La start-up Molino de Ideas combina tecnología y lenguaje, y crea aplicaciones capaces de buscar sinónimos, determinar si una opinión es positiva o negativa, o ayudar a buscadores
La mayor parte del conocimiento humano se guarda en palabras. En textos que contienen ideas, datos, conceptos, recuerdos, explicaciones o cuentos. El trabajo de Molino de Ideas es analizarlos, e intentar que las máquinas los comprendan y los aprovechen.
Esta start-up madrileña, especializada en el procesamiento del lenguaje natural, desarrolla programas lingüísticos que interpretan, analizan y categorizan textos en español para realizar toda clase de funciones. Como buscar sinónimos o las raíces de las palabras, identificar adjetivos o, incluso, saber si un escrito expresa una opinión positiva o negativa.
«El análisis de sentimiento puede ayudar a las empresas a identificar las opiniones de sus usuarios en la red», explica Elena Álvarez, lingüista de Molino de Ideas. Según ella, esta técnica puede ser más precisa y más objetiva que las encuestas tradicionales. «Que tienen varios sesgos», aclara. Gracias a sus aplicaciones, una compañía podría buscar en blogs, foros y otras páginas web los textos que hablan de ella, y analizar sus mensajes para detectar qué problemas, carencias o bondades tienen sus productos.
Desde Molino de Ideas proveen esta clase de herramientas a través de un servicio web. No venden un producto final, sino la posibilidad de utilizar sus APIs (Interfaces de Programación de Aplicaciones). Estas son programas informáticos que prestan un servicio muy concreto –encontrar sinónimos, o decir si el texto es positivo o negativo–, y que permiten desarrollar otras aplicaciones más complejas basándose en ellas. El usuario hace una consulta, y esta le devuelve una respuesta concreta. Envía ‘barco’, y le responden ‘buque, embarcación, nave, navío’. Esta solución, por ejemplo, puede ayudar a un buscador a conseguir mejores respuestas.
APIs como negocio
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«Nuestro objetivo final es hace un buen análisis de la lengua», explica Eduardo Basterrechea, CEO de la compañía, que recientemente organizó un encuentro internacional dedicado a las APIs en general, APIdays Mediterránea. «Dos días de conferencias y tutoriales», aclara. Aunque su empresa se dedica a eso, asegura que el modelo de negocio de las APIs todavía está por definir.
Algunas de las principales compañías tecnológicas del mundo han hecho de las APIs una de sus fórmulas de popularización. Que cualquier programador, incluso aficionado, pueda generar mapas propios con Google Maps, o incluir botones de compartir en Twitter y Facebook en su blog es gracias a las APIs. Estas permiten interactuar con estos programas de una forma relativamente ordenada y sencilla, pero sobre todo automática.
Panoramio, la primera empresa española que compró Google, hacía uso de la API del sistema de mapas del buscador para mostrar fotografías vinculadas a coordenadas, y poder hacer pequeñas excursiones virtuales. Incluso hay un nombre para aplicaciones que hacen uso de las APIs de varios servicios simultáneamente: un ‘mash-up’. Y un servicio que permite al usuario crear los suyos propios: If This Then That (IFTTT –«Si Esto Entonces Eso»–)
Durante el APIdays Mediterránea un equipo de tres programadores creo, a base de APIs, una página web de flirteo medio anónimo. El registro exigía una foto y un número de teléfono. Una API identifica si el usuario es chico o chica, otra su edad aproximada, y una tercera realiza una llamada de teléfono a tres para que dos usuarios puedan hablar sin tener que darse los números.
De momento, desde Molino de Ideas cobran según la complejidad de la API –«no es lo mismo analizar una palabra sola, o un texto completo», dice Álvarez–, y según el número de consultas que se hagan. «Siempre con un mínimo totalmente gratuito», aclara Basterrechea. Así fomentan que la gente pueda experimentar con sus herramientas.
Hasta ahora, gracias a las APIs lingüísticas ApiCultur –la ‘tienda’ online desde las que permiten contratarlas– ya se han desarrollado varias herramientas. Desde ejercicios para escolares –«muy completos, porque tenemos una base de datos de más de 1,4 millones de palabras», explica Álvarez– a una versión alternativa del diccionario de la RAE con cada palabra enlazada a su definición.
Fuente: http://www.abc.es