Asentamientos humanos o ¿cohecho electoral?


El juego limpio exige la suspensión de migraciones a Pando y a otras regiones del país, hasta después de las elecciones del 6 de diciembre.

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El ministro Juan Ramón Quintana, en una de sus frecuentes «visitas» a Pando. Allí dicen que ha hecho de este departamento su feudo y que ha prometido a cualquier precio ganar la elección para el MAS.



Se llama cohecho electoral a cualquier método utilizado para influir en la intención de voto mediante promesas falsas o entrega de artículos varios o, finalmente, dinero. Es un mecanismo muy utilizado en un inicio por regímenes populistas que luego, por su propia dinámica y condiciones intrínsecas, devienen en autoritarios.

No es necesario tener grandes conocimientos de historia para percatarse del elevado número de regímenes que en América Latina llegaron al poder mediante el voto y luego se mantuvieron en él por décadas, manipulando e instrumentalizando ese mismo voto. Todos ellos, casi sin excepción, se proclamaban demócratas y lo curioso es que justificaban sus despóticas decisiones apelando a la defensa de la democracia.

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El MAS llegó al poder sobre la base de una importante votación producto de las ansias no satisfechas de una parte de la población pero está recurriendo a todo tipo de artimañas para quedarse, como ya lo han declarado de forma abierta, de manera indefinida en el poder.

Es cohecho trasladar a 2.500 familias a Pando para que voten en ese distrito por Evo Morales con la promesa de dotarles de tierras, alimentos y servicios. A pesar de los ejercicios retóricos de ministros y el propio Evo, la verdad descarnada es que los trasladados están siendo utilizados en la forma más reprochable, además de irresponsable.

Es probable que muchos de ellos, de muy buena fe tengan, la esperanza de obtener mejores condiciones de vida, para ellos y sus familias en ese departamento, escapando de la lacerante pobreza en sus distritos en los que las sedes sindicales de ladrillo y pisos de parquet conviven con paupérrimas chozas de techos de paja y pisos de barro, en los que deben sacar sus productos a “lomo de indio” mientras sus “dirigentes” se trasladan en sus lujosos vehículos contentos porque “Evo cumple”.

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Una de las «beneficiarias» del plan gubernamental, vecina del barrio Perla del Acre, logra algunos centavos con la venta de refrescos (foto La Razón)

Pero esta esperanza se va diluyendo a la medida que van siendo trasladados y al llegar a su destino se dan cuenta que las condiciones son iguales y hasta peores que en su lugar de origen. En Cobija, los primeros asentamientos se dieron en zonas periurbanas donde la posibilidad de acceder a tierras de trabajo es nula y en segundo, en estos «nuevos barrios» no disponen de luz, agua potable, alcantarillado o servicios de salud y educación, sobreviven en casuchas armadas con latas, plásticos y cartones enfrentando insectos y un ardiente clima al que no están acostumbrados.

Si existiera buena fe del gobierno al efectuar estos traslados, entonces surge la pregunta obligada ¿por qué la premura?, ¿ porque no se toman primero algunas previsiones como la construcción de viviendas medianamente dotadas de servicios?

Ocurre que el MAS quiere a esos migrantes en ese lugar antes de las elecciones del mes de diciembre para que puedan inscribirse para votar, se descuenta que por Evo. Se trata de la más torpe, grosera e inhumana manipulación de grupos de familias con fines estrictamente electorales.

Pero a parte de ello, el gobierno está actuando con absoluta irresponsabilidad y no está midiendo las consecuencias de sus actos o si las ha medido, sencillamente no le importan. Los campesinos del lugar ya han observado la incongruencia de que supuestamente se quiera dotar de tierras a gente que es trasladada del occidente del país y ellos nuevamente sean postergados. Demás está remarcar las poco promisorias perspectivas que conlleva esta situación por demás explosiva.

Si las intenciones del MAS no son de coyuntura electoral ¿por qué no posterga el traslado hasta después del 6 de diciembre?. Eso le daría tiempo para montar una adecuada infraestructura con condiciones de vida dignas a los trasladados y demostraría que sus intenciones de dotar de tierras a los postergados son reales y no una de las muchas artimañas que ha puesto en marcha el gobierno para ganar «por las buenas o las malas» el control de las regiones que políticamente le son adversas.

Además hasta le serviría al gobierno para echar por tierra la serie de cuestionamientos y protestas que ha generado este plan de asentamientos humanos no solo en la oposición, sino también en los propios originarios de Pando y Beni, que se sienten despojados y marginados de un proyecto que en forma prioritaria debería tomar en cuenta a los nativos del lugar. 

El presidente Morales tiene la oportunidad de demostrar a los bolivianos que es capaz de jugar limpio en los próximos comicios sin necesidad de apelar a inescrupulosas ventajas, donde las personas son rebajadas a objetos descartables de uso electoral.