Lo que Morales no dijo


Juan Francisco Gonzales Urgel

BUBY El discurso presidencial celebrando los 4 años de existencia del Estado Plurinacional empezó con un curioso paseo por la historia. Evo Morales se refirió a los golpes de Estado de los 80’s, como si éstos hubieran contado con la total aprobación de los actores políticos de la época. No dijo que, tanto García Meza, como su segundo al mando, fueron condenados a 30 años de prisión sin derecho a indulto, y que los bolivianos habíamos recuperado la democracia no por inercia histórica, sino por voluntad y vocación democrática.

Habló de la inestabilidad política. Ni una palabra acerca de los bloqueos de carreteras; sitiajes al Congreso Nacional para obligar decisiones; enfrentamientos armados en los campos cocaleros, y tantas hazañas del MAS opositor que hicieran de Bolivia un país ingobernable. Morales no dijo que el bochinche fue tal, que muchos apostaron con su voto a que -con el bloqueador gobernando- vendría la anhelada tranquilidad al país.



Morales pasó a resaltar la “bonanza” económica resultante de las políticas nacionalizadoras emprendidas por el Proceso de Cambio. No dijo que ésta es herencia de la privatización empezada en los años 90’s cuyos campos y pozos gasíferos permiten la producción actual que se vende al Brasil, mercado abierto por contratos suscritos también durante los gobiernos neoliberales. No dijo que los precios del gas, antes a 0.90 cts. escalaron a más de diez dólares americanos en virtud a las leyes de Oferta y Demanda (principales leyes del Capitalismo del que tanto abomina). Tampoco dijo que su gobierno es beneficiario de la Ley de Hidrocarburos promulgada por Hormando Vaca Díez.

Como era de esperarse, el Presidente envistió contra el Imperio pero no dijo que Yungas y Chapare han recibido -por concepto de erradicación de cultivos de coca excedentaria y Desarrollo Alternativo- más del monto que el Plan Marshall dispusiera para recuperar la economía de la Europa post Segunda Guerra Mundial.

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Morales reconoció deficiencias en sus planes de industrializar los recursos naturales. Nos quedamos esperando a que nos diga si la instalación de la fábrica de úrea en el Chapare –tan distante de los mercados agrícolas nacionales y brasileños- proporciona ventajas comparativas para que esta producción sea absorbida por los cercanísimos sembradíos cocaleros. En materia de corrupción el Presidente no dijo si este flagelo había disminuido con la contratación y la compra por adjudicación directa de obras, bienes y servicios, y con un ex Diputado del partido de gobierno fungiendo como Contralor General. Pareciera que haber declarado que sus Ministros son incorruptibles había bastado para despejar cualquier duda.

Morales leyó un larguísimo conjunto de cifras para exponer logros económicos sin decir el por qué finanzas públicas tan bonancibles se acompañan del mayor endeudamiento histórico del Estado. No dijo que Bolivia aún es considerado el país más pobre del Continente superando únicamente a Haití, un país sin recursos, asolado por fenómenos naturales y que comparte una pequeña isla caribeña junto con República Dominicana.

Morales no dijo si la inseguridad reinante en nuestras ciudades es el “menor de los males” frente a la alternativa de combatir abierta y decididamente al narcotráfico, lucha que podría derivar en un estado de situación similar al de México, habida cuenta del crecimiento del poder, penetración social, y recursos acumulados por esta actividad durante los últimos años.

No dijo mucho sobre la Justicia, no habló del deterioro creciente de los Derechos Humanos, del Estado de Derecho y la Libertad de Expresión. Morales no dijo que la inclusión de la que hace gala, es una cadena que empieza discriminando entre mestizos e indígenas de Tierras Altas y Tierras Bajas, pretende “descolonizar” lo europeo, termina imponiendo la visión aimara sobre la plurinacionalidad, y conforma a la periferia -convertida en sectores sociales- otorgándole impunidad de facto.

Preocupa lo que dijo y lo que no dijo el Presidente.

Reconocer falencias en su gestión pero mantener inalterado su equipo ministerial, es señal de que el MAS carece de figuras de relevo y nos espera más de lo mismo. Morales no dijo si terminaremos pagando facturas por beneficios que la mayoría de los bolivianos sólo encuentran en los discursos presidenciales.

Tal parece que no son suficientes cuatro horas y treinta y ocho minutos para que Morales diga lo que no dijo.