“Yo soy la tierra/ Yo soy la tierra de horizontes incendiados/
Feroz y ardiente como jaguar herido/Yo soy la selva virgen de soles verticales/ De enjambres de parabas y rojos cardenales/Y de la fresca sombra de verdes catedrales/… Yo soy la madre tierra violenta y/violentada/ Yo soy la tierra… Cantata Elay
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Letra: Óscar Zambrano Martins. 1939 Cachuela Esperanza, Beni. 1993 Santa Cruz de la Sierra. Música: Julio Barragán Saucedo. La Paz 1951-2017. Oscar Zambrano, periodista, cineasta, dramaturgo, mi amigo del alma desde aquel Berlín Occidental de los ‘60, fue “la fidelidad a la tierra”, dijo Pedro Shimose, tras su muerte prematura. Gracias a los esfuerzos compartidos de la Filarmónica de Santa Cruz de la Sierra y de todas las personas que nos obsequiaron con la magnífica presentación de la Cantata Elay este septiembre aniversario 2023.
Vuelvo a ese magnífico poema porque es el mejor regalo a esta tierra y a la sociedad cruceña, en el 213 aniversario de su gesta libertaria, un 24 de septiembre de 1810, siempre presente.
Así como “No hubo un día de tregua en esos días”, los de ‘Las Montoneras’, relata Oscar Zambrano, tampoco hay días de tregua en estos interminables días que Bolivia ha vivido y vive bajo el dominio político del Movimiento al Socialismo (MAS), hace 17 años en el poder central, siempre centralista y concentrador de poder a rajatabla.
Demasiados días, semanas, meses y años, así el mandamás sea Evo Morales, siempre cocalero, ‘padrino’ de la materia prima de la cocaína, la hoja de coca; o Luis Arce, hoy presidente, u otro que se crea ‘iluminado’, pretendiendo dominar política, económica, social, cultural y territorialmente el Oriente. Ese impulso de dominación con tomas y tráfico de la tierra a la que llaman ‘Madre’ con obscena hipocresía, con bloqueos por todo y por nada, con desprecio y cortapisas a su patrón productivo agroexportador capitalista, es un acto de reconfirmación de su izquierdismo dictatorial acrítico, tan acrítico como la trilogía ‘originario-indígena-campesino’. Cierto que otorgó visibilidad social a los pueblos indígenas, más a los de Occidente que a los del Oriente, a los que ignora; uno que otro cargo en la administración pública, como clientela política, pero sin rescatarlos de su pobreza, ni darles la propiedad de la tierra, ni respetar su condición ciudadana de igualdad ante la ley.
En un acto de arrojo demagogo y falsario, Arce se creyó un mesías al plantear en el 78º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, cambiar el sistema capitalista, erradicar el neoliberalismo y las formas de dominación, explotación y exclusión de las grandes mayorías, más algunas otras demandas, entre distópicas y utópicas. La impostura y cinismo total, pues aquí, el Occidente del país sufre por falta de agua y sequía dada su ineptitud en la gestión medioambiental; persisten los avasallamientos a la tierra cruceña; insiste en su intención de vulnerar los acuíferos de la región metropolitana de Santa Cruz; permite la penetración al Parque Amboró, por la zona de los valles cruceños, hasta el hogar de los milenarios helechos gigantes; incentiva la explotación de oro en ríos amazónicos por empresas chinas predadoras por el uso sin freno de mercurio; no se conduele de haber despilfarrado la bonanza de los hiperprecios del gas, habiendo sido ministro de economía, casi 13 años de los 14 del ex Morales, entre otras miserias, como anular dotación de tierras a empresa pionera en la agroindustria de exportación.
Propuso “declarar al mundo como territorio de paz”, sin sonrojarse por su apoyo irrestricto a la Rusia de Putin, con su invasión y guerra de conquista contra Ucrania, y de que la paz social en Bolivia sea una especie casi en extensión. En los hechos, el país está acribillado por el narcotráfico y sus mafias; feminicidios por doquier, violencia política con una expresidenta constitucional prisionera política, como el secuestrado gobernador de Santa, con la salud comprometida, amén de 270 personas privadas de libertad. Arce quiere llevar a Bolivia “al socialismo como en Cuba” por eso pide erradicar el capitalismo. Se hace el gil ante la atroz realidad cubana, que desfallece de hambre real y hambre de libertades ciudadanas.
Discípulo fiel del estalinismo, hoy bajo el nombre del socialismo del siglo 21, pretende, como el ex Morales, un país de pensamiento único, cero pluralidad política y cultural, para preservar su posición de poder e indicar el lugar social que deben ocupar ‘los otros’, es decir ‘nosotros’. Nosotras y nosotros mestizos, chiquitanos, guarayos, tupí-guaraníes y cada uno de los pueblos que habitaban y habitan estas tierras, más inmigrantes, cada quien con su identidad, relaciones interétnicas, su visión libertaria, liberal y autonómica sobre su presente y su futuro.
Esta tierra violentada está harta de la demagogia y las imposturas del centralismo del MAS y sus colgandejos que pintan de sospechoso color azul celeste las calles del centro cruceño. A los centralistas de las alturas y a los locales en ejercicio, les recordamos que en esta tierra “compartida y libertaria” definida por el poeta, “uno más uno son dos, y unos con otros son mil, y miles alzan su voz”.
Aquí no olvidamos a “Andrés de los humillados, Ibáñez de la justicia” para conseguir unidos en voluntad política, paz en democracia y el Estado de Pleno Derecho que nos merecemos. Sí, con la esperanza de cosechar una nueva vida, libre de predadores políticos.