La ciudad sufre la falta de suministros básicos y medicamentos tras la destrucción del 70% de los edificios y los constantes bombardeos
La joven Galyna Balabanova ha pasado las últimas tres semanas de asedio en su ciudad natal de Mariupol, en el sureste de Ucrania, donde sus vecinos han llegado a recoger agua de la lluvia y cocinar palomas que encontraban en las calles para sobrevivir al cerco de las tropas rusas ante la falta de suministros básicos.
”Los vecinos se unían y habilitaban los sótanos como refugios. Ahora recogen agua de lluvia y cocinan palomas y otros animales en hogueras para poder sobrevivir. En la ciudad apenas hay medicamentos”, cuenta Balabanova a Efe en una conversación telefónica.
SALIR DE Mariupol
”En el momento del bombardeo del teatro justo estaba saliendo de la ciudad y sólo lo oí. A las afueras de la ciudad, desde el corredor (humanitario). Se veía perfectamente cómo la ciudad estaba siendo atacada desde todas las direcciones y por todos los medios posibles”, relata.
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La joven usó uno de los corredores humanitarios habilitados para evacuar la ciudad, pero dichos pasos fueron atacados.
Las autoridades ucranianas han ido abriendo corredores humanitarios para evacuar a la población civil de algunas de las ciudades más importantes del país atacadas por los rusos, pero el de Mariupol está prácticamente bloqueado, algo que los líderes mundiales y organismos internacionales piden que se solucione para dejar que sus vecino puedan huir.
Según afirmó ayer la viceprimera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk, “no todos los corredores humanitarios están funcionando” y señaló que al menos 4.100 personas ya han logrado salir de Mariupol, entre ellas casi 1.200 son niños.
LOS PEORES MOMENTOS
Balabanova es una de los miles de personas que han logrado huir de Mariupol, donde las reservas de agua y comida se están acabando y prácticamente no se ha permitido la entrada de ayuda humanitaria en este tiempo, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
Y no solo esos edificios, también escuelas y hospitales, ya que las autoridades ucranianas acusaron a Moscú de bombardear un hospital infantil hace más de una semana, lo que provocó tres muertos, dos de ellos menores.
Sin embargo, Rusia negó que estuviera detrás de esta acción en una urbe en la que ya han muerto más de 1.200 personas desde que comenzó la invasión, según las autoridades municipales.
Entre sus experiencias trágicas en la localidad, Balabanova cuenta que la gente acudía a ella y su familia desde los barrios más lejanos para pedir ayuda.
”Ellos se preguntaban dónde se habían metido las autoridades, el alcalde e incluso la funeraria. Se preguntaban por qué ahora tenían que enterrar a sus seres queridos en sus propios jardines”, dice.
”No se han limitado a sitiar la ciudad, sino que han decidido borrarla de la faz de la tierra”, concluye.
(con información de EFE)
Fuente: infobae.com