por Tuffí Aré Vázquez (*)
Una vez más la Expocruz corre el riesgo de ser convertida en un campo de batalla política, como efecto del aumento de la tensión del Gobierno con la institucionalidad tradicional cruceña, ahora por la resistida postergación del censo. Tomando en cuenta que a Luis Arce y al MAS probablemente lo que menos les importa es el éxito de la feria, a los cruceños sí nos debería importar muchísimo cuidar y blindar la feria.
Esta no es una simple feria. Cada año la Expocruz simboliza un estilo de vida y expone un modelo de desarrollo. El de la feria es el modelo de libre empresa que le incomoda al modelo estatista del MAS, por ser su alternativa real, por ser finalmente su amenaza.
Por eso es que no resulta inteligente arriesgar la feria, convirtiéndola en un campo de batalla política por la postergación del censo. Ya se lo vio el año pasado, cuando Luis Arce acaparó la tribuna de la Expocruz con cientos de sus seguidores que le hicieron barra cuando repitió el tole tole de su teoría del golpe.
Si Arce desea venir a hacer lo mismo este año que en 2021, mejor sería que no venga, así los empresarios se evitarían otro frustrante y bochornoso papelón. Distinto sería que el Presidente quiera venir con la predisposición real a dialogar y a respaldar un modelo que alienta la libertad económica y la de empresa, pero no con la intención de combatirlo o desprestigiarlo, como lo viene haciendo con sus palabras y sus acciones. Lamentablemente, no se ve una mínima señal ni un gesto de que vaya a ocurrir un cambio en la conducta gubernamental.
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Sin embargo, los empresarios que organizan la feria tienen la necesidad de actuar con la cabeza y no con el hígado, en una batalla que se gana con inteligencia y no con la bilis. Es sabido que la institucionalidad empresarial cruceña no tiene ningún tipo de diálogo con Luis Arce, desde que son vistos por el Gobierno y por el MAS como los que impulsaron la lucha de los 21 días en 2019. La ruptura es oficial y visible. No obstante, es una tradición que los organizadores de la Expocruz sigan el protocolo de invitar al predio ferial al máximo representante del Gobierno nacional, así como a los anfitriones de la Gobernación y de la Alcaldía de Santa Cruz de la Sierra, considerando que la feria es una muestra internacional.
Sin embargo, asoma un contexto muy difícil de conflictividad en pleno mes de la feria y del cumpleaños de Santa Cruz, por lo que los empresarios tendrán que blindar la Expocruz, sin involucrarse directamente en la disputa política ni tampoco facilitar incautamente el predio para que sea una tribuna del Gobierno o de otros políticos, como lo fue especialmente el año pasado, durante la incendiaria intervención de Luis Arce. Como dueños de casa, los empresarios deben esta vez imponer las condiciones para que la maniobra política no empañe una actividad en la que los verdaderos protagonistas deben ser los empresarios chicos, los medianos y los grandes.
No hay que pisar esta vez el palito, ni tomando decisiones que lleven al poder a victimizarse, ni con acciones que muestren falta de firmeza ante el poder.
De todas formas, no es la primera vez en sus 60 años de historia que la feria sufre por los vaivenes de la política. Si ha resistido el embate de una pandemia tan dura como la que empezó en 2020, es muy probable que aguantará la turbulencia pasajera de la confrontación ideológica coyuntural. Ya pasaron varios presidentes, alcaldes y algunos gobernadores, pero la Expocruz sigue aún fuerte y de pie.
No será un trauma tampoco si esta vez los políticos deciden no asistir a la feria. No lo será porque, en realidad, el éxito de la Expocruz lo construyen los emprendedores, los inversionistas de todo el mundo y la gente que la disfruta en septiembre. * Periodista.
Fuente: https://asuntoscentrales.com