Semanario The Economist asegura que Bolivia es el centro de distribución de mercurio ruso en la región

La revista The Economist señaló que Bolivia es utilizada por comercializadores rusos como un centro para propagar por todo el continente el uso del mercurio en la minería aurífera.

Fuente: lostiempos.com

En un extenso reportaje sobre la situación de la producción del oro en la Amazonía, The Economist informó también que el gobierno de Luis Arce «hace la vista gorda» respecto de los cooperativistas mineros que realizan la explotación de este mineral.



«Los mineros ilegales de oro tienen aliados poderosos. Además de Nicolás Maduro, Luis Arce, el presidente de Bolivia y Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, han alentado o hecho la vista gorda a la minería informal», señala The Economist en su última edición.

Agrega que: «Los mineros informales solían buscar oro en ríos o golpearlo con picos en tierra seca. Hoy en día, la minería de oro se realiza con sustancias químicas peligrosas y maquinaria pesada. El mercurio ruso se propaga desde Bolivia por todo el continente».

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El reportaje añade que «unos pocos gramos de oro requieren mover varias toneladas de roca y escombros. Muchos mineros ilegales utilizan minas antiguas, ya que son las más fáciles de operar, dice Bruno Manzolli de la Universidad Federal de Minas Gerais. Pero a medida que aumentan los precios del oro, los minerales de menor calidad se vuelven rentables».

Y explica: «En Bolivia, donde el diésel está subsidiado y el uso del mercurio no está regulado, incluso un gramo por tonelada sigue siendo rentable».

Bolivia es el país con mayor uso de mercurio per cápita del mundo, una situación que no es atendida por el Gobierno, que no desea enemistarse con el poderoso sector cooperativista y que además es un aliado del MAS desde que Evo Morales llegó al poder en 2006.

Los cooperativistas, además, penetran en áreas protegidas, gracias a la alianza que tienen con el MAS. Incluso en los últimos años, el SERNAP, que supuestamente debe administrar y proteger los parques nacionales, dio permisos a los cooperativistas para que exploten oro en esos lugares, aunque recientemente dijo que ello «había sido un error» y que la entidad «pedía disculpas» por eso.

The Economist también critica la situación en otros países como Brasil, Perú y Venezuela. Respecto de este país recuerda que en 2016, Nicolás Maduro decretó que grandes extensiones de bosque se convirtieran en el Arco Minero del Orinoco, un territorio más grande que Portugal.

Ese flujo, agrega, podría aumentar ya que en octubre pasado Estados Unidos levantó las sanciones a la empresa estatal de minería de Venezuela, entre otras, a cambio del compromiso de Maduro de celebrar elecciones libres el próximo año.

Sudamérica supuestamente suministra una décima parte del comercio global, aunque debido a la brecha entre las exportaciones reales y las declaradas, la participación del continente podría ser mucho mayor, convirtiendo a Sudamérica en una de las regiones líderes en el denominado «oro sucio» o cuya actividad extractiva es contaminante.

Esto ha atraído al crimen organizado, agrega la revista. «América del Sur está experimentando actualmente un exceso de cocaína, con el precio al por mayor cayendo en picada. Como tal, los cárteles de drogas quieren diversificarse. Los garimpeiros, o mineros informales, en el norte de Brasil cuentan con el respaldo del Primer Comando Capital (PCC), la banda criminal más grande del continente».