¡Sálvese quien pueda!


¡Volveremos a las montañas! proclamaban los militantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) a finales de la década de los 60, luego de que fracasara el intento de Ñancahuazú encabezado por el “Che” Guevara.

imageFoto: El «trosko» ministro Rada (centro) flanqueado por los  ex «elenos» Farfán y Vásquez.

Subsistía aún la convicción de que la lucha armada era el mecanismo para lograr las transformaciones sociales y muchos militantes del ELN cayeron en la búsqueda de este ideal. Luego de ser totalmente desarticulados durante la dictadura de Hugo Banzer, muchos “elenos”, ya a finales de los 70 intentaron, sin mucho éxito, integrarse a la lucha política formal y organizaron primero, el Partido Revolucionario de los Trabajadores de Bolivia (PRTB) y luego el Movimiento Popular de Liberación Nacional (MPLN).



Jamás lograron una real inserción en el sistema político y su papel fue marginal como ocurrió casi siempre con los grupos que primero adoptaron la vía foquista y luego incursionaron en la carrera política.

Los militantes del ELN que sobrevivieron, durante mucho tiempo no daban pie con bola y andaban perdidos buscando espacios en algunas ONG´s para atenuar sus ímpetus guerreros del pasado a la espera de alguna oportunidad mejor.

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Tuvo que llegar el MAS al gobierno para que se les presentara esa oportunidad y ahora hasta se pueden jactar de que controlan el aparato de seguridad del Estado, adecuadamente asesorados por especialistas cubanos y venezolanos.

De sus ímpetus juveniles y de todo ese arrojo que algunos quisieron mostrar en las montañas ya no queda nada y sus ansias de igualdad y justicia social no son más que lejanas y vagas referencias reemplazadas por apetitos mucho más prosaicos. En los hechos han copiado y se han empapado de lo peor de un sistema que en el pasado querían combatir.

Para muestra ahí tenemos al viceministro de Régimen Interior, Marcos Farfán, quien relata supuestas proezas de cuando militó en el ELN pero que a fuerza de exageraciones y contradicciones, se hacen cada vez menos creíbles, al extremo que no debería sorprender si un día se dispara afirmando que fue el brazo derecho del “Che” Guevara y que tuvo épicos combates contra las fuerzas represoras.

Pero la fauna se sigue incrementando. Edgardo Vásquez, nuevo director general de Régimen Interior transitó por el mismo camino con más pena que gloria. No encontró mejor forma de ganarse la vida que la dirigencia sindical en algunas organizaciones y posteriormente como «asesor” de entidades sindicales siempre con lamentables resultados.

En esa su condición logró en el año 1987 hacerse nombrar director de radio Continental de La Paz, la emisora de los trabajadores fabriles y en este caso su gestión no fue nada transparente. Debe recordarse que los equipos de dicha emisora fueron destruidos en el golpe de Luis García Meza; una vez recuperada la democracia, el gobierno de Suecia donó nuevos equipos.

Se trataba de lo más moderno en equipos, los cuales, con Vásquez como director lamentablemente no duraron mucho y en su mayoría fueron a parar a los estudios de radios privadas que los adquirieron a precio de gallina muerta, entre ellos un sistema de comunicación mediante handies, que para esa época, en que no existía la telefonía móvil, era lo último en tecnología.

La Federación de Trabajadores Fabriles de Bolivia, ahora muy bien podría pedirle cuentas a la flamante autoridad. Al parecer estos «revolucionarios» mantienen la moral en alto hasta que huelen los billetes o acceden a alguna forma de  poder.

Mas allá de esta pincelada sobre algunos personajes que hoy son parte del poder ejecutivo, habrá que recomendar a los ciudadanos del país que se cuiden como puedan, porque la política de seguridad interna está en las manos de un troskista, dos «elenos» y de algunos reciclados de los partidos «neoliberales». Los resultados están a la vista.


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