En los carnavales todo se soporta


Gonzalo Villegas Vacaflor GATOEl país vivirá una especie de adormecimiento social, por motivo de las fiestas de Carnaval; las demandas siguen insatisfechas y estas fiestas sirven como respiro temporal , estos días se olvidaran momentáneamente de: la elevación del costo de vida, de las tarifas del transporte, los apuros del gobierno por descontrol en el tema de narcotráfico, de las redes de extorsión, de la mala labor que cumple la Asamblea Plurinacional, de que gran porcentaje de los caminos de la red vial están a punto de desaparecer, de que cada día estamos mas lejos del “vivir bien”, de la “nueva justicia” que resulta igual o mas corrupta que la anterior,de los accidentes de tránsito con casi una centena de muertos.Sin querer pecar de aguafiestas y en forma desapasionada me pregunto con frialdad: Qué de bueno nos traen estas fiestas, en este aspecto que me disculpen los vendedores de bebidas alcohólicas, telas, trajes y comidas; y también los propietarios de: discotecas, wisquerías, cantinas, locales de no muy sana diversión, y muchos desempleados que tratarán de vender cualquier cosa con el fin de obtener algunas ganancias para subsistir.El año pasado se reportaron más ciento cincuenta muertos, doscientos heridos, otros accidentados y lisiados, riñas callejeras por doquier, peleas familiares, hogares destrozados, en estas fiestas el desenfreno es el que lleva la delantera. Que el pueblo se divierta, pasa, pero con los datos y hechos registrados me parece que el costo de estos cuatro días locos es demasiado alto. Según algunos historiadores la invasión chilena a Antofagasta se produjo en plena fiesta de carnaval un 14 de febrero de 1879, y el gobernante de turno no comunicó este hecho para no perturbar al pueblo en sus festejos; cuyo resultado fue la pérdida de salida al mar.Los primeros en carnavalear seguramente serán el Presidente Evo y el “Vice” García, ministros, asambleístas, dirigentes de movimientos sociales, políticos, y allegados que gozan del maravilloso instrumento del poder, pues luego les viene una terrible resaca incrementada en sumo grado por las innumerables promesas incumplidas del “vivir bien” .Y es que generalmente se ha asociado las fiestas de Carnaval, a las “carnestolendas”, con los excesos tanto en el comportamiento sexual, como en el consumo de bebidas alcohólicas. Además, como consecuencia de ambos factores, también se han establecido nexos de las fiestas con el incremento en los delitos y en la violencia doméstica.Hay que postergar todo, en los carnavales todo se soporta; desde los imaginarios colectivos y en el marco de una incorporación ecléctica de los mitos y costumbres, las personas encuentran en el tiempo de Carnaval el espacio propicio.Respecto al tema del consumo de bebidas, es un elemento inherente a la fiesta y que constituye para algunas personas una “puerta de escape” para muchas de sus tensiones o frustraciones. Esta herencia que se difunde en los centros urbanos y rurales donde hay múltiples espacios para consumir bebidas y con el entusiasmo desinhibido que da el alcohol se pueden resolver todos los problemas del país, además están algunas empresas que promocionan el consumo relacionando con el ritual.Estas actuaciones se enmarcan a partir de varios hechos concretos:El pueblo boliviano se encuentra entre los pueblos más sufridos del mundo. Costumbres entremezcladas entre folklore, religiosidad y esnobismo.Es a partir de estos acontecimientos, que en Oruro particularmente, se puede notar una conjunción de ambos hechos: diablos, morenos, caporales, cullawas y otros se lanzan en frenéticas danzas matizadas en su mayoría con bebidas espirituosas, yo creo que la devoción a la Virgen del Socavón es un complemento para darle a esta fiesta un atractivo místico, por que está en la conciencia de todos, que un altísimo porcentaje: baila o danza, o como se quiera llamar por: esnobismo y diversión ; juega un papel importante de articulación con estas manifestaciones la religión católica que permite esta rara unión folklórico – religiosa. Será esta la misión que se pregona en la doctrina Cristiana; la diversión sin excesos es saludable y hasta necesaria, pero es importante una división que no confunda estos aspectos.En Santa Cruz, se olvidarán de los separatistas, de las reivindicaciones regionales y a brincar, después del Carnaval verán que hacen, puesto que primero están la comparsa y la reina.En las sociedad libres no son dables: ni la mojigatería de conventos, ni la doble moral; por un lado el desenfreno no da tiempo para el uso de anticonceptivos cuando el SIDA infecta a la población; se censura la existencia del homosexualismo y por otra parte se alienta y se bendice actividades donde prima la evasión por consumo de bebidas alcohólicas y ciertas danzas de tipo erótico. En las fiestas carnavaleras donde se relaja la moral se ha comprobado que lo que se prohíbe, no se cumple; entonces es preferible tomar a estas fiestas con la mayor naturalidad. Son fiestas en las que el pueblo escapa de sus múltiples problemas y no mezclemos “peregrinaciones “de dizque arrepentidos al calor de los tragos. Los carnavales que los celebre el pueblo y aunque sea por cuatro días locos se olvide del “calvario” que le toca vivir; puesto que después de este breve adormecimiento carnavalero retornará la rutina y las luchas por mejores días nuevamente se realizarán en las calles, pues la ciudadanía ya no se siente representada ni en el ejecutivo, ni por la sui generis “asamblea plurinacional”. Morales tiene dos frentes uno interno, constituido por el pueblo, que no siente en su bolsillo la propaganda de las millonarias reservas del Banco Central; y el otro externo, a la cabeza de los Estados Unidos y la comunidad internacional ven azoradas como el narcotráfico penetra las altas esferas del gobierno nacional.