Los compromisos de las fiestas de fin de año nos pueden llevar a situaciones complicadas a nivel personal, ¿cómo afrontarlas?
Fuente: Unitel
Uno de los detonantes de conflictos suelen ser los compromisos familiares. Que, como su nombre indica, ocurren “nos gusten o no”, generando tensiones y estrés en las relaciones. Ese estrés –una de las grandes epidemias mundiales– puede perjudicar gravemente la salud emocional.
La buena noticia es que existe un antídoto eficaz: la empatía. Entender emocionalmente a otro ser querido evita el desgaste que causan los conflictos navideños.
El concepto de inteligencia emocional fue popularizado por dos investigadores estadounidenses de la Universidad de Yale (Peter Salovey y John Mayer en 1990) y difundido mundialmente por el psicólogo, filósofo y periodista Daniel Goleman en 1995.
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Podría definirse como la habilidad para percibir y comprender los sentimientos y emociones de uno mismo, para posteriormente regularlos y gestionarlos. Toda esta información nos permite discriminar entre emociones y así guiar el pensamiento… y también la acción.
El psicólogo americano John Gottman, profesor en la Universidad de Washington (EE UU), asegura que expresar las emociones es un regalo que nos hacen algunas personas.
La expresión emocional solo constituye una parte de la inteligencia emocional, que se incluiría en el pilar de la percepción emocional: si yo soy capaz de percibir o identificar una emoción, podré (o seré más capaz de) expresarla.
Tener inteligencia emocional, además, implica ser capaces de comprender las emociones y así entender cómo influyen los pensamientos y conducta. Asímismo, el autoconocimiento es clave para la regulación emocional.
Gottmann da cinco consejos para evitar los conflictos familiares:
1. Expresar y aceptar quejas. Nadie es perfecto. Es sano expresar y aceptar quejas. Eso sí, siempre de forma respetuosa, calmada y siendo conscientes de que él o ella también tendrá quejas. Si no expresamos, explotamos (a esto se le llama desbordamiento emocional).
2. No atacar a la persona. Transformar una queja en un ataque solo empeora la situación. Es preferible preguntar por qué lo ha hecho y emplear la escucha activa en ello.
3. Buscar una solución conjunta a problemas o situaciones de conflicto, desde las necesidades mutuas.
4. Ceñirse a los hechos, sin exagerar las cosas o generalizar, teniendo en cuenta la corresponsabilidad de ambas partes. Está prohibido usar los siempres, nuncas, todos, nadas…
5. Conocerse uno mismo. No se trata únicamente de desarrollar inteligencia emocional suficiente como para saber qué es lo que estamos sintiendo y por qué, sino también tener claros nuestros límites, inseguridades, miedos y necesidades.
No olvidemos que la convivencia es una negociación constante. En Navidad y el resto del año.