Cuba y la OEA

MarceloOstriaTrigo Marcelo Ostria Trigo

La Asamblea General de la OEA, reunida en San Pedro Sula, Honduras, ha dejado sin efecto la exclusión del gobierno de Cuba del Sistema Interamericano resuelta el 31 de enero de 1962. Estableció, además, “que la participación de Cuba –se refiere a su reincorporación–  será el resultado de un proceso de diálogo iniciado a solicitud del gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA”.

La resolución de 1962 se orientaba a aislar una avanzada del comunismo soviético en nuestro hemisferio. “La adhesión –se afirmó entonces– de cualquier miembro de la Organización de los Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano y el alineamiento de tal gobierno (el de Cuba) con el bloque comunista quebranta la unidad y la solidaridad del Hemisferio”. No se ofrecieron otras justificaciones, pese a que el régimen castrista ya violaba los derechos fundamentales de los cubanos.

La suspensión de Cuba no alcanzó para inducir al régimen castrista a seguir el camino democrático. En los 47 años siguientes a la resolución de 1962, el gobierno cubano no dio ninguna señal de cambio.



En 1962 no existía la Carta Democrática Interamericana. Ahora es inadmisible no invocarla: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”. Es más: “Son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa”. Nada de esto rige en la tiranía de los Castro.

Aunque la reincorporación del gobierno de Cuba al Sistema Interamericano se sujetará al diálogo “a solicitud del gobierno de Cuba” y de “conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA”, el gobierno castrista “se felicitó por la decisión de la OEA de derogar ‘sin condiciones’(?) la suspensión”. (INFOLATAM, España). Y, mientras se desbordaba el júbilo, el propio Hugo Chávez decía que la resolución “no es suficiente; es sólo el punto de inicio de una nueva era, porque la OEA está allí con sus mecanismos intactos, el imperialismo intacto", claro está, compartiendo las renuencias del castrismo a respetar los derechos humanos y las libertades democráticas.

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El columnista Andrés Oppenheimer afirma que levantar la suspensión de Cuba  “fue la parte fácil”. “Ahora viene el verdadero reto: hacer que la OEA exija a la dictadura de Cuba que respete las cláusulas de democracia de la organización para que la isla se pueda reintegrar a la institución.” Pero la negativa castrista al diálogo para su reinserción en el Sistema Interamericano, cierra este capítulo de la historia de la OEA. Nada ha cambiado, como lo confirma Ricardo Alarcón, presidente del parlamento cubano: “Lo que ha ocurrido (en la Asamblea General de la OEA) no modifica en nada lo que Cuba pensaba ayer, antier y hoy”. Continúa la tiranía.