La Filosofía del Amor

Manfredo Kempff Suárez

manfredokempff21_thumb En estos días de septiembre cuando los medios informativos se dedican a rememorar los 40 años del cruento golpe de Pinochet o los doce de los criminales atentados suicidas contra las Torres Gemelas en Nueva York o en Bolivia de recuerdan cinco años de la matanza de Porvenir, trampa preparada para derrocar al gobernador pandino Leopoldo Fernández, yo he estado releyendo ávidamente un libro. Un libro que tiene que ver con el amor, con la mujer, el enamoramiento, los celos, hasta con la infidelidad.

No soy partidario – ni lo he hecho jamás – de promover alabanzas familiares pero no puedo otra cosa que escribir algo sobre este libro que volví a leer después de cuatro décadas: “Filosofía del Amor”. Fue publicado en Santiago de Chile en 1973, en la Editorial Universitaria, y el autor es mi padre, Manfredo Kempff Mercado. Leer un libro a los veinte y tantos y retomarlo mucho después, cuando ya no existen secretos que en esa materia que lo sorprendan a uno, es muy distinto. Tuve esa impresión.



A sus 30 años, en 1952, mi padre ya estaba desterrado en Brasil. Dos años después estaba en Chile, donde permanecería diez. Los exiliados de las dictaduras militares dicen con un humor negro que fueron “becados” por tal o cuál general, cuando quieren significar que el destierro les sirvió para, en busca de sobrevivencia, formarse profesionalmente. En el caso de mi padre todavía no había “becas” porque no se le llevaba el apunte a los derechos humanos, a los refugiados, ni a nada que se le pareciera. Había que batírselas.

Su actividad, pese a ser abogado, había sido siempre la docencia y dentro de la docencia, la filosofía. Bien lucido estaba un filósofo en el exilio y con tan larga prole. Sin embargo, gracias a que mi madre Justita fue en todo instante un sostén práctico y moral para él, Manfredo Kempff pudo enseñar en las aulas chilenas sobre las múltiples especulaciones de las ideas. Eso, en el pedagógico de la Universidad de Chile y en la Universidad de Concepción. Pero, además, escribió. Escribió cuatro libros, el último de ellos, “Filosofía del Amor”, editado en Santiago, pero cuando hacía mucho que había dejado el exilio, y, por el contrario, se le aproximaba agazapada la muerte, que lo atraparía al año siguiente, apenas pasado el medio siglo de vida.

Este libro, dedicado amorosamente a su esposa, cuyas páginas, dice, “le pertenecen en espíritu”, hace meditar desde que encara lo que es el amor visto por los antiguos, las formas afectivas desde entonces, inevitablemente pasando por la aproximación de los sexos. Una evolución del sentimiento del amor que no ha de haber sufrido grandes transformaciones a lo largo de la historia que conocemos, pero donde se puede advertir algo: los pensadores, inversamente a los tiempos presentes, relegaban un tanto a la mujer en materia amorosa. Sólo en la interpretación del amor naturalmente, porque sin la mujer no existiría el amor. Pero queda la impresión de que la hembra es más receptora de lo sexual, que se consume en la vida sexual y que con la cópula y la multiplicación “llena totalmente su existencia”. Hoy, esto provocaría una polémica segura.

La amenidad del libro, donde se pasa por Platón y Ovidio, Stendhal y la Beauvoir, es comprensible además de interesante, para quienes, como es nuestro caso, no tenemos conocimientos filosóficos avanzados. Temas tan serios como el enamoramiento, sobre lo cual Ortega dice que es “una especie de imbecilidad transitoria”, son largamente analizados desde la óptica de grandes pensadores, porque Manfredo Kempff repitió siempre, con modestia, que él enseñaba filosofía, que era un profesor, no un filósofo.

La infidelidad que tantos trastornos y males ha producido, la tortura de los celos que es la peor enfermedad desde que tenemos memoria, la terrible inseguridad de ser amado o no, todo lo que siempre vivirá y morirá con nosotros, se desentraña magistralmente en esta bella obra publicada hace 40 años.

El Deber/Séptimo Día