La cola de mono (hildewintera colademononis), junto al bastón plateado (cleistocactus strausii) y el abuelito (reocereus trollii) son las tres especies nativas más conocidas en Bolivia.
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Día a día son más las personas cautivadas por la variedad de formas, tamaños y flores que nacen pese a la adversidad. Además, son símbolo de protección, paz y fortaleza: los cactus.
Grover Pérez es uno de ellos. Un joven que hace 14 años adquirió su primer ejemplar de cola de mono, “luego vino otro y otro”. Cuatro años después contaba con 80 macetas distribuidas en su casa y ahora tiene más de 500 especies nativas y extranjeras en su santuario, ubicado en el municipio de Sipe Sipe.
“Para mí los cactus representan parte de mi vida, éxito profesional y laboral, fortaleza ante las adversidades y conquista, por ser tan únicos. Me dan paz y alegría”, contó.
La cola de mono (hildewintera colademononis), junto al bastón plateado (cleistocactus strausii) y el abuelito (reocereus trollii) son las tres especies nativas más conocidas en Bolivia.
Estos ejemplares embellecen el santuario que Grover construyó en su hogar decorado con piedras de estilo volcánico. También posee especies de México, Perú, Brasil, Estados Unidos, Holanda e incluso de Madagascar con su palmera típica que tiene un grueso tallo protegido por espinos y que llega a medir hasta cuatro metros de altura.
Con el objetivo de compartir esta pasión y tener un sustento económico, hace cinco años fundó Cacti Jardín, un emprendimiento en el que decidió aplicar sus conocimientos de agronomía para la reproducción.
Actualmente, tiene más de 300 mil ejemplares distribuidos en seis invernaderos en un terreno de 3.500 metros cuadrados. La Paz y Santa Cruz “son los mercados más amplios”, contó.
Cada especie tiene su forma, tiempo de crecimiento y tipo de sustrato. Para reproducir los cactus, Pérez planta las semillas de las plantas madre en uno de los invernaderos. Este proceso es el más lento y de mayor cuidado. En dos meses, el cactus toma forma y para que mida cinco centímetros deben pasar unos dos años. Son plantas que demoran en crecer y florecer, pero eso las hace especiales.
En otros invernaderos, ya tiene ejemplares de más de dos años que cuestan entre 10 y 3.500 bolivianos. “Quisiera exportar la cola de mono, es muy apreciado en el mundo. Es mi objetivo para dar más empleo a los comunarios de la zona”, dijo.
Ahora trabaja con cinco personas.
Si bien, los cuidados de los cactus son “fáciles” porque no necesitan de riego constante y es posible controlar su crecimiento, se requiere amor y dedicación por estas plantas, que a su manera cautivan y embellecen diferentes espacios como este singular santuario.