Renzo Abruzzese
La política tiene como prerrequisito el control del espacio físico. Sin él, ningún acto político desarrolla la capacidad hegemónica inherente a los desplazamientos del poder. Probablemente, el ‘laboratorio’ más moderno y de resultados más visibles en las últimas décadas sea Pando, un departamento que sucumbió a los ‘trasplantes étnicos’ de forma irreversible. No se trata de un proceso meramente demográfico y mucho menos de una estrategia exclusivamente electoral, aunque ambos factores son vitales; en realidad se orientan a la desestructuración de los esquemas de poder local y la generación artificial –en principio– de cosmovisiones divergentes que ponen en cuestión las formas en que cultural, política y económicamente se han desarrollado los territorios ocupados.
Los trasplantes étnicos obedecen a una estrategia de poder de mediano y largo plazo, cuyos objetivos finales apuntan a la sustitución de todos los elementos objetivos y simbólicos que hacen posible el mantenimiento de identidades locales, sin las cuales es imposible mantener una comunidad cohesionada en torno a sus propias formas de comprender y procesar sus modalidades de desarrollo en todos los sentidos.
La implantación de grandes contingentes humanos altera el orden establecido no solo en el número de habitantes, sino –y probablemente este sea su objetivo central– altera las estructuras sociales del poder local y los mecanismos que dan origen a sus liderazgos. La presencia de nuevos actores con una carga de demandas iguales o superiores a la población normal desencadena tensiones que se expresan en poderosas pugnas por el control de los ejes económicos y, en consecuencia, más temprano que tarde, por el control político de los centros de decisión. Los artificiales procesos migratorios son, en última instancia, una querella por el control político y la redistribución de los factores que hacen a la producción, el comercio, el crédito y los mercados.
Aunque este es un efecto natural de los desplazamientos poblacionales, cuando obedecen a una estrategia política todos los factores que se involucran se organizan bajo una perspectiva ideológica destinada a construir hegemonías con el menor costo social posible y el mayor rédito político.
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El Deber – Santa Cruz