ESTE CENTRO EDUCATIVO SE DESARROLLA EN EL MARCO DE LA NORMATIVA BOLIVIANA
El director distrital de Educación de Santa Cruz felicitó al colegio por ser inclusivo. El establecimiento creó nueve subcentros ubicados en las afueras de colonias menonitas radicales que limitan la educación.
Fuente: https://www.paginasiete.bo
En Bolivia, a finales de los años 90, aproximadamente, cuando los menonitas comenzaron a salir de las colonias radicales huyendo de las reglas y las prohibiciones que, ante todo, los mantienen alejados de la educación; una de las primeras decisiones que tomó un grupo de ellos, después de declararse “libres”, fue fundar una escuela para sus hijos. Lo hicieron en 2003, la bautizaron con el nombre de Esperanza y la instalaron en un pueblito de Santa Cruz llamado Sinaí, en el municipio de Pailón.

Tuvieron el apoyo de menonitas que venían desde Canadá. Entre ellos también había algunos que vivieron en Bolivia. Su misión era ayudar a los que huían de las colonias radicales, para la generalidad el único lugar que conocían y en el que espiritualmente se sentían “a salvo”.
Con el tiempo rebautizaron la escuela, la llamaron Villa Nueva, que acaba de cumplir 20 años, pero no sólo como un símbolo de la “libertad” de sus fundadores y de los menonitas que cada año llegan con sus hijos a ella en busca de educación; sino integrada a Bolivia a través de las leyes educativas y de la decisión de abrir sus aulas a toda la comunidad que los rodea.
Villa Nueva está en la comunidad del mismo nombre, en Pailón, fundada también por menonitas declarados libres. El domingo 29 de marzo festejaron su aniversario con la presencia del director distrital de Educación de Santa Cruz, Ubaldo Saucedo; el primer director de la escuela Arely Peters y otros invitados. Página Siete estuvo presente en el acontecimiento.
“Hoy queremos demostrar nuestro éxito como padres, porque tenemos una escuela completa y excelente para nuestros hijos, con educación boliviana”, afirmó Paulas Buhler, menonita que nació en la colonia Cupesi, de la que salió con su esposa Gertruda, huyendo hace más de 20 años.
“Mi esposa y yo trajimos a nuestros tres niños a Villa Nueva. Los dos mayores ya salieron bachilleres y están en la universidad, algo que no se hubiese podido en la colonia. Nuestra hija menor está en la promoción de este año, que tiene un nombre lindo, GUIA, que significa Grupo Unido Intercultural Alegre”, añade emocionado en un castellano en el que aún marca su presencia del plautdietsch, o alemán bajo, un idioma casi en extinción con el que se comunican los menonitas.

Buhler fue presidente de la junta de padres de Villa Nueva en dos oportunidades, conoce de cerca la historia de este logro menonita. Su primera gestión la cumplió entre 2013 y 2015. Cuando en 2020 llegó la pandemia del covid fue llamado nuevamente a ocupar ese cargo hasta el año pasado: 2022.
Remarca orgulloso que la escuela, además de incluir en su currícula todas las materias que establece la normativa educativa boliviana, enseña con prioridad el idioma inglés y cuatro valores fundamentales de la cultura menonita: “la oración, el mantenernos unidos, velar por el prójimo y crecer más unidos”.

Como parte de tener presente la cultura menonita, en Villa Nueva también se enseña el plautdietsch o alemán bajo.
El director distrital de Educación de Santa Cruz, Ubaldo Saucedo, destacó en el evento que Villa Nueva es el primer colegio menonita que se desarrolla en el marco de la normativa boliviana y que hubiese abierto sus aulas al resto de la comunidad de Pailón.
“Reciban una felicitación por sus 20 años al servicio de la educación de los bolivianos menonitas y también de los estudiantes que vienen desde Pailón para estudiar en esta prestigiosa unidad educativa”, dijo Saucedo.
“Al escuchar la reseña, vemos que no fue fácil. Fueron 20 años de trabajo de los padres de familia, de profesores voluntarios que dieron su esfuerzo, pero también de la misión que dio su ayuda. Hemos trabajado dando apoyo a la institución y se tiene que seguir trabajando. Lo que hace que una comunidad se desarrolle es la educación, que es la llave para avanzar en la vida. (En Villa Nueva) tenemos bachilleres y personas que brindan servicios a la población”, añadió la autoridad.
En Bolivia, la gran mayoría de las colonias menonitas, que son consideradas radicales, se niegan a ser incluidas en el sistema de educativo nacional y continúan dando a sus miembros una enseñanza básica, que se limita a siete años de escuela, tiempo en el que sólo se enseña las cuatro operaciones básicas de las matemáticas (suma, resta, multiplicación y división) y la memorización de un libro de catecismo.
En diferentes etapas, autoridades de Educación intentaron acercarse, sin éxito, a estas comunidades que se asentaron en Bolivia desde mediados de los años 50.
“Los menonitas conservadores no quieren implementar la educación boliviana”, afirmó en mayo de 2022 el viceministro de Educación Regular, Bartolomé Puma, a Página Siete en el marco de la investigación periodística Una vida en blanco y negro para ser candidato al cielo.
Una historia nada fácil
Y como dijo el director distrital de Educación de Santa Cruz, Ubaldo Saucedo, durante la celebración de los 20 años de la unidad educativa Villa Nueva, el nacimiento y consolidación del colegio no fue fácil.
Paulas Buhler rememora y agradece todo el esfuerzo que nació impulsado con el respaldado de los menonitas David y Lisa Janzen, Diedrich y Anna Groining, Cornelius y Tina Nuefeld, Jack y Mary Nuefeld y del director fundador Arely Peters.
Todos llegaron a Bolivia desde Canadá en los años 90 con la misión de “tender una mano” a los menonitas que huían de las colonias radicales. Vinieron con una misión de “base cristiana evangélica”, señala Buhler.
“Lisa Janzen era hermana de mi madre. La trajeron a vivir a Bolivia cuando tenía cuatro años. Estuvo aquí, viviendo en una colonia tradicional, hasta los 14 años, cuando salió a Canadá, donde hay menonitas con mentalidad moderna. Regresó con una misión para ayudar a los que huían. Vieron que la mayor necesidad era la educación”, cuenta.
Recuerda que Villa Nueva, entonces Esperanza, abrió sus aulas con 30 niños menonitas de padres que al huir de sus colonias habían perdido todo lo material, incluidas sus tierras de cultivo, su principal fuente de ingreso.
Los progenitores estaban de acuerdo con que sus hijos tuvieran por primera vez acceso a una educación que les permitiera ser doctores, abogados y no “sólo agricultores sin tierra”. Pero su problema es que muchos no tenían cómo alimentar a sus hijos y tenían que trabajar con ellos. Ante esa situación, los misioneros decidieron dar una comida a los chicos en la escuela.
“La economía era difícil para los padres, no tenían para comer. Como ayuda, nuestros antepasados (misioneros) decidieron dar una buena alimentación a los niños, por lo menos una vez al día”, cuenta Buhler.
Con el tiempo esa limitación se fue venciendo porque los menonitas, dedicados por completo al trabajo, prosperaron. Lo que no les fue fácil enfrentar y vencer fue la oposición de las colonias radicales a que la escuela Villa Nueva fuera reconocida por las normas bolivianas.
Fueron seis años de insistencia y perseverancia. “Los líderes de las colonias hicieron de todo, hasta pagaron para impedir que nuestra escuela fuera reconocida por el Ministerio de Educación. Fueron tantas trabas, fue muy difícil”, afirma Paulas Buhler.
Fue tanto el esfuerzo y desgaste que cuando un día del año 2012, el primer director de Villa Nueva, Arely Peters, entró al colegio con las manos en alto exclamando “¡al fin!”, nadie se emocionó.
“Todo fue difícil y lento, (por ese motivo) estábamos muy desanimados”, explica Buhler.
Y el primer director de Villa Nueva, Arely Peters, estuvo presente en la fiesta por los 20 años de la escuela.
“Es un placer venir de nuevo a este que era mi hogar. Viví en la zona 16 años. Es un placer ver cómo crecen. Comenzamos en el año 2003 y hay crecimiento en el alumnado, la infraestructura. Mucha gente se sumó al proyecto, sigan adelante”, expresó.

La unidad educativa no ha parado ni un minuto de crecer. Ya graduó a 10 promociones de estudiantes menonitas y no menonitas. Su infraestructura pasó de un solo nivel a una construcción de dos pisos, rodeada de un campo verde brillante, un espacio deportivo y otros ambientes que buscan el bienestar de los estudiantes, como asegura su actual director Leo Pantoja.
Además, Pantoja señala que la escuela Villa Nueva, con todas sus características, forma jóvenes “con principios y valores ético cristianos que pueden servir a la comunidad, principalmente a la comunidad menonita”.
Explica que muchos de los estudiantes del colegio se convierten en educadores de otros menonitas. Es que Villa Nueva es considerada como la madre de la educación para menonitas que comenzó a crear otras escuelas en las afueras de las colonias radicales, sobre todo en Pailón y San José de Chiquito, en el departamento de Santa Cruz. Se llaman subcentros
“Ya tenemos siete subcentros”, indica Paulas Buhler.
Uno de estos subcentros es Vida Nueva, una escuela en Pailón que un grupo de menonitas expulsados de la colonia radical Valle Nuevo fundaron para sus hijos. La escuela fue rociada a su alrededor con veneno y los líderes radicales iniciaron una demanda legal contra sus impulsores. Una historia tal vez similar a la que tuvo la unidad educativa Villa Nueva, que acaba de cumplir 20 años, y que es el símbolo del mayor triunfo de los menonitas bolivianos autodeclarados libres.
En la fiesta por los 20 años de Villa Nueva, los estudiantes presentaron una hora cívica marcada por el canto y el baile. El pastor William Kehler brindó un sermón que finalizó diciendo: “Escuela de Villa Nueva, hasta aquí el Señor nos ha ayudado”. Mientras que los padres se organizaron para ofrecer un almuerzo y propiciar una convivencia. Y hubo unos apasionantes partidos de fútbol, un campeonato, algo prohibido en las colonias menonitas radicales, de donde salieron los fundadores de Villa Nueva.