No existe un plan eficiente de seguridad ciudadana y los operativos que se realizan los fines de semana en las ciudades del eje troncal del país son insuficientes. La incapacidad del gobierno y el escaso presupuesto en esta materia son reemplazados por la fanfarria de los desfiles y discursos en solemnes actos oficiales.
Parada policial en instalaciones del Aeropuerto El Trompillo de la ciudad de Santa Cruz, en el 183 aniversario de la Policía Nacional. (23 junio, foto Abi)
El comandante de la Policía , Gral. Víctor Hugo Escóbar, que ha resultado un modelo de servilismo político, minimiza el problema de la inseguridad ciudadana y el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, considera que solo existe una “sensación” de inseguridad.
Rara “sensación” esta que hasta la fecha ya ha ocasionado decenas de muertos en diversas circunstancias, amén de los miles de atracados que tuvieron la suerte de no dejar el pellejo en cualquier calle de La Paz , Santa Cruz o Cochabamba.
La inseguridad ciudadana no es un invento u otro componente de una oscura conspiración de la oligarquía o la derecha. Afecta a todos y cada uno de los ciudadanos pero el gobierno prefiere mirar hacia otro lado y atribuir el problema a las prefecturas que, sin duda, también tienen su cuota de responsabilidad.
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Sin embargo se deben ver algunos otros elementos que denotan que no se trata de un problema que tenga su origen solo en cuestiones presupuestarias. A parte de la asignación en el marco del Presupuesto General de la Nación , la Policía tiene también ingresos por ejemplo por la entrega de cédulas de identidad, la venta de valorados y licencias de conducir.
Estos recursos no ingresan al Tesoro General de la Nación y pasan a formar parte de mutuales de ahorro y fondos de jubilación exclusivos del personal de la institución.
No es casualidad que las direcciones de identificación o de tránsito se encuentren entre los puestos más apetecidos por la cantidad de recursos que generan. No debe olvidarse tampoco que los batallones de seguridad física privada son también fuente de importantes ingresos.
Ocurre que los guardias asignados a entidades privadas reciben un salario que generalmente es mayor al que recibe un policía de línea. Sin embargo este salario no es pagado directamente al policía sino al comando del batallón donde se hace descuentos supuestamente destinados a gastos de administración y a otros, lo que ha generado protestas en varias ocasiones.
Con todos los ingresos que genera la policía resulta inaceptable que sigan trabajando en condiciones arcaicas, pues basta con visitar alguna de sus oficinas de atención al ciudadano para darse cuenta de ello, ¿en que bolsillos termina el dinero recaudado?
Es una realidad conocida por este y los anteriores gobiernos pero resulta que nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato y menos el actual presidente que ha logrado de que tanto la Policía como las FFAA sean funcionales a su esquema.
Es mejor derrochar el escaso presupuesto en paradas y desfiles a los que es tan afecto Evo Morales, en lugar de hacer ajustes en las normas y procedimientos policiales. Es claro que los policías son necesarios en las calles, no en desfiles, oficinas o como edecanes y ayudantes de cualquier funcionario gubernamental de cuarta, dado que los militantes del MAS han demostrado tener un ego bastante exaltado y gustan de transitar adecuadamente protegidos.