En un nuevo episodio del espacio digital “De Frente con Oscar Ortiz”, Jorge Luis Gumucio analizó la declinación del sector hidrocarburos y el creciente déficit energético de Bolivia.
Fuente: Publico.bo
Gumucio es graduado en economía por la Universidad de Kansas y máster en economía financiera por la Escuela de Administración y Empresas de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. Es autor del capítulo dedicado a los hidrocarburos, en un reciente informe de la Fundación Milenio sobre el primer semestre de la economía boliviana en el 2023.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
“En los últimos 5 años, sigue la tendencia acentuada de pérdida de producción de gas en Bolivia. En 2015 se dio un pico de exportación y desde ahí la bajada fue considerable, consecuentemente con la falta de líquido asociado. Se han dedicado muchos esfuerzos a la inversión en explotación y no en exploración. Se han sobreexplotado los campos en un entorno de precios muy altos. La consecuencia viene ahora, donde se tienen campos en declinación y no ha habido exploración suficiente para reponer reservas. Nos hemos vuelto socios poco confiables para abastecer de gas en la región y el país está encaminándose a ser un importador neto de gas en el mediano plazo”, advirtió.
El economista dijo que “Brasil tenía este escenario en mente hace unos cuantos años y comenzaron a invertir mucho en LNG. Argentina comenzó a ver el shale gas del yacimiento de Vaca Muerta. Dos mercados fundamentales para Bolivia se están agotando. Argentina va a ser autosuficiente en materia de provisión de gas natural en el corto plazo y exportador en el mediano. Brasil ya es autosuficiente en materia de gas, porque el Presal produce mucho, sólo que prioriza la producción de petróleo y reinyecta mucho del caudal de gas natural para tener presión en los campos petroleros”.
“Bolivia puede convertirse en país de paso del gas de Argentina a Brasil. Cuando se acabe de vender el saldo remanente del GSA al Brasil va a haber un cambio en la fórmula de precios, no se va a indexar más al petróleo. Tendremos una posición mucho más débil en temas de ingresos y de negociación”, señaló.
Gumucio alertó que “a mediano plazo vamos a terminar importando gas, entre el 2032 y el 2033. El mercado interno en Bolivia incrementó su consumo y se necesitarán muchas divisas para importar gas y pagar el subsidio. Si no se hace un sinceramiento en los precios de gas, es imposible que alguien venga a Bolivia a invertir mucha plata. Nadie vendría a vender la mayor parte de su producción a un precio subsidiado”.
“Llama la atención que la demanda de diésel entre 2021 y 2022 ha crecido un 4% y los precios crecieron un 30%, pero el costo de adquisición en Bolivia creció en más del 100%. No se sabe si es demanda real o contrabando. Y si no se reciben ingresos por exportación de gas, habrá un hueco que se va a hacer cada vez más grande. Un problema a mediano plazo es que, al no tener volúmenes fijos de exportación a Argentina, la planta de separación tendrá problemas con las garrafas y eso será más sensible para la población. Si importamos gas y se subsidia, se irán muchos de los ingresos que vendrán del litio”, detalló.
Sobre la salida de Repsol de Bolivia, dijo que “sus campos ya no son rentables y han encontrado una excusa ecológica perfecta, de acuerdo con políticas de las empresas europeas de moverse hacia energías verdes. En Bolivia, al tener gas y petróleo subsidiado es difícil entrar al tema de las energías verdes competitivamente. Nadie vendrá a invertir y además pueden usar esta excusa de dejar de invertir en energías fósiles para hacerlo en energía verde”.
“Habría que darse tiempo de encontrar reservas que puedan mantener el mercado interno, pero se necesitan grandes inversiones para encontrar megacampos. Una alternativa es alquilar los ductos de paso de Argentina a Brasil y que paguen en especie, ahorrando divisas. Pero es una estrategia de sobrevivencia, no de crecimiento”, indicó.
Gumucio consideró que, para buscar soluciones de fondo, “tendría que tratarse un proyecto de ley interesante y cambiar la Constitución. Lo veo imposible y no va a alcanzar el tiempo. Tendrán que encontrar un mecanismo que ayude en la negociación de los ductos. No creo que el actual gobierno esté dispuesto a sincerar los precios en Bolivia”.
Respecto al litio, señaló que “depende del precio, que en dos años ha bajado un montón. Ahora hay alternativas con baterías mucho más modernas. Es probable que en la carrera del litio entremos tarde, no agarremos los precios de punta y una buena parte del ingreso vaya a subsidiar a los hidrocarburos”.
El economista acotó que el informe está disponible en la página web de la Fundación Milenio.