Nací en La Paz, y viví escasos tres años en Santa Cruz. Pero eso poco o nada significa a la hora de contar verdades inobjetables en este artículo porque soy cosmopolita.
El motivo de una autodeterminación de Santa Cruz, primeramente, es la abismal diferencia cultural entre la sede de gobierno y la capital económica de Bolivia. Mientras en La Paz, la así llamada burguesía amasó grandes fortunas a diestra y siniestra, bajo la andadura del Ejecutivo desde hace siglos; Santa Cruz, se manejó aislado de esos contubernios politiqueros y avanzó siempre a la luz de la modernidad, el multiculturalismo, la libertad de empresa, y la inversión extranjera
Pero no solamente eso. Santa Cruz tiene otra cultura ya no sólo económica sino social. Las expresiones lingüísticas, musicales, literarias, son ajenas al “andinocentrismo” presente en siglos de poder del centralismo paceño que entendió que solamente valían y tenían el ribete de nacionales, las expresiones de paja brava y montaña nevada. Así por ejemplo, no faltan periodistas extranjeros desinformados que todavía hoy llaman al país bajo el nombre de altiplánico.
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Obviamente, el modo de vida, las costumbres, los usos y el trato social entre Santa Cruz y La Paz están marcadamente diferenciados. Mientras en la sede de gobierno se utiliza un lenguaje teñido de demagogia no pocas veces por los gobernantes de turno, en la capital cruceña y sus periferias, la palabra es de rigor y cumplida a cabalidad.
En lo que concierne a la política propiamente, Santa Cruz va por buen camino al buscar su autodeterminación. Los excesos verbales del gobierno del MAS y sus aliados, que se constituyen no pocas veces en auténticos actos de racismo y odio étnico racial contra los cruceños, son solamente gotas que rebasaron desde hace ya mucho tiempo el vaso de agua.
Una cosa es ser boliviano, y otra muy distinta, ser esclavo de un Estado boliviano corrupto, ineficiente, demagogo y sin principios morales que pretende hundir en el precipicio los anhelos de libertad, justicia, trabajo e igualdad de oportunidades de todos los cruceños.
Por Mauricio Ochoa Urioste