
El objetivo de esta tarea es tener un absoluto control de todos los sectores sociales por la vía de la sistemática compra de sus dirigentes de forma evitar a como dé lugar, conflictos sociales en este año electoral. Se quiere generar una imagen de paz social y conformidad con la gestión gubernamental a despecho del incremento del desempleo y del poder adquisitivo de los salarios.
Es evidente que por el momento la estrategia está dando resultados y como se recordará el dirigente de la COB, Pedro Montes no ha vuelto a referirse al pliego petitorio de esa organización y, es más, luego que el gobierno le obsequió una vagoneta 4 x 4 último modelo, ha llegado a participar en una huelga de hambre propiciada por el presidente Evo Morales.
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Es sintomático que la mayoría de los sectores hayan postergado sus demandas lo que genera una ficticia imagen de conformidad y respaldo al gobierno del MAS, al punto que el tradicionalmente díscolo magisterio paceño y la dirigencia trotskista se conforma ahora con lanzar tibias críticas al gobierno, como para salir del paso y no ser tan evidentes.
Surco tiene potestad absoluta para decidir el destino de los recursos y se ha convertido en el último tiempo en el individuo más visitado por los “dirigentes” que van a solicitarle sus favores.
De forma paralela, el patrimonio de Surco se ha incrementado ostensiblemente y corre el rumor no desmentido de que ha adquirido una lujosa propiedad en la ciudad de Santa Cruz, naturalmente a nombre de su esposa, de la misma forma en la figura su empresa de transportes hacia los Yungas.
La adquisición se la habría realizado luego de ser elegido como dirigente de una “central de los pueblos multiétnicos” que jamás nadie había oído nombrar. De esta forma Surco se está convirtiendo en el más visible exponente de esa “aristocracia masista” que se está creando para reemplazar a la oligarquía tradicional, de la cual, de entrada, está recuperando todos sus defectos pero ninguna de sus virtudes.