EN 13 AÑOS, MÁS DE 60 SOLDADOS HAN PERDIDO LA VIDA EN BOLIVIA
Fuente: Opinión
Una vez más, un cuartel ha ganado notoriedad por un motivo ingrato: la desaparición y asesinato de un joven, de 23 años, oriundo de la provincia de Saucarí en Oruro. La víctima es Marcelo Cota, un soldado del Regimiento de Artillería No. 1 Mayor General Eliodoro Camacho, quien estaba asignado en el puesto militar de La Queca, en la zona fronteriza con Chile. Según las investigaciones, el responsable de su muerte sería su instructor, el suboficial Miguel Ángel V.L., quien se encuentra bajo detención preventiva en el penal de San Pedro. Sin embargo, el cuerpo del conscripto aún no ha sido encontrado, ya que se sospecha que fue enterrado.
Este lamentable suceso se suma a la larga lista de casos de violencia que ocurren al interior de los cuarteles militares y policiales en Bolivia. Según un informe de la Defensoría del Pueblo, estos lugares son los escenarios donde se denuncian con mayor frecuencia hechos de tortura y maltrato que afectan tanto la integridad física como la psicológica.
Las cifras son alarmantes. En un lapso de 13 años, entre 2010 y 2023, más de 60 conscriptos han perdido la vida en cuarteles bolivianos mientras realizaban ejercicios forzados o debido a agresiones físicas o el uso inapropiado de armas. Los datos proporcionados por la Defensoría del Pueblo revelan que, en un periodo de 10 años, desde 2013 hasta el 31 de mayo de 2022, se han recibido un total de 1.033 denuncias por tortura y malos tratos en diferentes instituciones. De estas denuncias, 900 están dirigidas a la Policía Bolivia (769 casos) y las Fuerzas Armadas (131 casos).
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El caso del soldado Marcelo Cota, un joven huérfano de padre y madre, es el primero que se presenta este año. Su familia, compuesta por hermanos, tíos y autoridades originarias de Saucarí, se están movilizando en busca de justicia. Efraín Cota relató que su sobrino se presentó al cuartel Eliodoro Camacho para el segundo escalón en julio de 2023 y luego fue destinado al puesto militar de La Queca. Todo parecía ir bien hasta que la hermana del conscripto recibió una llamada del suboficial Miguel Ángel el 11 de enero a eso de las 07:30. El militar preguntó por Marcelo, dando a entender que había desaparecido y que creía que había desertado.
La noticia generó incertidumbre en la familia, quienes dudaban que Marcelo hubiera desertado, ya que el 5 de enero se había comunicado telefónicamente con su hermano para pedirle coca, ya que la necesitaban para trabajar porque estaban fabricando adobes. Los días pasaban y el soldado no aparecía, lo cual causaba gran angustia a sus hermanos y tíos. Ante la falta de respuestas, la familia se organizó y comenzó a cuestionar e investigar lo que pudo haber sucedido antes de la desaparición. El caso fue reportado a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) el 15 de enero, donde se menciona que la última vez que se vio a Marcelo fue la noche del miércoles 10 de enero en el lugar donde cumplía su servicio militar, aunque se cree que en realidad fue el martes 9 cuando fue visto por última vez.
Según Boris Delgado, abogado de la familia de Marcelo, los familiares fueron amenazados para evitar la denuncia. La Fiscalía tomó conocimiento de la desaparición el 19 de enero y la investigación se centró en el suboficial Miguel Ángel y un subteniente del mismo lugar, quienes inicialmente fueron arrestados. Posteriormente, el suboficial fue aprehendido y llevado ante un juez, y actualmente se encuentra detenido preventivamente en el penal San Pedro de Oruro. Por otro lado, el subteniente fue liberado, aunque el jurista que lleva la causa considera que debería ser cautelado.
LAS PRUEBAS: ROPA QUEMADA, BOTELLAS DE GASOLINA Y TESTIMONIOS Delgado informó que las investigaciones han revelado que el suboficial Miguel Ángel es responsable de la desaparición y muerte de Marcelo. Se ha descubierto que hubo una pelea bajo los efectos del alcohol en la que estuvieron involucrados el militar, algunos soldados y Cota.
Al día siguiente de este hecho, Marcelo ya no estaba en el puesto militar y el suboficial impidió que los soldados ingresaran a su dormitorio. Les ordenó que salieran a buscarlo, a pesar de que supuestamente sospechaba que había desertado. Según los testimonios de algunos conscriptos, vieron al instructor salir en una motocicleta con una bolsa de yute celeste, en la que presumen que estaba el cuerpo del joven, y dirigirse hacia la frontera. Además, se descubrió que sacó dos botellas de gasolina y a su regreso lo vieron cansado y solo llevaba puesta su polera, pero no la camisa que tenía encima.
La situación se volvía cada vez más misteriosa, ya que los soldados recibieron papeles para memorizar una versión de los hechos y luego se les obligó a destruirlos. Se sospecha que el suboficial recibió ayuda del subteniente en esta acción, por lo que el abogado pide que el liberado sea investigado. Tras conocerse el caso, el fiscal de materia y el médico del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) de Challapata, junto con personal del Instituto de Investigaciones Técnico Científicas de la Universidad Policial (IITCUP), se trasladaron al lugar donde encontraron algunos indicios como una pala enterrada, ropa quemada y algunos objetos que supuestamente pertenecían a Marcelo.
Se ha formado un equipo de búsqueda, que incluye perros especializados, para realizar un rastrillaje en la frontera con Chile, donde se sospecha que el cuerpo del soldado fue quemado o enterrado.
“PAÑO HÚMEDO” Dos semanas antes del caso del soldado Marcelo Cota, el 26 de diciembre de 2023, el conscripto Edwin Veizaga amaneció sin vida en el Regimiento de Infantería 14 Florida de San Matías, Santa Cruz. Al cabo de unas horas, el resultado de la autopsia puso en evidencia de que el joven murió por asfixia por sofocación y se descubrió que había sido sometido al castigo conocido como “paño húmedo”, en el que le colocaron un trapo húmedo en el rostro y le echaron agua encima. La orden fue dada por el sargento Milton García, quien terminó aceptando su responsabilidad y sometiéndose a un procedimiento abreviado, en el que fue sentenciado a 20 años de privación de libertad en el penal de Palmasola por el delito de homicidio, mientras que los soldados que estaban siendo implicados, ya que aparecían en un video que exponía lo ocurrido en el cuartel, fueron liberados, ya que habrían actuado por órdenes de su superior.
Según las investigaciones, el soldado habría sido sorprendido al interior de un domicilio, presuntamente robando, por lo que los propietarios lo llevaron hasta el cuartel y reportaron lo sucedido. Esa situación habría derivado en el cruel castigo que terminó en muerte.
“GOLPE DE CALOR” En varios casos, los abusos y castigos han resultado en tragedia, llegando incluso a la muerte. Un doloroso ejemplo de esto es el caso de Óscar M.J., un adolescente de 16 años, que se encontraba en el quinto grado de secundaria y cumplía con su servicio militar en un cuartel de Puerto Villarroel, Cochabamba. Óscar falleció el 11 de noviembre de 2023, según lo reportado por su madre, a causa de un síndrome de falla multiorgánica, coagulación intravascular diseminada e insuficiencia hepatorrenal aguda, presuntamente como consecuencia de un “golpe de calor” provocado por el excesivo esfuerzo físico al que fue sometido como castigo, sin la posibilidad de hidratarse mientras realizaba extenuantes ejercicios como «largartijas».
La madre de Óscar denunció que el castigo al que fue sometido fue excesivo y que además no recibió la asistencia oportuna que necesitaba. Sin embargo, a pesar de estas terribles circunstancias, no se ha responsabilizado a nadie por su muerte.
MATA A SU CAMARADA Aunque el soldado R.C.P. no fue asesinado por su camarada dentro del cuartel, los conflictos que culminaron en su muerte el 17 de noviembre de 2023 tuvieron lugar allí. Ese día, los dos jóvenes, ambos de 18 años, habrían discutido por una linterna en el Regimiento de Infantería 25 Tocopilla, en Oruro. Salieron del lugar y, horas después, el cuerpo de R.C.P. fue encontrado en la localidad de Curahuara de Carangas con ocho puñaladas.
El sospechoso fue detenido en Patacamaya mientras intentaba escapar.
“SALTO AL VACÍO” El 18 de abril de 2023, la jornada que debía ser una celebración por el 132 aniversario de la reapertura del Colegio Militar del Ejército Coronel Gualberto Villarroel en Irpavi, La Paz, terminó en tragedia. El último grupo de cadetes se preparaba para realizar la demostración de «eficiencia combativa». Dos cadetes estaban listos para realizar el salto «frente al valle» y dos, Erlan Condori y Cristian López, iban a llevar a cabo el salto conocido como el «de la muerte». Los dos últimos se accidentaron y esta práctica casi les cuesta la vida, dejándolos con secuelas graves, especialmente a Condori, quien ahora se desplaza en una silla de ruedas.
Después de este hecho, se ha prohibido el «salto de la muerte», que consiste en saltar desde una torre de más de 20 metros. Durante la investigación, se encontraron alteraciones en la escena del accidente y se constató negligencia, ya que los cadetes no llevaban arneses que los sujetaran a la estructura metálica, lo que resultó en su caída al vacío. Como resultado de este caso, dos instructores, un teniente y un capitán, fueron imputados y están enfrentando procesos penales, pero las responsabilidades parecen detenerse allí.
MÁS CASOS No es novedad el maltrato que se sufre en los cuarteles en Bolivia. A todo esto, se suma el patrón de la impunidad, ya que pocas veces la familia de las víctimas recibe información o una explicación coherente de lo sucedido con su ser querido. Casi nada se filtra del interior, pues los conscriptos callan por temor a represalias.
Hay casos de personas que han perdido la vida y de otros que han sido severamente golpeados. Uno de estos casos es el del conscripto J.A.S.L., de 18 años, quien habría sido golpeado en el cuartel de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) de El Alto, La Paz, por su instructor F.C., en junio de 2023.
Este joven habría sido golpeado en el estómago por su instructor cuando estaba ayudando en la cocina y probaba la sazón de la comida. El autor supuestamente pensó que estaba comiendo en lugar de ayudar. Luego de la agresión, la víctima cayó al piso y se golpeó la cabeza, por lo que fue internado y operado en el Hospital Agramont. Tenía 40 días de incapacidad médico legal.
En muchos casos prevalecen las dudas. Como el del soldado Luis Miguel M.C., de 18 años, quien falleció el 19 de marzo de 2023 luego de haber ingresado a sanidad del Batallón de Transporte III en Cochabamba. La familia denunció que hubo negligencia en su atención médica, mientras que desde las Fuerzas Armadas reportaron que el joven salió de franco el 18 de marzo en buenas condiciones de salud, pero llegó el 19 bastante delicado, apoyándose en un familiar.
Otro caso doloroso fue el del soldado Beimar Quispe, de 19 años, quien murió producto de golpes por parte de un “soldado antiguo” en el Regimiento Boquerón de Charagua, Santa Cruz, en enero de 2021. William C.Q., presunto autor de la muerte, fue aprehendido por homicidio y se le abrió una investigación. El cuerpo de la víctima fue trasladado a Cochabamba, ya que su familia vive en esta ciudad.
Son varios los casos. Mauricio Apaza, de 22 años, murió el 30 de junio de 2021 cuando se encontraba cumpliendo su servicio militar dentro del Distrito Militar de Santa Rosa de Abuná, en Pando. El documento de autopsia refiere que el joven murió producto de un shock hipovolémico hemorrágico, laceración del bazo y trauma abdominal cerrado, lo que contradecía la versión de los uniformados, quienes declararon que perdió la vida tras realizar ejercicios y sufrir un golpe en la cabeza. Por el caso, el alférez Pedro P. recibió detención preventiva de dos meses en Villa Busch y, unos tres meses después, consiguió medidas sustitutivas.
Estos casos y el del soldado Marcelo Cota, llevaron a Hernán Cayoja, movilizado por la desaparición y crimen del joven mencionado, a cuestionarse sobre la confianza con la que los padres de familia mandan a sus hijos a los cuarteles con el fin de servir a su patria, constituyéndose ello en un orgullo para ellos. “Hoy el Ejército se ha manchado de sangre, pero no de sangre de los enemigos, sino de nuestra gente, de bolivianos”, lamentó, mientras protestaba, junto a su comunidad, exigiendo justicia en puertas del Regimiento Camacho de Oruro.
Fuente: Opinión