El abogado Durán afirmó que por lo menos cerca a la mitad de los caballeros cadetes que ingresan o postulan a la Academia, “entran pagando, desde 10.000 hasta 20.000 dólares, y aseguran su cupo. Esa gente sabe que cuando ingresa no lo hace por vocación, sino porque es una carrera segura”.
Foto archivo: qamasa
Fuente: ANF
La Paz, 5 de mayo.- De acuerdo a analistas, entendidos y estudiosos, el tema de la corrupción en la policía obedece principalmente a las motivaciones que tienen sus miembros, una falta de valores morales, además de una escasa capacidad de autocontrol para incurrir en ilícitos. Sin embargo, la problemática es estructural y persiste o recrudece por la falta de voluntad política de las autoridades para cambiar esta situación.
El reciente hecho de corrupción que implica a altos jefes de la Policía, destapado luego de publicarse un reportaje periodístico de Chile sobre el negociado de autos robados en el vecino país y comercializados en Bolivia, se suma a los muchos y diferentes escándalos donde están involucrados los miembros de la institución boliviana. Estos casos, que ocurren constantemente, desechan la teoría de que son “casos aislados” y, al contrario, refuerzan la tesis de que la corrupción en la Policía boliviana es estructural y que involucra mandos altos, medios y bajos.
De acuerdo a un análisis y estudio sobre la corrupción en la policía en general, depende de las motivaciones personales de sus miembros, los filtros morales y los controles. La investigación fue realizada por Mauricio García Mejía, Especialista Líder en Modernización del Estado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien trabajó con policías de al menos cinco países de Latinoamérica, y tiene más de 20 años de experiencia en temas de modernización de instituciones de gobierno, incluyendo las policiales.
“Los individuos traen consigo una serie de valores que han aprendido de la sociedad cuando entran a las organizaciones policiales. Estos valores puede que no sean consistentes con los valores que se esperan de su nuevo rol dentro de la institución”, publicó en parte de su trabajo sobre un marco conceptual para entender la corrupción policial.
Coinciden con este análisis, el abogado especialista en seguridad, defensa y desarrollo, Omar Durán, y el abogado constitucionalista, Williams Bascopé, quienes destacan que la falta de valores en los policías se devela desde el momento en que ingresan a la Academia Nacional de la Policía (Anapol), Escuela Básica Policial (Esbapol) y otros centros de formación; lugares donde se demuestran la falta de valores y ética de la misma institución policial al permitir que el ingreso de los aspirantes sea pagando su cupo, “siendo apadrinados o por muñeca”, y no en base a criterios de selección por vocación.
De acuerdo con el estudio de García Mejía, la forma de minimizar el riesgo de incorporar miembros con valores contrarios a los de la institución es “con criterios estrictos de entrada”, con pruebas de confianza y evaluaciones estrictas, entre otros. Sin embargo, en caso de que este proceso de selección inicial falle, los procesos de capacitación y socialización internos de la institución se encargarían de ajustar esos valores, reforzando la “lógica de lo apropiado”.
No obstante, según los analistas Bascopé y Durán, con la forma de ingreso a instancias de formación policial queda claro que la falta de valores morales y ética está plagada en toda la institución del verde olivo y por ende también en los altos mandos policiales que tienen conocimiento de esta situación.
El abogado Durán afirmó que por lo menos cerca a la mitad de los caballeros cadetes que ingresan o postulan a la Academia, “entran pagando, desde 10.000 hasta 20.000 dólares, y aseguran su cupo. Esa gente sabe que cuando ingresa no lo hace por vocación, sino porque es una carrera segura”.
Explicó que entre los motivos que tiene el aspirante a policía son que en tres o dos años estarán gozando de un salario “relativamente aceptable” de entre 3.000 a 4.000 bolivianos, y que en cuatro años llegan a ser subtenientes y posteriormente acceden a un cargo alto.
“Pero si se suma un salario de un subteniente, veremos que en 10 meses o en el año redondo no llega a ganar más de 6.000 dólares ¿qué quiere decir eso? Que ahorrando todo el salario en tres o cuatro años tienen que pagar lo que han invertido, entonces se dedican al tema de corrupción”, sostuvo Durán.
De acuerdo con el criterio de Bascopé, esta situación representa una “falla tectónica” de la Policía que debe ser corregido. “Necesitamos una Policía honesta, comprometida, con vocación”.
“La Policía como institución, que debería garantizar los a los bolivianos seguridad, lamentablemente está atravesando una suerte de disvalor de varios de sus integrantes y es lamentable que sean también altos mandos, pero eso inicia desde la formación de los policías”, indicó el constitucionalista.
Según el trabajo de García Mejía, en el proceso para evitar la corrupción de los policías también están “los mecanismos formales e informales de control de conductas desviadas”, que podrían corregir los casos inevitables de individuos con valores o percepciones negativos, y estos serían las normas que regulan la disciplina de los miembros de la Policía, es decir, los procesos internos y sanciones.
En el caso boliviano, Omar Durán sostiene que la Policía tiene normas estrictas para regular la disciplina de sus miembros, por lo que este no es el factor que falla para evitar que se incurra en actitudes indebidas, por lo tanto la principal causa es la motivación individual y falta de valores morales de los efectivos policiales desde altos mandos hasta los más bajos.
“La ley 101 (de Régimen Penitenciario de la Policía) es drástica, lo que pasa es que no las hacen cumplir, ni los altos jefes policiales porque ellos mismos realizan estos actos delictivos. Se llevan bien entre oficiales de bajo y alto rango”, sostuvo.
Según García Mejía, la efectividad de estos mecanismos también depende de cómo los percibe el policía, “cómo es el monitoreo formal e informal, el riesgo de actuación y la dureza de las sanciones (sociales y legales) si ocurre una violación de una regla de conducta”.
Agrega que si estos mecanismos no son efectivos, “el resultado no es para nada alentador”, y “es ahí donde encontraremos instituciones con valores muy alejados de lo que se esperaría de la función policial en democracia”.
Indicó que cuando no funcionan ninguno de los factores externos al efectivo policial, solo queda “su capacidad de autocontrol”. “¿Pueden resistir la presión de sus pares o superiores para no corromperse? El alcohol, drogas y altos niveles de estrés pueden afectar esta habilidad”. Por ello se explica que hay algunos policías que evitan incurrir en actos de corrupción debido a su capacidad de autocontrol.
Manoseo político
Para Bascopé, a la problemática se suma el manoseo político de la institución del orden, lo que la acrecienta, hace que la situación persista y se agrave.
“El manoseo político se da cuando hay los ascensos a generales, especialmente el comprar lealtades y demás cuestiones. Yo creo que uno de los principales responsables, hay que ser honestos, son esos políticos que han perforado a conveniencia la institución policial”, dijo.
Agregó que este manoseo se daba desde la época neoliberal, pero “fue mucho más grosero y evidente desde la época de Evo Morales”, y tuvo connotación desde que el expresidente trató de reelegirse, “es decir nadie hace caso a la Constitución, a la ley, nadie le tiene un temor a las normas, y la Policía no está ajena a esta realidad”.
Por lo tanto, sostuvo, se tiene una descomposición de las instituciones y de la misma sociedad donde la corrupción empieza a darse a todo nivel, “todo es dinero fácil y eso es peligroso porque es abrir las puertas a los bajos instintos de la codicia humana y allí se dan los casos más perversos como los delitos de narcotráfico, trata y tráfico, secuestro, exponer a la juventud a la droga y prostitución; es bien peligroso lo que está pasando en Bolivia”.
Agregó que otro elemento de la problemática es la desatención de las autoridades a las necesidades de la Policía boliviana- “Necesitamos atender las cosas básicas y elementales de los policías, como el tema de mejor salario, infraestructura, logística, equiparlos, instruirlos”.
Después de que una investigación chilena revelara este fin de semana, un negociado en Bolivia con la venta de autos robados en países vecinos, con la denunciada participación de dos jefes policiales bolivianos, el Ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, ordenó la intervención de la Dirección Nacional de Prevención e Investigación de Robo de Vehículos (Diprove) en Santa Cruz y el retiro de todo su personal.
Respecto al tema específico de la internación de autos robados en Bolivia, el abogado Durán indicó que es “muy sencillo corromperse en la Policía” y que la mayoría de la gente que interna los vehículos chutos no son cocaleros o campesinos, sino los mismos policías. “Ellos saben cómo internar los vehículos al país y son los que internan autos chutos, roban vehículos”.
En lo que va del año varios casos delictivos involucraron a efectivos de la Policía Boliviana. El 22 de abril se aprehendió a una subteniente de la Policía, acusada de liderar una banda delictiva que atracó en una vivienda en Santa Cruz. El mismo día el Ministerio de Gobierno informó que ocho efectivos del Grupo de Inteligencia y Operaciones Especiales (GIOE) Amazonia fueron aprehendidos por un presunto volteo (desvío) de 800 kilos de cocaína, en un operativo realizado el 17 de abril en Beni.
En otro hecho, se denunció que un privado de libertad salió con un permiso del Centro de Readaptación Productiva de Montero, en Santa Cruz, para robar 500.000 bolivianos de una vivienda. “Después volvió al penal como si fuera su casa”, según la denuncia.
En el más reciente caso, se denunció que un efectivo del verde olivo abusó de dos menores de edad al interior del mismo módulo policial en el Mercado Lanza, ubicado en el centro de la ciudad de La Paz.
En 2021, la fuerza del orden recibió 1.503 denuncias por corrupción en contra de sus efectivos, 681 se rechazaron.
Propuestas
Según Bascopé, lo que se debe hacer es “poner mano dura” al problema, sin embargo para ello se requiere de políticos y oficiales comprometidos, “si no tenemos ese nivel de personas con vocación no vamos a poder lograr nada”. Agregó que se debe “purgar” de las instituciones estatales a las personas sin vocación, pero “eso se hace con voluntad política, lo que no creo que haya en este país”.
A su turno, Durán afirmó que una medida a la cual recurrir es la creación de una instancia de control civil tanto para la policía como para los militares, debido a que la autoregulación de las instituciones no funciona.
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