Continúa el acoso


Manfredo Kempff Suárezmanfredo-kempff-211A Ernesto Suárez se la tenía jurada el Gobierno desde hace rato, como se la tiene jurada a Rubén Costas y se la tuvo a Leopoldo Fernández. Tres opositores fastidiosos a los que se suma el senador Roger Pinto y decenas de presos y exiliados que le plantaron cara al odio de los masistas. Como si esto fuera poco, para acabar con quienes no obedecen a S.E., el Estado Plurinacional le ha caído encima a El Diario de La Paz, con el indisimulable afán de clausurarlo, según ha dicho el ministro Quintana, si no paga una monumental deuda fiscal que El Diario niega deber y que el Gobierno reitera.Pero lo de Ernesto Suárez es lo que hoy está jugándose políticamente, porque estaba prevista para ayer viernes una audiencia en la que le podían aplicar medidas cautelares, en buen romance, cárcel. Si ha sido así (escribo jueves) se habrá cometido una agresión más como producto de la intolerancia y el atropello a la ley, porque el delito de Ernesto ha sido ser invicto en el Beni, como invicto en Pando es Leopoldo. A quienes no se los puede someter en las urnas se los castiga en las prisiones. Esa es la ley vigente en esta democracia sui géneris de lo que debe tomar nota otro invicto: el gobernador Rubén Costas.Sucede que existe una increíble resignación entre la gente que se opone al MAS. Los ciudadanos vemos cómo van a las mazmorras paceñas o al exilio los líderes más importantes y pareciera que es como oír llover. Lo peor que nos puede suceder es que algunos bolivianos nos hayamos acostumbrado a que nos humillen. Eso sería el final de todo. Porque, que sepamos, quienes se pelean en las calles y en los campos, por bagatelas además, son los masistas, los únicos que tienen fuerza en este país. Me han enviado un pensamiento que es como para temblar: “Una nación de ovejas engendra un gobierno de lobos”. ¿No nos estará ocurriendo semejante fatalidad? Porque, hace muy poco todavía, la oposición salía a las calles a protestar, y si había que enfrentarse con el avasallador lo hacía. Ahora no. Ahora los amos de las calles y de los caminos son sujetos desconocidos, extraños, dueños de los palos, los cohetes, y las piedras. Tipos que le ponen la mano encima a cualquiera, cuando no el garrotazo o el araño. Si encierran a Ernesto Suárez nos habrán quitado a un líder de verdadero valor. El Gobierno repetirá que no ha movido ni un dedo, que todo es cosa de justicia. Y nos tememos que el pueblo acobardado mirará silencioso.