¡Es el rescate, estúpido!


Zapatero coincide con Rajoy en su justificación de las medidas de austeridad para salvar a España de los hombres de negro



Zapatero, en la presentación de 'El dilema'. / JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)



En su libro El Dilema (Editorial Planeta), el expresidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, explica que su cambio espectacular de política económica y social del 12 de mayo de 2010, con la aplicación de un plan de ajuste, estuvo guiado por la necesidad de evitar un rescate de España, como había ocurrido días antes con Grecia. La misma razón, sostiene, le llevó a ampliar esas medidas un año y tres meses más tarde, en agosto de 2011, hasta culminar a finales de dicho mes con la reforma urgente de la Constitución Española para introducir la regla de oro de limitación del déficit público.

El expresidente estima que su esfuerzo mereció la pena. “Nos costará años superar esta crisis, con un rescate hubieran sido lustros. Esta crisis ha deteriorado el Estado de bienestar, con un rescate se hubiera convertido en irreconocible. Además nuestra autonomía como país se hubiera visto gravemente limitada y nuestra autoestima muy dañada, aún más, y para mucho tiempo. Esa es mi convicción entonces y sigue siéndolo ahora”, señala en su epílogo.

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El expresidente narra en su libro, y subraya en sus declaraciones estos días, que tanto Dominique Strauss-Kahn, entonces director gerente del Fondo Monetario Internacional, como la canciller alemana Angela Merkel, y el Banco Central Europeo (BCE) le sugirieron solicitar el “rescate”.

Zapatero identifica “rescate” con una línea de crédito precautoria del FMI. Relata que en su visita a La Moncloa, Strauss-Kahn, le ofreció el 18 de junio de 2010, aplicar esa línea a España para afrontar los problemas eventuales de liquidez.

La oferta de Strauss-Khan reflejaba, no un rescate, sino un acuerdo adoptado por el FMI en aplicación de las política recomendadas por el G-20. Si el director gerente se lo ofreció fue porque precisamente esa línea de crédito, ya existente, comenzaría a aplicarse en agosto de 2010 con la novedad de que podrían ser utilizadas por los países miembros con problemas de balanza de pagos mediante acuerdos por seis meses. Hasta entonces se podían usar por los plazos de uno y dos años. Tal mecanismo se rebautizó con el nombre de Línea de Liquidez Precautoria.

Zapatero, empero, exagera e identifica esa línea de crédito con un rescate. “Strauss Kahn me planteó sin ambages la posibilidad, o más que la posibilidad, la conveniencia, de que solicitase ya una ayuda al FMI, en la forma de una línea de financiación precautoria, como la que estaba a disposición de algunos países emergentes”, escribe.

“Si después de tener que adoptar decisiones tan difíciles, como las del 12 de mayo, me veía forzado solo unas semanas después, a acabar pidiendo ayuda financiera, y por tanto, la intervención, ¿cómo podría justificar los recortes sociales ya aprobados?, apunta. El hecho es que ante la negativa de Zapatera, Strauss-Kahn no insistió. “Mi preocupación era tan intensa como la satisfacción que experimenté al ver la reacción de Strauss-Khan ante mis palabras de resistencia y de convicción…pareció modificar claramente su posición inicial”.

Aparte del BCE, Zapatero relata que Angela Merkel, el 3 de noviembre de 2011, le sugirió en la Cannes, antes de la cumbre del G-20, la misma idea. “Merkel me planteó si estaba dispuesto a pedir una línea de ayuda preventiva de 50.000 millones de euros al FMI; añadió que a Italia le correspondería otra por valor de 85.000 millones”. Era la línea de crédito precautoria renovada para usar en Europa. Esto es lo que Zapatero llama “rescate”. El entonces presidente le dijo que no.

En realidad, esta noticia fue adelantada días antes de la reunión por The Wall Street Journal. Y la cumbre, en efecto, apoyo la iniciativa del FMI de lanzar una nueva linea precautoria de liquidez “para países con fuertes políticas y fundamentos económicos que hacen frente a shocks exógenos”. Esto, es ataques de los mercados. Como el que estaba sufriendo España en aquellos días.

Zapatero ha decidido por fin dar a conocer la carta enviada por el presidente del BCE, Jean Claude–Trichet, y Miguel Ángel Fernández Ordoñez, gobernador del Banco de España, el 5 de agosto con las condiciones para frenar los ataques sobre los bonos públicos españoles. Y, asimismo, aporta su respuesta el 6 de agosto, aceptando algunas de las condiciones y matizando otras.

El gobierno aceptó la exigencia de un nuevo paquete de ajuste fiscal del 0,5% del PIB, rebajar las indemnizaciones por despido, anuló la cláusula de coinversación de contratos temporales en fijos (concatenación) y, en cambio, se abstuvo eliminar las cláusulas de indiciación salarial. El ajuste presupuestario contribuyó a reforzar la segunda recesión ya en curso.

En realidad el intercambio de cartas fue el embrión del nuevo sistema de compras de bonos públicos (OMT) puesto en marcha por Mario Draghi, ante la amenaza de desintegración del euro, en 2012, programa sujeto a la adopción de medidas de ajuste.

Zapatero reivindica la reforma constitucional de limitación del déficit como una idea propia. En su crónica, omite un hecho esencial. El 16 de agosto, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel anuncian en París que todos los países deben aprobar en su Constitución o en la legislación nacional dicha limitación desde agosto hasta el verano de 2012.

Precisamente, en su Zapatero sí señala que el 17 de agosto, después de la cumbre Sarkozy-Merkel, levanta el teléfono y llama a Mariano Rajoy para decirle que está pensando en hacer la reforma constitucional.

Fuente: elpais.com