Si vis pacem, para bellum


Álvaro Riveros Tejada

Riveros Esta manida máxima latina que significa: “Si quieres la paz prepara la guerra” hoy quisiera utilizarla, modificando su contexto y adecuándolo a la realidad que le toca vivir a nuestra querida y tan vapuleada ciudad de La Paz, desde hace muchísimos años.

La Paz, la otrora “cuna de patriotas y tumba de tiranos”; “el crisol de la nacionalidad”; el núcleo donde se forjaron y definieron todos los cambios históricos que experimentó Bolivia y, donde: “los discordes en concordia, en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria”, pareciera haberse muerto. Hoy, esta “hoyada”, como despectivamente ha sido bautizada por los monstruos que ella misma ayudó a crear, ha sido amordazada y ha perdido toda su calidad de opinante, para convertirse en el remedo de Pandora, aquella mujer hecha en arcilla, por orden de Zeus, y obsequiada como parte de un castigo a Prometeo, por haber revelado a la humanidad el secreto del fuego.



Hasta hace unos años, La Paz había vivido una vida totalmente armoniosa en Bolivia, pero Pandora abrió el ánfora liberando a todas las desgracias humanas (la enfermedad, la locura, el vicio, la envidia, la tristeza, la pobreza, el crimen, etc.) dejándonos sólo con la ilusión de que el ánfora se haya cerrado, justo antes de que la esperanza también saliera.

¿A qué se debe esta profunda atonía que aqueja a los paceños? A 467 años de su fundación y a 204 de la gesta libertaria, que la proyectó al mundo como la cuna de la libertad, no existe un solo día en que los paceños no estemos sometidos a una intolerable, como interminable cadena de manifestaciones que paralizan su normal desenvolvimiento. Paros, bloqueos, entradas, desfiles y festejos barriales le otorgan a la ciudad, más que la fisonomía de una capital, la particularidad de haberse convertido en un inmenso salón de eventos.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

En pleno desarrollo del paro de la Central Obrera Boliviana que, a punta de dinamita nos hizo creer que tan tremenda y bulliciosa manifestación decretaría el fin del gobierno, éste tuvo que suspenderse ante la inminente entrada del señor del Gran Poder, que a su vez venía precedida por el ingreso a la ciudad de su madre santísima, Nuestra Señora de Copacabana que, en su calidad de la primera Generala de la Policía Nacional, tuvo que abandonar su santuario y venir personalmente a reclamar mayor diligencia en las investigaciones que den con el paradero de los bribones que le robaron sus joyas.

Pero la cosa no queda ahí, mientras los asambleístas de la plaza Murillo, en pleno hemiciclo violaban la Constitución al mejor estilo de sus colegas de Sucre, en pos de la ley que apruebe la reelección presidencial, se sabe que movimientos allegados al gobierno, como los Ponchos Rojos y las Bartolinas iban reservando un enorme espacio de la urbe, con el objeto de demostrar a su S.E. su zalamero apoyo, frente a eventuales intentonas golpistas. De ahí que, parafraseando el antiguo adagio latino “Si vis pacem, para bellum” y modificando su contexto, concluimos en que: Si quieres a La Paz, prepárate para la guerra.