Sobre la ley del oro:
La ley del oro, cuyo tratamiento en la Asamblea legislativa está suspendido, es una ley que le permitirá al Gobierno convertir el papel en oro y, éste, en dólares.
El productor aurífero entrega su oro al BCB y, éste le paga la suma correspondiente, de acuerdo a cotización internacional, en moneda boliviana.
Digamos que el productor aurífero entrega su oro equivalente a 100 dólares, al BCB. Este, a cambio del oro, le entrega, a cotización actual, 696 Bolivianos.
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El BCB, entre otras, tiene como una opción refinarlas y guardarlas en su bóveda; lo que típicamente denominaríamos incremento de reservas en oro. Si, además, el BCB paga los 696 Bolivianos, y esa suma asienta en una partida de gastos, el mismo no ha ganado nada; puesto que los 696 Bolivianos representan un egreso de su patrimonio y el oro físico un ingreso al patrimonio del Banco; equilibrando, al final, el patrimonio del mismo. ¿Mucho ajetreo para tan pobre resultado?; no tanto, !!!Habrá convertido Pesos Bolivianos, en Dólares!!!
Si, en cambio, el BCB asume la opción de exportar el oro comprado al productor, y pagar con dinero de emisión monetaria (moneda nueva) !!!El Banco/gobierno habrá convertido papel en oro!!! El milagro se produce, si el BCB paga los 696 Bolivianos con cargo a “emisión monetaria nueva”, a diferencia del anterior ejercicio. De este modo, no afecta su patrimonio; a cambio de un pequeño efecto, dirá el gobierno, de incrementar la masa monetaria en circulación.
Una agencia gubernamental especializada en la comercialización de oro, no conviene a éste propósito. Solo el Banco Central tiene la imprenta, el papel no es problema.
El Banco/Gobierno, de aprobarse la ley del oro, no tendrá ninguna restricción para realizar esta última operación una y mil veces, hasta que la oferta de dinero supere, significativamente, la oferta de productos en el mercado nacional. Sin embargo, éste pequeño problema, se resolvería agrandando las puertas al contrabando y a la importación. Entonces, la agonía de la producción nacional y la economía en general, habrá ingresado a su fase final.
Posiblemente, el productor aurífero logre seguir produciendo y obtener moneda boliviana, producto de su transacción con el BCB; pero, en el mercado, cada vez encontrara menos productos y a precios más elevados. Esta situación, no tiene otro nombre, se llama inflación y si agregamos el paro de la industria nacional, estanflación.
El Banco/Gobierno, parece no tener otra alternativa que la señalada para conseguir dólares, dado los resultados negativos en sus últimas operaciones en el mercado internacional y su persistente obstrucción a la producción orientada a la exportación (única fuente de divisas), además de su inclinación al déficit fiscal. Las importaciones, de carburantes principalmente, recordemos, se compran en dólares y al contado.
El Banco/Gobierno, parece dar un giro en su modelo económico y, particularmente, en su política monetaria, pasando de keynes (consumo interno) a la Moderna Teoría Monetaria (emisión de dinero) o, a un mix de ambas. Los empresarios, que mostraron su beneplácito con el Gobierno por éstas y otras medidas, deben saber que tanto a Keynes como a los de la MMT, les importa poco la producción.
En éste marco, la sombra de Maduro se agranda, mientras Ortega vive, yá, en la Casa Grande del Pueblo. Coyunturalmente, la situación económica de Bolivia se parece, más y más, a la provocada por el kischnerismo en la Argentina; ¿acaso es un paso previo al modelo venezolano?
La ley del oro, en los términos enviados por el Gobierno al Parlamento, ¿es la madre de las batallas? ¿Y la nueva relación de Santa Cruz con el Estado? ¿Y la reforma del órgano judicial por la vía constitucional? ¿Y los derechos humanos? ¿Y la malla curricular? ¿Y los presos políticos y derechos humano?; en fin, tantas prioridades, requieren una “priorización” o, como dicen los estrategas de la democracia radical, requiere construir una red de demandas, sin que ninguna de ellas sea omitida. En ambas casos, sin embargo, se necesita construir nuevos paradigmas en todos los ámbitos y desplazar a los actuales; ésta necesidad no construida, claramente es un déficit intelectual, que explica, por si mismo, las frecuentes derrotas electorales y la incapacidad de gestionar los monumentales triunfos democrático/populares del 21 F y de las movilizaciones del 2019 por los partidos y los políticos.
La democracia, y Bolivia y los bolivianos están en juego; y el Rey Midas, pero de papel a oro, asoma peligrosamente.
Oruro, 20 de febrero de 2023
Jorge Trujillo Pinto
MIEMBRO DEL GRUPO DE TRABAJO ORURO – GTO