La suspensión del ATPDEA puede ser usada ahora para ocultar la debacle de las exportaciones bolivianas que rondan el 30 por ciento.
La suspensión ¿definitiva? de las preferencias arancelarias que otorgaba Estados Unidos a Bolivia dentro del programa conocido como ATPDEA le viene como anillo al dedo al Gobierno de Evo Morales, pues ya tiene al culpable ideal para justificar la desastrosa gestión económica que ha provocado la caída de las exportaciones nacionales en alrededor del 30 por ciento en los primeros cinco meses de este año. El ATPDEA se lleva sólo una parte.
A lo mejor las autoridades económicas, a la cabeza del ministro Luis Arce Catacora, mantienen la coherencia en el discurso de los últimos días y siguen insistiendo en que perder el ATPDEA es un asunto menor para el país, ya que, según él, exportar a Estados Unidos con arancel cero perjudica la competitividad de los industriales bolivianos, como si para éstos fuera poco el hecho de sortear problemas de transporte, bloqueos, un pésimo clima político y el acecho de un régimen que se ha declarado enemigo de cualquier tipo de producción que no sea coca.
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Lo más probable es que el Gobierno aproveche la última respuesta estadounidense para patear el tablero y volver a la cantaleta quejumbrosa de siempre en contra de Estados Unidos, mientras enarbola la alternativa venezolana a favor de los productos que han perdido mercados. El problema es que de discursos no viven los 1.400 trabajadores alteños de la firma textil Ametex que fueron despedidos en los últimos meses ante la caída de las exportaciones a Estados Unidos.
Si a los ministros bolivianos, que se mantuvieron indiferentes y dejaron de insistir en la renovación del ATPDEA, les parece poca cosa lo que ha sucedido, no son bicoca los 818 millones de dólares que se han perdido en el primer semestre por el bajón de las exportaciones, por una notoria caída de las ventas de gas, aunque también han bajado los minerales y los productos no tradicionales. Los últimos reportes del INE dan cuenta de que no sólo se reduce el valor de las ventas por efectos de los precios, sino que ha bajado el volumen. Se está produciendo menos y el desempleo está creciendo.
Ya se ha dicho en este espacio, al Gobierno le interesa más la producción de coca y no es una especulación, pues ha sido el viceministro de Comercio Exterior, Pablo Guzmán, el que ha propuesto no vincular las ventajas arancelarias que otorga Estados Unidos, con la lucha contra el narcotráfico, cuando en realidad, el ATPDEA es una ley destinada a compensarle a los países andinos -¡qué ironía!-, lo que pierden por producir menos coca y cocaína. Y está sobradamente demostrado que en Bolivia esos negocios están boyantes.
Al final, puede ser que el Gobierno tenga razón, ya que lo que se esfuma con el ATPDEA es insignificante en comparación con todo lo que se ha perdido y no precisamente por “culpa” de los gringos. Del otro lado, el MAS puede festejar por partida triple, pues ya tiene cuerda para reactivar su discurso antiimperialista; consolida su proyecto de país cocalero y por último, se mantiene firme en la aplicación del torniquete contra el aparato productivo de Santa Cruz, cuyas exportaciones han caído un 42 por ciento en los últimos meses. Gran victoria política.