Ninguna tensión en la frontera entre Honduras y El Salvador
LAS MANOS (PUESTO FRONTERIZO ENTRE HONDURAS Y NICARAGUA) (LA VANGUARDIA, ENVIADO ESPECIAL JOAQUIM IBARZ)
“Já, já, já!”. Alejandro Diaz, inspector jefe de policía de Las Manos, se desternilla de risa cuando este cronista le pregunta si detendrá al derrocado presidente Manuel Zelaya si traspasa la línea fronteriza. ¿”Detenerlo yo? Já, já, já. ¡Qué dice usted!”, comentó sin reprimir la estridente carcajada. El teniente coronel Juan Ramón Gavilán Soto, a cargo del destacamento militar, también sonrió con escepticismo al formularle la misma pregunta. Dice no haber recibido instrucciones sobre qué hacer si Zelaya entra en Honduras.
“No tenemos órdenes de detenerlo, ni estamos aquí para eso. Sólo debemos cuidar la seguridad para evitar disturbios”. El militar formula una reflexión como para sí mismo: “¡Quiera Dios que lo ilumine y no venga por acá!”.
Las Manos es el punto fronterizo más cercano a Tegucigalpa, a mitad de camino entre Managua y la capital hondureña. Es uno de los tres cruces oficiales de la frontera entre ambos países y la ruta más directa. Por ello, se especula que en el caso de que Zelaya se decidiera a cumplir sus repetidas proclamas de que va a regresar a Honduras de manera apoteósica, Las Manos sería el lugar más idóneo. De momento, Zelaya incumple todos sus compromisos.
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Zelaya ha dicho que la guerra civil ha comenzado. Nada más lejos de la realidad. En el país hay una calma total. A pesar de los rumores de que Honduras está militarizando y fortificando la frontera con Nicaragua, en Las Manos, el punto potencialmente más caliente entre los dos países, apenas había un puñado de soldados hondureños con ningún espíritu bélico. Lo mismo ocurría del lado nicaragüense. Nicaragua y Honduras comparten 922 kilómetros de frontera porosa. En contra de lo que se ha escrito en diversos medios, ninguno de los dos países ha desplegado fuerzas en los límites comunes. Los guardianes más agresivos en la carretera eran un par de ocas que picoteaban el pantalón del viajero.
En esta polvorienta aduana, no hay nada que indique nerviosismo, temor, o preparativo alguno para recibir o rechazar a Zelaya. Aquí se ignoran tanto las bravatas y amenazas del presidente derrocado como los discursos desafiantes del gobernante de facto Roberto Micheletti, quien ha ordenado a las fuerzas armadas que detengan a Zelaya tan pronto entre en territorio hondureño. Orden que no ha llegado a la frontera.
La gente vive ajena a la disputa política. A pesar de que el tráfico se ha reducido en forma drástica en las últimas semanas, decenas de camiones esperan cumplir los trámites de aduana para entrar en Nicaragua.
En los 140 kilómetros que separan la frontera de Las Manos no hay retenes militares. El escaso tráfico fluye con normalidad. Un solo control policial a la salida de Tegucigalpa verifica la propiedad del vehículo.
La zona, que huele a café tostado, tabaco (cubanos exiliados han creado una próspera industria de puros) y glicinas, responde al nombre de la capital comarcal, El Paraíso. Hace unos años, esta región no era tan idílica. En las montañas cercanas. En los años 80, las montañas boscosas que rodean esta solitaria posta fronteriza eran escenario de emboscadas y tiroteos entre sandinistas y contras (guerrilleros contrarrevolucionarios financiados por la CIA). De los campamentos de la contra que se montaron cerca de Las Manos no queda ni rastro. También ha sido destruido el bunker que levantó el dictador Somoza al otro lado de la frontera.
La gente está dividida con respecto al retorno de Zelaya. Saúl Chacón, estudiante de El Paraíso, comenta que “es mejor que Zelaya no vuelva para no provocar más conflicto social, bastantes problemas tenemos para sobrevivir”. Por el contrario, el alcalde de El Paraíso, Carlos Ovidio Seguro, dice a “La Vanguardia”: “El presidente Zelaya va a pasar por aquí, no tenga duda. Si así no fuera, aquí habrá una guerra civil. Toda Honduras estará en El Paraíso esperando al presidente”. Y argumenta: “Mire, Zelaya viene por esta frontera porque es el paso más cercano a Tegucigalpa, es estratégico. Si Zelaya pasa por aquí le diré que rompa con Chávez, Chávez es el origen de todos nuestros males. Los problemas empezaron por él. Yo apoyo a Zelaya, lo reconozco como mi presidente, pero creo que es un error asociarse a Chávez. Esa fue una causa del golpe y el presidente Zelaya tendrá más problemas si sigue insistiendo con eso”.
Al pasar al lado nicaragüense de la frontera nos topamos con un gigantesco cartelón con la figura del presidente Daniel Ortega, en el que ha sustituido los colores rojinegros del Frente sandinista por un rosa chillón con el que hace años intentó maquillar su militancia. En el cartel se informa a los viajantes: “Cumplirle al pueblo es cumplirle a Dios”. De todos es sabido que Ortega sustituyó las consignas revolucionarias por frases místicas con el fin de complacer a su antiguo adversario, el cardenal Obando y Bravo, quien bendijo su unión sacramental con la polémica Rosario Murillo.
LA CORTE VETA EL RETORNO DE ZELAYA
El gobierno de facto de Roberto Micheletti está analizando una propuesta de su ministro de Exteriores, Carlos López Contreras, que contempla el retorno del derrocado presidente Manuel Zelaya, pero acotándole el poder y sin facultades para convocar una Constituyente que posibilitara su reelección. La iniciativa del canciller, jefe del equipo negociador en San José, fue bloqueada por la Corte Suprema de Justicia (CSJ). La Corte argumenta que Zelaya fue destituido por un mandato judicial y "no puede reasumir la presidencia". El Congreso se iba a reunir a última hora del miércoles para definir su posición.
"La postura de la Corte es una barrera", admitió López Contreras. El ministro informó que el martes envió al presidente Oscar Arias, mediador en el diálogo, un "documento de trabajo" que "estaba subordinado a que hubiera consentimiento de parte de los tres poderes del Estado". La propuesta de López Contreras es similar a la que presentó en San José el presidente Arias, aunque incluye mayores candados para garantizar que Zelaya tenga que cumplir los compromisos que asuma.
En la capital se celebró ayer una de las manifestaciones más multitudinarias en contra del retorno de Zelaya. Miles de hondureños participaron en la marcha Por el patriotismo y el valor”, convocada por la Unión Cívica Democrática. La gente clamó en contra de Hugo Chávez y a favor de la democracia. La protesta de los simpatizantes de Zelaya apenas reunió a unos pocos centenares.