El fallecimiento del ex presidente del Servicio Nacional de Caminos (SNC), José María Bakovic, a raíz de un infarto ocurrido tras ser obligado por el Ministerio Público a comparecer y declarar en La Paz, supone un nuevo crespón negro en la ya larga lista de muertes con trasfondo político sucedidas durante el gobierno de Evo Morales.
En el caso citado, la responsabilidad gubernamental se establece porque es desde el Ejecutivo que se espoleó nada menos que 72 procesos contra Bakovic, luego de que éste intentara limpiar la corrupción del SNC.
Al mismo tiempo, es al Ejecutivo a quien se debe la Fiscalía General, oficina que fue la que insistió en la comparecencia de Bakovic en La Paz, a sabiendas de que los médicos forenses de Cochabamba habían advertido sobre los graves riesgos para su salud.
La Fiscalía General habría llegado al extremo de buscar otros forenses, en este caso de la ciudad de Sucre, para que aseveraran que no había impedimento médico para el viaje de Bakovic a la sede de gobierno.
El cóctel de persecución judicial, negligencia médica y ruptura del principio de juez natural terminó llevándose una vida humana.
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Decíamos al principio que este es un nuevo crespón en la lista del régimen evista, que ya carga con aproximadamente un centenar de muertes por acción u omisión.
Recordemos, someramente, a los más de 20 muertos de Huanuni, en un conflicto minero que el gobierno pudo pero no quiso evitar, llegando el vicepresidente a mofarse de las advertencias diciendo que él “pondría los cajones”.
O a la docena de fallecidos en Pando, en un enfrentamiento atizado por el ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana.
O a los universitarios caídos en La Calancha, en un operativo policial comandando en persona por el entonces ministro de gobierno, Alfredo Rada.
O a las tres personas ejecutadas en el Hotel Las Américas, en una incursión ordenada por el propio Evo Morales.
O a los muertos de Caranavi.
O a Edson Ruiz y Cristian Urresti.
La nómina es demasiado larga, para un gobernante que prometió irse a su casa si en su gestión había “un solo muerto”…