El antiguo padrón electoral, legalmente, ya no existe

Para que las próximas autoridades del país sean respetadas y acatadas por todos, su elección debe ser legal, democrática y limpia. Un padrón electoral confiable, para tal efecto, es imprescindible.

opinion Editorial Opinión

En muy pocas oportunidades se presentan acciones políticas tan inexplicables como lo que ahora sucede en el proceso pre electoral de fin de año. Lo primero que salta a la vista es la desesperación descontrolada porque se lleve a cabo esa consulta. El oficialismo demuestra que, de todos modos, convocará a elecciones para Presidente, Vicepresidente, senadores y diputados, tal precipitación será no precisamente por amor a la democracia. La democracia es un sistema racional, estable y de dimensión universal.



Hace apenas pocos meses, los parlamentarios, decidieron el establecimiento de un nuevo padrón electoral, mediante procedimientos más aceptables, lo hicieron porque no pudieron demostrar la racionalidad, honestidad y limpieza del ordenamiento electoral anterior. Las denuncias sobre muchas duplicaciones de nombres y números de carnet de identidad, se hicieron evidentes. Sobre esa base, elegir a las principales autoridades del Estado era, prácticamente, condenar el futuro del país no sólo a una extrema debilidad institucional, sino a una cadena interminable de conflictos.

Se convocó a las empresas especializadas para que constituyan el padrón biométrico, un sistema con medios diversos de identidad y confirmación de los electores. Varias fueron las firmas que respondieron a la invitación. Por la información que se ha dado al pueblo, la calificación ha sido realizada con una tendencia determinada, es decir, buscando cualquier motivo para anular las ofertas. Habían casos en los que las insuficiencias o faltantes eran de mera formalidad. Parecía que la intención consistía en hacer fracasar el establecimiento de un orden electoral más o menos confiable.

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Y ahora, la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados, tiene la insólita ocurrencia de imponer la aplicación del antiguo padrón electoral en caso que no sea concluido el biométrico. Jamás, ni siquiera en la historia de los países más atrasados, ha ocurrido esta yuxtaposición inexplicable. Es como si algún Parlamento del mundo dictara una ley sobre cualquier tema y acto seguido aprobara otra ley diciendo que la segunda se aplicará en caso de que la primera no se cumpla. ¡Salve Dios al país y a las próximas elecciones!

Dada la situación que se ha creado con la aprobación de la nueva CPE, que tardará algún tiempo en su aplicación total, es comprensible un cierto desajuste institucional. Lo que no tiene explicación es que tal desorden sea agravado deliberadamente por el sectarismo, la ambición o el descontrol originado por el deseo de poder de personas que no entienden la importancia del orden jurídico ni de la estabilidad institucional, no saben que elecciones llevadas a cabo sin la legalidad ni limpieza democráticas correspondientes, darán origen a dignatarios con poca o ninguna autoridad, lo que supone un extremo debilitamiento del Estado.