“Si no estamos reconciliamos con las FARC, ¿cómo no me voy a reconciliar con Uribe?”
Juan Manuel Santos y Felipe González, en el diálogo moderado por el subdirector de EL PAÍS, José Manuel Calvo (centro). / ULY MARTIN
Invertir en la paz es clave para Colombia y su desarrollo. Tras medio siglo de conflicto armado, la apertura de formal de negociaciones con las FARC en octubre de 2012 en Oslo supuso un punto de inflexión histórico para el país. Y ese proceso comienza a dar sus frutos, según el Gobierno. “Soy más optimista de lo que era hace un año, pero queda mucho camino con recorrer; no estamos negociando con ángeles”, ha afirmado el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, durante su participación en las jornadas Invertir en Colombia.
Las negociaciones de paz con la guerrilla han sido objeto de un diálogo entre Santos y el expresidente del Gobierno español Felipe González, moderado por José Manuel Calvo, subdirector de EL PAÍS, periódico organizador de las jornadas. “Acabar con la paz tiene un objetivo en sí mismo, pero imagínense qué supondría para el desarrollo de infraestructuras, económico en general”, ha dicho González. Solo el hecho de que se haya iniciado un diálogo ya ha tenido su efecto en la economía, que el año pasado recibió un récord de unos 16.000 millones de dólares en inversión extranjera directa.
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Santos se muestra confiado en que las negociaciones acaben con un acuerdo, pero admitió que no será fácil. “Los riesgos siempre están ahí. Es mucho más popular hacer la guerra”, dijo el presidente, que anteriormente fue ministro de Defensa con el Gobierno de Álvaro Uribe. Durante esos años se asestaron más duros golpes a las FARC, que en poco tiempo se vio descabezada. “Cuando fui ministro de Defensa, logramos los golpes más contundentes contra la guerrilla. Sin esos golpes, no habría habido negociación. Pero toda guerra tiene que terminar en alguno tipo de acuerdo y por eso iniciamos este proceso”, ha justificado.
Respecto al desarrollo de las negociaciones, ha dicho: “Hemos logrado cerrar dos puntos importantes de la agenda: un acuerdo sobre el desarrollo rural y la participación política”. El objetivo es que los grupos violentos dejen las armas y “continúen persiguiendo sus ideales por vías democráticas”. Es la primera vez, ha insistido Santos, en que se llega a un acuerdo sobre esos dos puntos. “Nos da razones para el optimismo”, ha dicho. Ahora, se está negociando en torno a un punto que es una “flecha venenosa”: el narcotráfico. Colombia ha sido los últimos 40 años uno de los mayores proveedores de cocaína del mundo. Llegar a un acuerdo para que la guerrilla, en lugar de ayudar al narcotráfico, ayude al Gobierno a combatirlo, sería un tema vital para hacer que “la paz sea viable y duradera”, según Santos.
Felipe González, que desde hace años sigue de cerca la actualidad colombiana, ha coincidido con Santos en su optimismo, y ha ido más allá: “La probabilidad de la paz está más clara que nunca. Si no hubiera tenido la guerrilla una clara sensación de derrota la negociación habría sido más difícil”. González considera muy importante que se haya alcanzado un acuerdo sobre la tierra, que es la base ideológica de la guerrilla, y también que los guerrilleros hayan aceptado cambiar, como dijo Calvo, “las botas por los votos”. “Esos dos primeros puntos, que la guerrilla llegue a un acuerdo sobre la tierra y que opte por la participación política democrática, significan el momento de irreversibilidad del proceso”, ha dicho el expresidente español.
A Santos hay cosas que le quitan el sueño: “Me preocupa que [las FARC] cometan algún acto de irracionalidad, un atentado, que haga imposible continuar, que haga explotar en mil pedazos el proceso”. Pero sobre todo le preocupan las víctimas: “Estamos pensando en las víctimas desde el comienzo el Gobierno. Son el centro de la solución del conflicto. Aprobamos una ley para repara a las víctimas. Lo hicimos porque 50 años de guerra abren muchas heridas y si queremos tener paz en el largo plazo esas heridas hay que sanarlas”.
González ha destacado la importancia que tendía el fin definitivo del conflicto en el desarrollo de Colombia y ha dicho que cree que uno de los temas más difíciles va a ser la justicia, es decir, qué hacer con los guerrilleros que han cometido tantos delitos pero están dispuestos a aceptar la paz. “La justicia no puede ser un elemento que niegue la paz. Estamos negociando bajo el paraguas de la Corte Penal Internacional y nos están mirando con lupa. Tenemos que ser realistas. No podemos negociar algo que no apruebe el pueblo colombiano, no va a haber impunidad. El meollo es cuánto de justicia. Dónde traza uno la raya entre justicia y paz. Ese el problema, pero tenemos que ser prácticos y realistas”.
Sobre su distanciamiento con su antecesor en el cargo, el expresidente Uribe, Santos ha sido muy claro: “Si no estamos reconciliamos con las FARC, ¿cómo no me voy a reconciliar con Uribe el día de mañana?”. El actual presidente colombiano recordó que a Uribe no le gustó en su Gobierno contara con miembros de la oposición, pero Santos defiende su iniciativa porque, según él, ha hecho posible grandes reformas en Colombia. Eso mismo ánimo le llevó a reconciliarse con el venezolano Hugo Chávez y el ecuatoriano Rafael Correa. “Ser civilizado es lo que toca: es lo que nos da la posibilidad de avanzar, porque la polarización nos estanca”.
Fuente: elpais.com
