Ni libertad de pensamiento ni libertad para el emprendimiento económico. Así parece resumirse la fórmula deseable para el vicepresidente Álvaro García Linera, según sus recientes declaraciones.
Al tiempo de despacharse contra los disidentes dentro de su propio partido y remarcar que en el MAS debe primar la “disciplina”, señaló que “Los librepensantes son un correlato del libre mercado. Libre mercado en la economía es librepensantes en ideología”.
Lo interesante es que esta vez “alias Qananchiri” dice la verdad, aunque su valoración sea por completo equivocada. Ya que, efectivamente, hay una convergencia entre las diferentes libertades, una unidad indivisible.
Libertades civiles y económicas van, al fin y al cabo, de la mano. Pensemos en el caso cubano: la restricción al emprendimiento en materia de Internet, por ejemplo, se vuelve también un recorte a la libre comunicación.
Y es que el mercado finalmente no es otra cosa que la libertad de los consumidores para elegir.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
En cambio, en el modelo que maneja el vice (el “horizonte comunista”, como él mismo le ha llamado), se persigue la gradual supresión de las libertades en todos los ámbitos.
No se puede negar su coherencia.
La ciudadanía tiene ahora en las palabras del propio vicepresidente una declaración del carácter profundamente autoritario del actual proyecto gobernante…