En la fiesta de Pentecostés

cardenalTerrazas2 HOMILIA DEL CARDENAL JULIO TERRAZAS

Domingo 31 de mayo 2009

Hermanos y hermanas:



1.-Hoy celebramos la Fiesta de Pentecostés y en este ambiente de frío invernal, esperamos que el calor del Espíritu Santo, estando así unidos, nos ayude para ir comprendiendo y captando todo lo que el Señor nos regala, como dice la oración este domingo, es la comunidad que quiere hablar con el Señor de la vida y pedirle que esa vida no desfallezca en medio de nosotros.

2.-Hoy es Pentecostés, la gran fiesta de la Iglesia, porque en el primer Pentecostés nació la Iglesia, con entusiasmo dejó sus miedos y temores y se lanzó a llevar la Buena Noticia que les había encomendado el Señor: “Vayan por todo el mundo” y comenzó esa gran aventura espiritual que dura también en medio de nosotros en estos tiempos, pero que tenemos que darle más vida y mayor dinamismo.

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3.- Esa es la finalidad de este inicio de nuestra misión de cada día, de nuestra misión de toda la vida, de nuestra misión que no la vamos a reducir a una pequeña celebración, es tomar conciencia de que el Señor nos da su Espíritu para transformar nuestras vidas y nuestros corazones y para ser capaces de poner algo de ese corazón de Dios en el corazón del mundo tan inclinado a los odios, a los rencores y las divisiones.

4.- Hoy, último día del mes de mayo nuestra mirada no puede sino posarse en la imagen de María, ha sido todo el mes de la Virgen, ella también estuvo ahí el día de Pentecostés entre los apóstoles, ella es el modelo de la aceptación de este fuego de amor que nos trae el Espíritu; ella es la que sigue pidiendo por nosotros, por los que estamos aquí y por los que están en sus casas, por los que están sufriendo y por los que están llenos de alegría; ella sigue recordándonos que la verdadera y auténtica salvación que se ofrece con tanta facilidad sólo es posible si aceptamos la palabra de su Hijo. Nos alegra también que este Pentecostés de ahora nos vuelva a hacer ver en María el ejemplo de respuesta y el ejemplo de cómo abrirse al Espíritu, ella es la mujer del Espíritu Santo, la que abrió su corazón y sus entrañas para que Cristo se haga uno como nosotros.

5.- Terminamos este octavario de oración por la unidad de los cristianos, también una hermosa coincidencia que tenemos justo en la fiesta de Pentecostés, esta fiesta que nos invita a la unidad, esta fiesta que nos va recordando que no hay nada más escandaloso que hablar de Jesucristo sin dejarnos llevar por el Espíritu para que hablemos del mismo Señor, del mismo Dios, de la misma fe de aquél que quiere que reine entre nosotros la unidad y la paz. Vamos a rezar también hoy por nuestras hermanas iglesias como lo hicimos el domingo pasado al iniciar este octavario.

6.- Fiesta del Espíritu Santo, la Iglesia también llama al Espíritu el alma de la Iglesia. El Santo Padre lo ha vuelto a repetir esta mañana. El Espíritu es el alma de la Iglesia. Si nosotros quisiéramos ir captando cómo es, de qué forma, tendríamos que ir pensando que el alma no se ve, pero está en nosotros, es invisible, pero por el alma somos inteligentes, somos pacientes, somos racionales, al menos estamos invitados a practicar toda esa dimensión propia de los seres humanos, un alma que piensa, un alma que ama.

7.- Nos toca pues, queridos hermanos, al iniciar nuestra Misión Permanente y si en nuestra Iglesia nos mueve el alma, el espíritu y los signos y los frutos primeros e inmediatos tiene que ser la amistad, el respeto, el diálogo y el amor. Ahí está una palabra tan usada, yo no sé si ustedes han encontrado el amor caminando al lado de una persona o cuando hay dos amigos piensan que el amor está fuera; es algo que va dentro, que no se lo puede negar, por eso es que hablamos del Espíritu como fuente de amor, pero de amor verdadero, de ese amor que penetra en el corazón, de ese amor que hace retroceder el pecado, ese amor que va ayudándonos constantemente en todos los pasos de nuestra vida como acabamos de rezarlo en la secuencia ahora.

8.- Cómo en este domingo, nos recuerda Juan que ha llegado el Espíritu, es Jesucristo, es el Señor, que le viene a decir a los discípulos que ya estaban preparados antes, no se olviden que les ha estado diciendo: Les conviene que yo me vaya, les enviaré el Espíritu, pues llega en el momento éste, en la fiesta de Pentecostés y dice: Yo les voy a mandar el Espíritu Santo para que los lleve hacia la verdad, para que sea El mi testigo, para que lo que El diga de mí ustedes lo puedan captar de manera concreta y clara y hasta físicamente, porque no puede haber amor, amistad, respeto, si no hay signos concretos de que esto lo estamos haciendo porque hay algo más de una simple amenaza de afuera, de una simple oferta de algún regalo; es Dios que desde dentro nos invita a que podamos poner en práctica todo esto. El va ser el testigo de Cristo, pero añade inmediatamente: “Pero también ustedes van a ser mis testigos”. Ahí está la responsabilidad, no es el Espíritu que viene a hacerlo todo para favorecer nuestras flojeras o nuestra falta de consecuencia, El viene para que también nosotros seamos capaces de hablar de este Jesucristo. Nadie puede decir “Jesús es el Señor” si no es por obra del Espíritu, así que desconfiemos de esas oraciones mecánicas, de esas oraciones que repetimos como los loritos sin saber que cuando hablamos de Jesús nuestro Maestro sólo podemos hablar con convicción y claridad si el espíritu nos está ayudando a que reflejemos a ese Jesús que llevamos también nosotros dentro de nuestras propias vidas.

9.- Y va más allá todavía el evangelista Juan cuando nos dice: Cuando venga el Espíritu de la verdad El nos va a guiar hacia la verdad plena. Por allá va la Misión Permanente, no basta decir: El Espíritu lo recibí el día de mi confirmación, del que muchos recuerdan quizá muy poco y lo han recibido y es verdad, pero el Espíritu no se conforma con que digan: Recibió la confirmación tal día, sino que El quiere conducirnos hacia la verdad, esa verdad tan ausente en los mundos o en el mundo tan lleno de mentiras, esa verdad que es vida y que eleva a todos y que no es utilizada para afrontar a nadie; esa verdad que nos va hacer valientes para confesar a nuestro Dios, que es la verdad y no asustarnos, no amedrentarnos, no encerrarnos, no ocultarnos, por miedo a que nos digan que somos creyentes.

10.- Aquí hay algo que tenemos que hacer, El nos conduce a la verdad, pero quiere que sea la verdad plena, la verdad perfecta, no las medias verdades que no dejan de ser puras mentiras; sólo Dios puede llevarnos a la verdad completa, a la verdad perfecta; es eso lo que eleva la persona humana, es eso lo que tenemos que tratar nosotros de producir durante todo este proceso de la misión hasta convertirnos de verdad, hasta convertirnos profundamente en fieles que creen en el Señor de la vida y que jamás se ponen al servicio de los dioses de la muerte.

11.- ¿Cómo sucedió esto? El libro de los hechos nos lo cuenta con muchos detalles. Estaban en un mismo lugar, allí estaba María y de repente un ruido, un viento impetuoso, aparecen lenguas de fuego. En esa forma entra el espíritu, en ese espacio de miedo, de temor, entra el Espíritu y los llena de su vida, de su valentía. Nosotros quizá no tengamos que esperar ventarrones ni ruidos fuertes ni llamaradas que vienen de las nubes, nuestro Señor y su Espíritu actúa como la brisa, silenciosamente, pero actúa. Lo más poderoso y omnipotente que tenemos, nuestro Dios, actúa de manera humilde, siempre buscando respetar la libertad de cada uno, siempre haciendo que demos pasos hacia adelante, que no repitamos aquellas danzas bonitas que vemos en algunos lugares, que dan tres pasos al frente y cuatro para atrás; así no se avanza, el Espíritu nos está pidiendo que el Espíritu que ha iluminado a todo el mundo, que se ha hecho luz para entrar en el corazón, este acontecimiento haga de nuestra misión permanente un acontecimiento que nos provoque a caminar a avanzar, a estar siempre vigilantes.

12.- Eso es el alma, lo que hay que movilizar es el alma, la vida, la inteligencia. El espíritu con todos sus dones, esos dones que no están muy presente cuando nos quieren hablar de la vida de nuestros pueblos, esos dones que todos los creyentes, estén donde estén, en cualquier espacio, estén encumbrados o en sus fuentes de trabajo, los cristianos no pueden dejar de escuchar esto, que cualquier proyecto humano, si le inyectamos esta fuerza divina, se hace mucho más grande y se hace mucho más transparente y se hace signo de respeto a los otros, que es lo que estamos buscando y necesitando constantemente.

13.- El asombro que causó esto, primero los judíos porque los escuchaban hablar en sus propias lenguas, ¿Qué es esto, acaso no son todos galileos?, esa expresión es interesante, los discípulos estaban bien catalogados, identificados con su propio pueblo de donde eran, por eso no dicen ¿acaso no son galileos?. ¿De dónde tanta inteligencia? ¿Cómo es posible que hablen y cada uno los entienda en su propia lengua?. Todos los entendían porque el Espíritu así lo quería, hablaban lenguas distintas, pero lo que decían llegaba al corazón y ahí está otro de los caminos de nuestra renovación, no es necesario que seamos peritos en 10 o 14 lenguas, es importante que seamos defensores de la única lengua que deben captar todo hombre, todo hermano: el amor. Cuando se habla con cercanía, cuando busca el bien auténtico de todos, cuando se tiene la capacidad de perdonar, cuando se busca la reconciliación de verdad, es que estamos hablando la lengua de Dios, es que estamos dejando que el alma, el Espíritu vaya llegando a través de nuestros balbuceos en todos y cada uno de nuestros hermanos.

14.- Se menciona a mucha gente que había ido a la fiesta, había gente de todos los lugares, había gente de diferentes pueblos, gente que creía y otros que recién se estaban iniciando, otros que a lo mejor no creían porque venían de pueblos paganos. La unidad, esa unidad que tanto estamos buscando, al interior de nuestra Iglesia y como servicio a nuestra sociedad, esa unidad tiene que respetar la diversidad, qué lindo que podamos reunirnos de diversas culturas, qué hermoso que podamos dialogar, pero qué extraordinario que todos, en su propia lengua puedan entender este hablar de Dios que ama, el Dios que no nos deja abandonados, el Dios que nos manda su espíritu para que a nuestros esfuerzos humanos por buscar mejor correspondencia entre unos y otros le añadamos los creyentes este torrente de luz, de amor, que pueda iluminar el camino de nuestras búsquedas.

15.- Yo creo que al iniciar hoy nuestra misión permanente en este día tan extraordinario del Espíritu, lo vamos a utilizar con ánimo, porque el Espíritu es calor, así que no utilicemos el pretexto del frío no lo utilicemos. La Iglesia se construye llevando el fuego de cada corazón y ponerlo en el corazón de los otros para que también pueda dar calor y vida.

16.- Pablo hablaba ya a sus comunidades: Nadie puede decir Jesús es el Señor si no es por impulso del Espíritu, a eso vamos tomemos conciencia. La misión que estamos comenzando no es una repetición de cosas, tiene que ser impulso del corazón, tiene que venir de dentro, tenemos que ser capaces de dejarnos guiar por Dios, ya demasiado sabemos a dónde nos llevan los que quieren suplantar a Dios, hay que cambiar el alma, saber que somos el cuerpo de Cristo, es una misma fe, es un mismo bautismo, es un mismo Dios, que está en todos y en todo y un Dios que siempre va recordando que la mejor respuesta a su amor  es realizar el bien con todos y para todos.

17.- Se habla mucho del bien común y parece que a veces es el menos común de los bienes, porque cada uno escapa con su individualismo a solucionar sus problemas y se olvida que hay todavía en Bolivia grandes desafíos, para vencer, por ejemplo la pobreza, que está enraizada y que sólo los que no ven no quieren ver que esta pobreza va aumentando, entonces también nosotros, las comunidades católicas, tenemos que ser capaces, tenemos que trabajar para que esto desaparezca. La pobreza no es sólo la falta de plata y regalando plata no se soluciona la pobreza y la dignidad del pobre, la pobreza incluye la falta de viviendas dignas, la falta de salud para mucha gente, la falta de trabajo, y en ese ambiente donde falta lo esencial, por qué nosotros tenemos que escandalizarnos de algunos hechos dolorosos que acontecen en nuestro medio.

18.- Por ejemplo, la prensa nos ha hablado de una señora que intentó vender a sus hijos, cuál es nuestra actitud, de nuestra alma, no es gritar prisión, no es gritar castigo, es como el Señor lo hace, dar oportunidad, dar oportunidades, porque muchas de esas cosas es por la falta de medios para poder vivir. Cuando da explicación esa señora que necesitaba dinero y que ella por eso quería tener dinero para ir a los bingos; hemos pensado que esos sesenta bingos que dicen que hay en Santa Cruz ¿no están creando ilusiones falsas? ¿No están llevando a la gente a armarse de otros valores o antivalores?.

19.- No podemos condenar a las víctimas de esta fatal realidad que es la pobreza o algunos otros errores. Últimamente es verdad, hemos estado escuchando que hay gente depravada que anda violando a niños, a niñas. ¿Cuál la actitud de los cristianos? ¿Una ley para castrarlos?… Yo creo que estamos allí equivocados, todo lo que se hace por la fuerza, todo lo que se impone, no hace más que producir el efecto contrario; que lo digan en otras partes donde esto acontece, además es una violación directa a los derechos humanos, hay que dar a todos, aún al que esté más equivocado, la oportunidad de convertirse, pero la sociedad tiene que darles los medios, no es castrándolos, no es encerrándolos en las cárceles, no es amontonando más gente en todos los lugares de reclusión, es importante que le hagamos ver a estos señores que buscan soluciones fáciles que el plan de Dios es lento, pero respetuoso, respetuoso de todos, aún de los que han caído.

20.- Ven, tenemos mucho trabajo ustedes ya van a salir de acá y les van avisar a los que no han podido despertar esta mañana, que nuestra Iglesia ha comenzado a movilizarse y no para hacer cosas externas, que también las habrá, sino para que el alma de nuestra Iglesia aparezca más, el alma de nuestra Iglesia que es el Espíritu.

21.- Estamos pues, hermanos y hermanas de nuestra comunidad católica de Santa Cruz de la Sierra, estamos convocados para escuchar al Señor, para aprender lo que el Señor quiere que aprendamos y para proclamar solamente lo que El nos pide que proclamemos con valentía, con generosidad y con creatividad. Contamos con la presencia de nuestra Madre, la Virgen, que va acompañar este peregrinar que iniciamos hoy.

Amén.