Álvaro Riveros TejadaDeben ser muy contados los bolivianos que se atrevieron a predecir la victoria de Carmelo Lens como nuevo gobernador del Beni, especialmente cuando la contienda electoral que le dio la victoria tuvo casi todas las características de una guerra perdida, donde su principal contrincante, la bonita ex miss Bolivia Jesica Jordán desplegó su campaña electoral con todo el apoyo y el aparataje del gobierno central, incluyendo al propio presidente del Estado Plurinacional que se convirtió en su virtual jefe de campaña, volteando de esa manera, hacia el lado negativo, todos los pronósticos de favorabilidad al triunfo de Lens. Entre estos pocos rabdomantes e iluminados que presagiaron la victoria de Lens estuvo Manfredo Kempff que, con la brillantez de su pluma y en esa su prosa llena de realismo mágico supo advertirnos, en un impecable artículo, sobre esta victoria lograda por esos “…viejos benianos curtidos por el sol y el sinuoso acercamiento solapado de los caporales azules, arteros e inescrupulosos, dignos de páginas mágicas que puedan interpretar y plasmar las insensateces que se ven en el Estado Plurinacional…” Nada más cierto y concreto a tiempo de contabilizar los descalabros de la derrota. Hablamos de un pueblo maltratado por los vejámenes de Chaparina y amenazado por huestes de cocaleros dispuestos a hollar sus bosques y sus feraces tierras, para ampliar las áreas de cultivo de coca del Chapare, ya desgastadas y casi yermas después de haber rendido tanto y dejado una tierra totalmente cansada y erosionada.Sin embargo, al margen de esos atropellos dañinos contra la madre naturaleza, estuvieron los acontecimientos políticos y sociales, carentes de ética y estética, que se encargaron de ensombrecer los esfuerzos electorales de la candidata oficialista como: las dádivas que con el dinero del pueblo iba distribuyendo a manos llenas por todas las latitudes benianas, utilizando aeronaves y vehículos del Estado sin mostrar rubor o humildad alguna. A estos estropicios se sumaron factores exógenos pero determinantes para hacer caer en la ruina cualquier campaña electoral, como la velada amenaza pública de S.E. de cortar todo suministro de recursos financieros al Beni, si la favorita no ganaba; encuestas impúdicamente manipuladas y dirigidas al triunfo de la candidata; la red de extorsión contra el súbdito norteamericano Ostreicher; y por último, hasta el caso del asambleísta chuquisaqueño que entendió el proceso de cambio, como el arte de convertir a la Asamblea Legislativa en un polígono de tiro.Fue de esta manera que la unidad concebida por los benianos para hacer frente a estas anomalías, hábilmente articulada y liderada por el ex gobernador Ernesto Suárez, abusiva e ilegalmente destituido de su cargo, unificó los esfuerzos necesarios para acometer esta gesta, haciendo que desde las playas ardientes del Beni, donde duerme el temible caimán, haya tal vez nacido el mesías que el pueblo estaba esperando para lidiar las elecciones del año 2014. De ahí que el movimiento “Primero el Beni”, parafraseando a Oscar Wilde, nos señala la importancia de llamarse Ernesto.