Con más de 110 hundimientos detectados, la montaña que tiene la estampa de monumento patrimonial, sigue siendo vista como un yacimiento por los 20.000 mineros que entran a diario a sus entrañas.
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La icónica montaña potosina perdió su cima.
“Hoy, aunque a duras penas, (el Cerro Rico) sigue activo, produciendo algo de plata y otros minerales, y con ello se mantiene gran parte de la economía de Potosí”. La afirmación es parte de una nota de prensa de la Cámara de Senadores, del 13 de diciembre de 2021, a propósito de la aprobación de una Declaración Camaral mediante la cual se rindió homenaje a la emblemática montaña de la capital potosina por su contribución al desarrollo del país.
Desde su descubrimiento en 1545, el Sumaj Orck’o no ha parado de dar minerales: plata en la Colonia y plata y estaño desde la época republicana hasta 1985. En la actualidad, alrededor de 20.000 mineros extraen a diario sulfuros de zinc, plata y plomo en 420 minas en medio de un riesgo latente: el hundimiento irreversible del cerro. Esto no sólo implica la pérdida de su característica forma cónica, sino también de vidas humanas y fuentes de trabajo.
Este 2023 Página Siete Plus visitó en dos ocasiones la ciudad de Potosí para tener una versión actualizada de la problemática del yacimiento-monumento. Durante la primera incursión, el 15 de enero, se pudo observar las múltiples grietas y hundimientos que existen en el cerro ni bien uno recorre sus faldas y también el estado de hundimiento de la cima. En una segunda oportunidad, el 24 de febrero, con la guía de una comisión de la Federación de Cooperativas Mineras (Fedecomin) de Potosí, se conoció una parte del interior del cerro y, casualmente, ese día se atestiguó cómo un derrumbe interno impedía el paso en uno de los corredores principales.
Pese a esos dos factores, que son muy comunes y recurrentes, la actividad no para. La mañana del 24 de febrero, José Luis Alave, minero cooperativista de Compotosí, mostró una carga recién extraída de zinc y estaño en bruto en las puertas de la mina Pailaviri, una de las entradas principales al Cerro Rico. A simple vista parecían dos simples promontorios de tierra semi húmeda, pero eran minerales.
“Esto hacemos para comercializar directamente a las empresas. Va a los ingenios para un proceso de tratamiento y lo sacan en concentrado”, detalla. ¿Cuántas cargas de zinc se pueden sacar en un día? “En carga bruta sacamos alrededor de 14 volquetas, eso significa alrededor de unas 200 a 300 toneladas por día de zinc”. Esa cantidad es posible por el trabajo de mineros de cuatro cooperativas: Unificada, Villa Imperial, 10 de Noviembre y la suya.
Su compañero, don Miguel Delgadillo, también de Compotosí, explica que en la época de la Colonia llegó a haber alrededor de 5.000 minas en este yacimiento y que en la actualidad hay 420. “Ahora que están estables los (precios de los) minerales hay 20 mil mineros”, calcula.
¿Cómo se articula la minería de un cerro que está al límite con la economía de una ciudad como Potosí? En este artículo exploramos algunas respuestas.
Pilar económico de una ciudad
“Casi la mitad del valor que produce (la ciudad de Potosí) podría desvanecerse si eventualmente la minería del Cerro fuera afectada”. A esa conclusión llegaron los investigadores Rubén Ferrufino Goitia, Rodolfo Eróstegui Torres y Marco Gavincha Lima en el libro Potosí. El Cerro Nuestro de cada día. Relevancia económica en la región y la ciudad capital (2011). En ese entonces, 18 mil mineros dependían de esa actividad y, por lo menos, 60 mil personas —en un cálculo mínimo de los autores del estudio— se beneficiaban directamente al ser familiares cercanos. Hoy esa perspectiva no ha variado y los aproximadamente 20 mil mineros que trabajan en la mina también tienen familias que alimentar. Es por ello, entre otros motivos, que distintos actores consideran imposible pensar siquiera en dejar de explotar el monumento natural que comenzó a ser explotado desde 1545.
Después del comercio y servicios como la hotelería y la alimentación, la explotación de minas y canteras es la tercera ocupación más frecuente entre la población urbana del departamento de Potosí hasta el año 2022, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En menor medida están actividades como transporte, almacenamiento, industria manufacturera, construcción, educación y agricultura, entre otras.
“(Aquí) no hay fábricas, excepto la cervecería Potosina, más allá de eso no hay. Todo el trabajo es netamente minero”, advierte el vicepresidente de Fedecomín Potosí, Mario Tarqui. Según estadísticas de Fundempresa, a enero de 2022, el 78,5% de las empresas vigentes en Bolivia son unipersonales. Y dentro del esquema nacional, el departamento de Potosí ocupa el sexto lugar con 15.654, es decir sólo el 4,4% de los números de Bolivia. El 28% de esas “empresas” potosinas se dedican al comercio al por mayor y menor, a la reparación de vehículos y a la venta y reparación de motocicletas.
Por otro lado, en cuanto a recepción de regalías por extracción de minerales, el municipio de Potosí está en segundo lugar a nivel departamental. En el primer sitial está el municipio de Colcha K, también de vocación minera, pero con mayores aportes al sector. Las regalías sirven, por ejemplo, para obras públicas, escuelas, hospitales o carreteras. Para este año, el 14% (51.350.831 de bolivianos) del presupuesto que tiene la Alcaldía de Potosí es del aporte de las regalías mineras, según la rendición de cuentas del 20 de abril de 2023.
En esa ciudad se reciben regalías principalmente por la producción y posterior exportación de plata, zinc, plomo, cobre y estaño, según el Servicio Nacional de Registro y Control de la Comercialización de Minerales y Metales (Senarecom). “Toda la economía que generamos como cooperativistas se va a distribuir en todo lo que es compra de verduras, pago de impuestos; aportamos directamente al Estado, las regalías que se van distribuyendo a los demás departamentos”, dice Tarqui.
Pero pese al aporte, existen cuestionamientos de diversos sectores respecto a la forma de explotación que existe en la montaña. Por ejemplo, la presidenta del Comité Cívico Potosinista (Comcipo), Roxana Graz, observa que la minería en la actualidad —con la empresa Manquiri y los cooperativistas como principales actores— actúa como depredadora del cerro, que socava su estructura y pone en riesgo su categoría patrimonial. “Ellos (los cooperativistas) se han adueñado del Cerro Rico y, a partir de eso, hacen uso y abuso de este yacimiento que ahora es catalogado como patrimonio”.
Desde Manquiri, el gerente de administración, Antonino Torricos, rechaza tales afirmaciones y explicó a este medio que la empresa en la que trabaja sí aporta a la economía de la ciudad y del departamento. El funcionario ejemplifica que aportan con aproximadamente un millón de bolivianos al mes a la empresa de agua de Potosí por consumo de agua industrial no tratada que les aprovisiona esa entidad. Añade que, entre otras cosas, su factura de electricidad es de “no menos de tres millones de bolivianos mensuales”. Respecto al aporte de regalías municipales del 2022, afirma que Manquiri dio al municipio potosino 4.195.680 bolivianos.
¿Y qué hace en la actualidad Manquiri? Esta empresa suscribió un contrato por un período de 25 años con la Comibol y su duración es hasta el año 2026. “Sólo puede explotar material suelto y desmontes que están en la superficie del cerro sin tocar roca dura”, según una publicación de Comibol. Durante la visita de este medio se pudo verificar que, en efecto, existen camiones que salen e ingresan de los predios de Manquiri, ubicados en las faldas del Cerro Rico.
Más allá de la extracción, recojo y venta de minerales, hay otra gama de servicios vinculados a la minería que también generan ingresos en la ciudad capital de Potosí. El transporte de minerales, por ejemplo, es bastante requerido. A diario decenas de volquetas van de ida y vuelta hacia el Cerro Rico con cargas de minerales. También se generan ingresos por publicidad de servicios y de “logros” de ingenios y empresas privadas vinculadas a ese sector en vallas especializadas, en medios de comunicación e incluso en camisetas de equipos deportivos. El turismo en torno al Cerro Rico es otra actividad popular y masiva ya que existen tiendas de artículos de plata, recorridos por la Casa de la Moneda y tours a la mina en los que los visitantes ingresan ataviados con overoles, guantes y cascos.
Además, la minería del Cerro Rico también alimenta indirectamente el comercio informal y la economía de algunas familias. Hay zonas enteras, como El Calvario o Pailaviri, en las que están las oficinas de algunas cooperativas. En esos lugares existen puestos de venta de comida y kioskos de comercialización de pesadas bolsas de goma para retirar minerales de forma manual, sitios en los cuales se puede cargar las pilas de las baterías de las linternas de los cascos para ingresar a la mina, etc.
Para Tarqui, la minería genera empleos y permite que exista circulante en las calles. Un minero, por ejemplo, debe almorzar en función de la hora que ingresa a las entrañas de la tierra. Puede ser a las ocho de la mañana o a las 10. Aunque, según el minero, al interior de la mina no se come mucho, miles de mineros luego de alimentarse temprano deben munirse para una larga jornada. La coca, los cigarrillos, el alcohol y, eventualmente, los explosivos son comprados en los comercios del sector, explica Tarqui mientras almuerza un guiso de carne casi a las nueve de la mañana en un puesto de comida de El Calvario. Cerca de él, varios mineros se alimentan a esa misma hora.
Monumento al límite y deteriorado
Las noticias de hundimientos en distintos sectores del Cerro Rico se han incrementado en los últimos años. Desde adentro o desde afuera, los signos del deterioro son evidentes. “Aquí ha habido un desprendimiento de roca porque falta el enmaderamiento, el callapeo”, relata José Luis Alave mientras muestra cómo dos miembros de su cooperativa trabajan en la recuperación del pasillo principal a unos 400 metros después de haber ingresado desde Pailaviri a la mina. ¿No es peligroso? “Claro, antes de que sea más (grave) hay que arreglar”, responde uno de los dos trabajadores que, pala en mano y casco con linterna, apresura los trabajos.
Y ese peligro, explica Delgadillo, quien trabaja 25 años en la mina, es constante. “Si un minero entra no sabe en qué momento se va a desprender un bloque de piedra que le cae en la cabeza, en la espalda, causándole la muerte instantánea o dejándolo inválido por el resto de su vida (…). El año pasado tuvimos 97 muertos y este año [hasta marzo], siete”, dice. Con información actualizada por la Policía de Potosí, hasta el 14 de abril de 2023 ya sumaban 20 los fallecidos al interior del Cerro. Al parecer, los accidentes mecánicos están directamente relacionados con las condiciones de la montaña.
Hasta abril del año pasado se registraron solo en la parte superior del Cerro Rico 64 hundimientos. Esto de acuerdo al “Estudio topográfico, fotogramétrico, geofísico y escáner 3D del Cerro Rico de Potosí” elaborado por la empresa Drontec. Y hasta fines de 2022, según la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), había 113 en total. Y pese a los accidentes, muertos y hundimientos en esta montaña, su explotación continúa cada día.
Esta situación es también un elemento que pone en riesgo el título de Patrimonio de la Humanidad que ostenta la ciudad de Potosí. En 1987 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) inscribió a esa capital en la Lista del Patrimonio Mundial por albergar, entre otros, al Cerro Rico, al centro histórico y el río de la Ribera de la Vera Cruz. Tres años después, en 1990, con la Ley 1197 el Estado boliviano declaró al Cerro Rico “Monumento Nacional”. Pero en 2014, la Unesco colocó a esa ciudad en otro inventario: la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro. Reafirmó esa decisión en 2021. Parte de la justificación fue por la “degradación potencial del sitio histórico por las operaciones mineras; inestabilidad y riesgo de derrumbe del Cerro Rico”.
Al respecto, la activista e investigadora Beatriz Loaiza observa que en los últimos 40 años no se hizo una correcta gestión pública del cerro, lo cual deriva en su situación actual. Siendo más precisa, identifica que desde la década del 2000 con la incursión de Manquiri y las cooperativas comienza una explotación, a su juicio, descontrolada. Fue “un tipo de explotación continua que ha ido dando grandes réditos porque subió el precio de los minerales en una época de bonanza (…). (Pero) debería haber sido una gestión coordinada, recíproca e incluyente entre patrimonio y minería (y eso) no ha existido. Entonces, la minería ha ido en desmedro del patrimonio hasta tal punto que está hundiendo al cerro, literalmente”, dice Loaiza. Dadas las alertas, la concejal Reyna Menacho cree que la salvaguarda y eventual recuperación de este bien patrimonial debe responder a una intervención más técnica y tiene que convertirse en una política de Estado. “Si nosotros no hacemos nada, ni siquiera el Gobierno central, con seguridad podríamos perder el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad”, lamenta.
Las cooperativas deben migrar sus operaciones
Dadas las condiciones expuestas, desde Comcipo advierten que hay acciones que deberían estar siendo cumplidas y que no hay avances. Una de ellas es la migración de las cooperativas que trabajan por encima de la cota 4.400 (unidad de medida para determinar la altura en relación a metros sobre el nivel del mar) en el Cerro Rico. Luego de la visita de febrero de 2023, Mario Tarqui, de Fedecomin, admitió que existen cooperativas que todavía están en el área y el dato fue corroborado a Página Siete por el gerente regional de Comibol Potosí, Ramil Silvestre.
“Están conscientes los socios de que hay que preservar la estructura morfológica de nuestro cerro para lo cual vamos a migrar a niveles más bajos de la cota. Los de mi cooperativa, 9 de Abril, están en el proceso de migración, estamos en eso paralelamente trabajando, muchas, no la mía nomás”, afirma Tarqui.
Recientemente, el 20 de abril de 2023, desde Comibol se informó de cuatro acciones para hacer efectiva la migración de las cooperativas a espacios que no afecten al Cerro Rico. El primer punto del acuerdo entre Comibol y Fedecomin Potosí radica en que las cooperativas deben formalizar interés, mediante carta, sobre áreas mineras “ociosas”. En el segundo, se planteó que la Gerencia Regional de Comibol y Fedecomin reactiven gestiones ante la Gobernación de Potosí para que los yacimientos mineros que fueron prospectados puedan pasar a las cooperativas, en función a disposiciones legales vigentes. También se planteó la posibilidad de solicitar la reversión de derechos mineros que están bajo competencia de la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) en beneficio de las cooperativas de Potosí.
En la actualidad, según Comibol, hay 35 bocaminas activas por encima de la cota 4.400 y su gerente espera poder cerrar todas este año. Pensando a mediano-largo plazo, Silvestre estima que se puede hacer una migración definitiva de las 33 cooperativas que trabajan actualmente en el Cerro Rico de aquí a ocho años. Sin embargo, predice que ello podría afectar directamente en la economía de la ciudad.
“Cuando de aquí a tres años salgan las cooperativas del Cerro Rico, ahí sí hay que pensar qué vamos a hacer con el Casco Viejo de la ciudad, porque ahí está centralizado el comercio de las cooperativas y mucho más en el sector de Pailaviri donde se han instalado varios negocios y viven de la economía del Cerro Rico”, pronostica Silvestre.
Fuente: paginasiete.bo