El circo era parte infaltable en la fórmula de los emperadores romanos para mantener al pueblo más distraído que conforme. Método que ahora parece ser imitado por Evo-César.
Sucede que el mandatario acaba de declarar que no importa cuál sea el costo de la propaganda oficial para el erario público, mientras el pueblo “esté feliz”.
Son 37 millones de Bs. los presupuestados para el autobombo gubernamental en el 2013 a costa del bolsillo de los contribuyentes, mismos que irán a parar a spots, cuñas radiales, gigantografías, solicitadas y toda la parafernalia de los medios de desinformación del Estado.
Nada de esto es, por supuesto, motivo de vergüenza para Morales, acostumbrado a disponer del patrimonio público como si se tratara de fondos privados.
El circo mediático es parte fundamental e insustituible del modelo del MAS, que necesita como el agua de la manipulación de la opinión pública, para encubrir sus manejos irregulares y para la denigración de sus adversarios.
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Panorama que ha de continuar mientras Bolivia no cuente con una Ley de Medios Públicos y Publicidad Oficial, que garantice la imparcialidad de la información y la equidad en la asignación de los avisos estatales.
Mientras tanto, Evo-César seguirá con sus prácticas orwellianas de distorsión de la realidad…