La idea de que el Chapare solo vende droga está equivocada. Su principal rubro de exportación no son ni las bananas ni las piñas ni el palmito, es la arena, el ripio.
Tan buena es la arena de Chapare que el Ministerio de Obras Públicas ha ordenado a todas las empresas estatales a usar, con exclusividad, esa arena para todas sus obras que se hagan en el departamento de Santa Cruz, sobre todo si están cerca de la frontera con Brasil.
En estos días, ENDE está levantando obras de infraestructura en Roboré y debe someterse a esta disposición del Gobierno.
La arena que debe usarse para estas obras en Roboré, uno de los lugares más bellos de Santa Cruz, tiene que ser la del Chapare, a 780 kilómetros de distancia.
Quien sabe qué contenidos minerales tengan los áridos del Chapare para que hayan sido elegidos por el Estado boliviano como los únicos que pueden usarse para obras públicas. Los expertos masistas tienen seguramente una explicación.
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Hace unos sesenta años visité el lugar, donde hay unas cascadas espectaculares, que últimamente han sido afectadas por los incendios provocados por los adelantados de los cocaleros, los “interculturales”.
Lo cierto es que ahora unos camiones volqueta gigantescos deben hacer el viaje desde Ivirgarzama hasta Roboré, atravesando casi todo el departamento de Santa Cruz, para entregar esa preciada carga.
En ese trayecto, los camiones pasan por muchos ríos que tienen arenas de todos los colores y todos los espesores, arenas que no pueden competir con la del Chapare, según el Ministro de Obras Públicas.
Quizá el Estado boliviano, muy responsable, haya llegado a la conclusión de que, si van a haber obras públicas, deben ser hechas con el mejor ripio del país, no importa si tenga que recorrer 800 kilómetros para llegar al lugar.
Está en juego la fe del Estado, algo parecido a lo que ocurre en las monarquías, donde solo unas pocas empresas reciben el título de proveedores de la corona.
Así como se habla de “la ruta de la seda” china, aquí se tendría que hablar de “la ruta de la arena” del Chapare.
Hace unos diez años, un camión volqueta con esa preciada arena volcó al cruzar un puente en Santa Cruz. Y se pudo ver que, debajo de la arena, algún perverso había cargado bolsas con droga.
En ese caso, en ese camión, había un “valor agregado” del que después nada se supo.
Son los misterios del “proceso de cambio”.