La despedazada confianza en el INE

por Tuffí Aré Vázquez (*)

Poco se habla estos días de la responsabilidad del INE en el conflicto por la postergación del censo. Tampoco se ha escuchado públicamente hasta ahora al INE explicar al país porqué fracasó y qué ha hecho para no fracasar otra vez con el censo. La voz del INE está estos días autosilenciada en los medios.

En realidad, su voz ha sido reemplazada por la del vocero presidencial, que es quien habla en los medios en vez que lo haga el INE, en un debate que debería ser técnico, pero no lo es porque el propio Gobierno lo politiza.



La ley establece que debe haber censo cada diez años y la ley también le da al INE plena autonomía para actuar técnicamente y no políticamente. La norma dice que es el INE el que debería definir cuándo y cómo hacer el censo. No lo deben decidir varios actores, ya que el INE es el único capaz de dimensionar sus capacidades o sus incapacidades. Es el que sabe de qué dispone y de qué no dispone.

Hasta hace dos meses el INE aseguraba que habría censo en noviembre de 2022, pero por lo que se ve, nos mintió o simplemente decidió someterse sin poner reparo alguno a la decisión del Gobierno, alcaldes y gobernadores de postergar el censo.

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O sea, el INE se doblegó y cuando una institución que debe ser autónoma y plenamente técnica se doblega ante el poder político, pierde la confianza de la gente, y nadie, o pocos, creen en ella. Es muy grave, muy peligroso que el INE tenga poca credibilidad, poca confianza de los ciudadanos, en este caso para un hito clave como es el Censo.

Lo peor es que, tras el fracaso del empadronamiento este 2022, y con su reputación hecha trizas, el INE hace poco o casi nada por recuperar la confianza, al menos con su palabra y sus explicaciones que no ofrece aún a la gente.

Para colmo, el vocero presidencial acaba de decir que la fecha del censo “se definirá colectivamente”. En realidad, lo que debe ser por ley solo una atribución del INE resulta transferida a varios. Ojalá la decisión “colectiva” no se dé solo levantando la mano o por votos, con lo que se despedazaría más la autonomía del INE, como se lo hizo ya con otras instituciones que hace tiempo renunciaron a su independencia.

Mientras nadie del INE rinde hasta ahora cuentas a los bolivianos por su fracaso y graves errores con el Censo, el Gobierno se empecina en desviar la atención de las culpas propias acusando a la víctima de estos errores, o sea la dirigencia de Santa Cruz, de hacer un mal trabajo y desestabilizar a Luis Arce con el reclamo justo de un censo. Definitivamente el mundo está aquí al revés.

*Periodista

Fuente: https://asuntoscentrales.com