Europa cambia su modelo para mantenerse en la carrera espacial

Frente a la recia competencia internacional, la Agencia Espacial Europea (ESA) quiere cambiar de modelo para mantener al Viejo Continente en la carrera espacial, aunque esto implique revisar sus reglas de funcionamiento históricas.

El canciller de Alemania, Olaf Scholz (c), escucha a los astronautas Matthias Maurer (drcha.) y Alexander Gerst dentro de un módulo Columbus en el Centro de Astronautas de la Agencia Espacial Europeo (ESA) en Colonia el 1 de septiembre de 2023
El canciller de Alemania, Olaf Scholz (c), escucha a los astronautas Matthias Maurer (drcha.) y Alexander Gerst dentro de un módulo Columbus en el Centro de Astronautas de la Agencia Espacial Europeo (ESA) en Colonia el 1 de septiembre de 2023 © Ina Fassbender / Pool/AFP/Archivos

Fuente: RFI

 



 

Con los estadounidenses, chinos e indios en la carrera a la Luna, las empresas emergentes en pleno auge y la economía espacial que se prevé se duplique de aquí a 2040, sin olvidar la crisis de los lanzadores que les priva del acceso al espacio, los europeos tenían que reaccionar.

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La ESA quiere posicionarse como simple cliente y dejar de administrar directamente algunos programas espaciales.

Al término de duras negociaciones en Sevilla, los 22 Estados miembros alcanzaron un acuerdo que «marca un hito decisivo en la historia espacial europea», según el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire.

El acuerdo establece el principio de un nuevo modelo basado en el adoptado por la NASA en Estados Unidos desde hace varios años.

Para los futuros programas de cohetes, la ESA pondrá a los fabricantes a competir entre ellos.

La ESA prevé asignar 150 millones de euros (160 millones de dólares) de financiación a los industriales seleccionados para que desarrollen sus cohetes y luego les comprarán servicios de lanzamiento.

Los europeos aprendieron la lección tras Ariane 6. «Hasta Ariane 5, el lanzador era diseñado y desarrollado por una agencia, y los industriales eran simples subcontratistas», explica una fuente cercana al asunto.

«Se puede simplemente comprar servicios de lanzamiento a los industriales responsables del desarrollo. El problema con Ariane 6 fue que se creo un modelo con lo peor de ambos mundos», añade.

Como resultado, entre retrasos y sobrecostes, los Estados miembros de la ESA se vieron obligados en Sevilla a subvencionar la explotación del cohete con hasta 340 millones de euros (363 millones de dólares) al año para garantizar su competitividad frente al gigante SpaceX.

Pero SpaceX también está «subvencionado en gran medida por el gobierno estadounidense», que paga mucho más por los vuelos que compra que lo que cobra a los clientes comerciales, según Philippe Baptiste, Presidente de Cnes, la agencia espacial francesa.

«Contribución equitativa»

El origen de las rigideces europeas vienen de la llamada regla del justo retorno geográfico. Ésta estipula que la inversión de cada país debe traducirse en beneficios equivalentes para sus empresas.

«La regla del justo retorno es criticada porque impide a los fabricantes elaborar proyectos más eficaces», explica a AFP Pierre Lionnet, director de investigación de Eurospace, que representa a la industria europea.

Al favorecer la aparición de un ecosistema en todo el continente, «este mecanismo ha permitido a Europa crear una de las industrias más competitivas y diversificadas del mundo», argumentó el director general de la ESA, Joseph Aschbacher.

«Dicho esto, tenemos una nueva situación con la comercialización (del espacio), por lo que la ESA está discutiendo con los Estados miembros de una evolución del retorno geográfico», reconoció.

En lugar de suprimirlo sin más, Pierre Lionnet cree que la idea es pasar a un sistema de «contribución equitativa», que ya está en vigor para algunos programas específicos de la ESA.

En la actualidad, cada país conoce de antemano el rendimiento industrial que obtendrá por su contribución financiera. En este caso, la inversión de cada Estado «se decidiría a posteriori en función del montaje industrial propuesto por el proyecto ganador» de la licitación, explica.

Un país que opte por participar en un programa de la ESA «no sabrá de antemano cuánto aportará, ni el nivel o la calidad de la participación de su industria», añade Lionnet.