Roberto Ortiz Ortiz*
Manuel F. Ayau, Fundador de la Universidad Francisco Marroquín, solía decir que “una economía eficiente no se inventa. Es el resultado de un régimen de derecho que garantiza a los individuos su vida, su propiedad y sus contratos; es decir, su libertad”.
En este 2014 y a pocos meses de las elecciones presidenciales no le vendría mal a nadie analizar las políticas públicas de nuestro gobernante, para ver si realmente ha hecho de Bolivia un lugar más próspero durante los últimos ocho años. Para analizar esto, se debe dejar claro que la prosperidad no llega gracias al bosquejo de un político o en nuestro caso, un dictador, sino más bien, la prosperidad llegará a largo plazo, aunque suene muy simple, solo si se cumplen las condiciones a las que Ayau se refería.
Hablando ya de políticas públicas o más bien apodado por el estado, como “proceso de cambio”. Estas solo se pueden categorizar en dos maneras: enriquecedoras y empobrecedoras. En Bolivia claro está, que reina la pobreza. Esto debido a políticas empobrecedoras como por ejemplo, las empresas públicas ineficientes que aumentan nuestros impuestos, o los salarios mínimos (aumentados cada año) que dificultan la contratación de empleados menos productivos, dejándolos varados en las aceras de la pobreza e informalidad. Las constantes nacionalizaciones de empresas privadas que ahuyentan a los inversionistas que proveerán la oferta de empleos reales y tecnología.
Luego de esto, no olvidemos la creciente inseguridad de los bolivianos debido a las grandes deficiencias de la justicia, acompañada siempre de corrupción y parcialidad. Los atentados a la propiedad y a la integridad física por parte del estado, además de las amenazas de una criminalidad incesante en las calles por el incentivo deliberado al narcotráfico.
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Es verdad que Bolivia tiene la fortuna hoy, de tener mucho dinero en los bolsillos, gracias a pura suerte de precios. También es cierto que existen “expertos” o ingenieros sociales que analizan donde destinar estos recursos. Sin embargo, todo esto a la larga es un intento de prosperidad inútil o más bien una táctica política muy útil. Pues se despilfarra dinero en subsidios y bonos con el único fin de dar un empujón a un determinado sector.
¿No sería acaso, mucho más productivo para el país y menos políticamente efectivo para el MAS, brindar a los ciudadanos las condiciones que garanticen propiedad privada y justicia, además, de costos contractuales bajos para los aventureros del mercado, y así crear espontáneamente la prosperidad y no promesas con malgasto de recursos?.
A pocos meses de las elecciones, invito a los bolivianos a analizar las políticas públicas que desean para los próximos cuatro años de decisiones. Que dependiendo del burócrata e inquilino de la casa presidencial serán enriquecedoras o empobrecedoras.
*Estudiante de ingeniería comercial