La mayor fortaleza del gobierno


image Por Gastón Solares Ávila – Columnista – Los Tiempos

Un simple análisis político permite establecer que la mayor fortaleza del gobierno es la debilidad de la oposición. Esta debilidad ni siquiera es atribuible a la inferioridad en número, pues el 40% de los que tienen la opción de votar tienen posición adversa a la manera de pensar y de actuar de los actuales gobernantes y, además, se trata de casi la mitad del país con mayor educación y preparación.

Sin embargo, nadie puede poner en duda el hecho de que el Presidente ocupa el Palacio de Gobierno amparado por legalidad y legitimidad y en las próximas elecciones, seguramente, volverá a ganar aunque lo probable es que lo haga con menor porcentaje. La oposición, de seguir con su tradicional conducta, volverá a fracasar porque ya se anuncian varios candidatos a las primeras magistraturas, cuando todos saben que por la mayoría de ellos no votarán ni sus familiares.



La ingenuidad de creer que tienen alguna posibilidad llega a la estupidez en la medida en que aumentan los candidatos. Solo el líder de Unidad Nacional tuvo el acierto de sugerir que se unan en torno al que tenga mejor opción, lo que se podría establecer en una consulta previa, y puso el ejemplo de lo que ocurrió en Chuquisaca con la elección de Savina Cuéllar, como prefecta de ese Departamento.

Sería ideal que se conforme una sólida alternativa, no para oponerse a todo lo que haga el ganador, sino para conformar una oposición constructiva que permita mejorar la práctica de la democracia. Sería conveniente también estudiar la posibilidad de que intervengan dos candidatos, para obtener mayor número de representantes por minoría en la Asamblea Plurinacional, que sustituirá al Congreso, para lo que tuvieran que ponerse de acuerdo entre opositores, lo que es más o menos igual que pedirle peras al olmo.

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Si se actuara con la fuerza de la razón en lugar de las hormonas impulsadas por los intereses personales y sectarios, muchos de los que se sienten presidenciables que no tienen ninguna posibilidad, pudieran postularse a cargos departamentales como alcaldías y prefecturas, en lo que sí tienen posibilidad, para consolidar poderes regionales que permitan obtener un saludable equilibrio político.

La concentración del poder en manos de un solo partido incentiva el centralismo, impide la puesta en vigencia de las autonomías y atenta contra la democracia. Por tanto, es deber de todos los bolivianos, del oficialismo y la oposición, actuar consecuentemente con el interés colectivo. Si se llega a imponer un régimen totalitario no será sólo por acción del gobierno, sino por complicidad o por lo menos ineficiencia de la oposición.

El hecho de haber exigido un nuevo padrón y haber logrado que el gobierno lo acepte, es un éxito de la oposición, pero es también una nueva fortaleza del gobierno porque ha anulado, o por lo menos disminuido considerablemente, el peligro de los posibles fraudes.

La situación es de general incertidumbre, por lo que no se sabe qué ocurrirá. En estos momentos previos a este nuevo proceso electoral, es lamentable la acción del oficialismo porque tiene la consigna de destruir a todo posible candidato que está por levantar cabeza, aplicando al revés ese conocido principio de que el fin no justifica los medios. Son juicios en unos casos y amedrentamientos en otros, conducta que no permite el sano ejercicio de la democracia.

La forma de contrarrestar inteligentemente esta forma de proceder es actuando con unidad, pero para ello se requiere que la oposición se una, como se ha unido el oficialismo demostrando mayor capacidad. Mientras las cosas se mantengan como están, la mayor fortaleza del gobierno seguirá siendo la debilidad de la oposición.