Milei le ganó al miedo y es presidente de los argentinos


 

|ANÁLISIS|Milei le ganó al miedo y es Presidente de los argentinos|Hernán Terrazas|

 

Se acabó el suspenso. Argentina tiene nuevo presidente y es Javier Milei. El candidato de la Libertad Avanza derrotó los pronósticos de los últimos días, que se inclinaban por una victoria de Sergio Massa, y la campaña del miedo que sembró dudas en un electorado puesto ante la disyuntiva de votar por la continuidad o un salto a lo desconocido.



Fuente: Brújula Digital

Análisis Especial de Hernán Terrazas

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Los resultados oficiales con el 91% escrutado indican que Milei con 55,86% de los votos, frente a 44,13% de Massa, logró una diferencia no prevista por ninguna de las encuestas recientes (11,7% de diferencia, 2,7 millones de votantes).

El libertario perdió en el debate del pasado domingo, pero ganó en las urnas. Se levantó de la lona para dar el último golpe en una campaña que mantuvo en vilo a casi 48 millones de argentinos durante los últimos meses.

A Javier Milei le bastó el respaldo acumulado en la campaña y posiblemente algunas movidas de última hora, como el multitudinario cierre en la ciudad de Córdova de la mano del gobernador y excandidato presidencial de esa provincia, Juan Schiaretti –uno de los políticos con mayor aprobación pública en Argentina–, para ganar en los últimos días de una segunda vuelta en la que comenzó a achicarse la diferencia mínima que lo separaba de Sergio Massa.

Milei llega como la carta de cambio que lanza la sociedad argentina sin saber cuál podría ser el desenlace del juego. Es casi como una apuesta a ciegas, porque al candidato libertario no se le valora un pasado de gestor público y tampoco se le reconoce por su capacidad para exponer sus ideas, pero sin duda es el que mejor “grita” lo que la gente se aguanta y el que ahora tiene el mandato de ajustar cuentas con la famosa “casta” política, que es como los argentinos han comenzado a identificar a los partidos tradicionales y sus líderes.

El candidato de la Libertad Avanza no la tiene fácil. Si cumple con sus ofertas, al menos en la parte económica, Argentina estaría a punto de experimentar la dolarización y el polémico cierre del Banco Central, para avanzar tanto en el control de la inflación y el impulso a la reactivación económica. Pero la incertidumbre es todavía mayor que la confianza y todo queda en manos de un mercado que insinuará su reacción a partir de mañana.

Milei, al que se vio vacilante, frágil y casi entregado en el debate contra su rival del pasado domingo, no podrá imponer toda su agenda, porque su respaldo congresal es frágil y porque, más allá de su deseo de cambio, las argentinas y los argentinos, no están dispuestos a resignar el “nunca más”, ni el perdón a los responsables de muertes y desapariciones durante la dictadura de los setentas, ni arriesgar cambios importantes para la convivencia democrática como la Ley del Aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El libertario, en realidad, gobernará con las manos atadas. De la fuerza y el radicalismo que demostró en la campaña deberá transitar hacia una actitud más cautelosa, que responda no solo al electorado que le dio la victoria, sino a la otra mitad que el domingo apostó más por la “seguridad” que por un compromiso militante con Massa.

El candidato ganador tendrá que asimilar rápidamente que su mandato es el del cambio y no el de dar marcha atrás en las conquistas democráticas de la mayoría de los argentinos. Tiene por delante, en el mejor de los casos, cuatro años para demostrar que lo suyo no fue fuego de artificio y que sus coqueteos con un discurso desgastado de derecha no prevalecerán sobre la necesidad de gobernar para un futuro diferente.

La desesperación del votante por encontrar salida a una situación económica que se tornó prácticamente insostenible en el último año y a una crisis ética de la política, lo llevó a marcar el nombre de Milei en la papeleta, tal vez con la sensación de que es mejor la incertidumbre con algo de esperanza, que la certeza con un fondo de amargura.

El socialismo del siglo XXI pierde uno de sus bastiones geográficos en la región, luego de haber acumulado éxitos electorales en Chile, Colombia y Brasil. El peso de Argentina es muy grande y seguramente se hará notar.

BD/RPU


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