María Galindo
En un discurso de más de cuatro horas, después de ocho años de gobierno, el Presidente ha tenido una sola frase dirigida a la mitad de la población boliviana: ¿con qué me pagarán las mujeres?
El contexto de la frase era el de subrayar la titulación de tierra a nombre de las mujeres, que no es más que cumplir la ley INRA aprobada por Gonzalo Sánchez de Lozada, y que de si, como artículo, no remedia el despojo del derecho a la tierra que sufren las mujeres campesinas a manos de sus hermanos y parientes.
Pero retorno a la frase del Presidente, que más allá del contexto tiene otro contenido más que no voy a dejar pasar, porque el ánimo bromista del Presidente, y su necesidad de amenizar un aburrido discurso, no es motivo suficiente para justificar una frase que resume un tiránico chantaje que impera sobre las mujeres en todo contexto, pero muy especialmente en el contexto del Estado, de la lucha social y política.
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¿Con qué me vas a pagar? le pregunta el jefe a la secretaria cuando le da su nombramiento. ¿Con qué me vas a pagar? le pregunta burlesco el compañero de partido a su compañera de partido cuando le da su nombramiento. ¿Con qué me vas a pagar? le pregunta, sujetándole la mano, el diputado a la integrante del movimiento social cuando le da su nombramiento.
¿Con qué me vas a pagar? Es la pregunta que escuchamos las mujeres cuando recibimos de manos de un hombre «poderoso un favor o una oportunidad para estudiar o trabajar.
La pregunta transcurre sola mientras te sujetan la mano en una caricia casual o te miran de pies a cabeza o, directamente, fijan la mirada en tus pechos.
La frase es recurrentemente usada y por ese motivo el Presidente esperaba una carcajada. Significa que una mujer tiene que pagar en la cama, con sexo, su puesto de trabajo, su puesto en la escuela de policías, su beca o la oportunidad recibida.
La mujer trabajadora de la limpieza violada en Sucre probablemente estaba «pagando su pega y por eso el violador se sentía con el derecho de ultrajarla en medio de la celebración.
La otra connotación que tiene la pregunta es que aquello «concedido a las mujeres en forma de derecho no es fruto de una convicción ideológica y tampoco es comprendido por el Presidente como un acto de justicia para con las mujeres, mucho menos como una conquista obtenida fruto de tanta lucha social y tanta presencia en la lucha social.
El Presidente olvida que si comió en las marchas fue gracias a las mujeres que marcharon con ollas y cocinas en la espalda, y que cuando todo el movimiento cocalero se sentaba a discutir, guitarrear o dormir, las mujeres se organizaban para pelar la papa, hacer la comida y servirla con llajua, todo en medio del camino. Tal parece que para el Presidente eso no es lucha social, sino obligación de la esclava, que es la única forma que tiene de legitimar su lugar.
¿Cómo pudo filtrarse una frase tan lapidaria y destructiva en el discurso presidencial de un hombre que ya ha discursado cientos de veces al país? ¿Cómo es posible que ningún sesudo analista ni hombre, ni mujer, ni ninguna parlamentaria, ni tampoco periodista alguno, haya subrayado o, quizás, ni siquiera hubiese notado la ofensa y la humillación?
¿Estoy acaso loca? ¿Estoy acaso exagerando una simple y simpática broma? ¿Por qué no soy capaz de reírme con el país de un hecho tan común que no asombra a nadie? o ¿estaban ya todos, menos yo, durmiendo cuando lo dijo?
María Galindo es miembro
de Mujeres Creando.
¿Cómo pudo filtrarse una frase tan lapidaria y destructiva en el discurso presidencial de un hombre que ha discursado cientos de veces?
Fuente: paginasiete.bo